Que se estropee la materia prima del plato estrella del menú cuando celebras una boda de campanillas en un château de la campiña parisina supone un importante contratiempo. Preparad el hojaldre, ¡rápido! Y el agua con gas. Un vaso por cada ración individual. Un camarero veterano explica a uno recién llegado, y de paso al público, que en situaciones límite como aquella se utiliza el salvavidas que proporciona la simbiosis de un alimento contundente y el anhídrido carbónico de la bebida porque mantiene la sensación de saciedad del comensal durante unas dos horas, ganando ese tiempo para encontrar una alternativa idónea.
En tono de comedia desenfrenada, pero sin obviar cierta hondura y un toque reflexivo, Oliver Nakache y Eric Toledano regresan a la grandeza de Intocable a través de una historia que en apenas veinticuatro horas, y en medio del frenesí que supone la organización de un banquete nupcial, narra el debate interno de Max Angély, el jefe de todo el operativo, en torno a su futuro personal y profesional.
Este es un trabajo en el que sabemos que van a surgir problemas, ¿qué haremos cuando eso suceda? Pregunta retórica de Max a su ayudante. Nos adaptamos, recita ella como un mantra. Dos palabras que transmiten otro par de conceptos esenciales, flexibilidad y capacidad de reacción, que resumen la filosofía y la manera de entender su negocio de este hombre entregado en cuerpo y alma a un oficio que, en sus propias palabras, proporciona la satisfacción de transmitir felicidad a tantas y tantas personas.
Desde el punto de vista de alguien que siempre se ha sentado en la silla del invitado resulta completamente fascinante conocer la trastienda, todo lo que se cuece entre bambalinas, el contingente técnico y humano que consigue hacerte pasar uno de los mejores días de tu vida. La concepción dinámica de la realización y la dirección de actores envuelven a la audiencia y la introducen en esta montaña rusa que no se detiene nunca y que nos deja momentos antológicos que provocan nuestras más sonoras carcajadas. Una combinación de esos planos secuencia a bordo de una steady-cam del estilo de Martin Scorsese unidos a las historias cruzadas típicas de Robert Altman.
Lo que nos lleva a un referente mucho más cercano, otro genio que unía en su misma persona el gusto por esas tomas interminables en las que entraban y salían los personajes más singulares, repletos de desternillantes diálogos e ingeniosas réplicas, en esa maravillosa coralidad en la que cada secundario poseía identidad propia y enriquecía el resultado final. Realizar un paralelismo de C´est la vie con el legado de Luis García Berlanga, y más en concreto con una obra maestra como Plácido, tal vez parezca un sacrilegio por parte de este cronista, pero ese repaso a la realidad social francesa en clave humorística e incluso melancólica, con el gran Jean-Pierre Bacri como una fusión de los roles de López-Vázquez y Cassen, va mucho más allá de una simple comedia al uso.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Quad Productions, Ten Films, Gaumont, Main Journey, Panache Productions. Cortesía de A Contracorriente Films. Reservados todos los derechos.
C´est la vie
Dirección y guión: Olivier Nakache y Eric Toledano
Intérpretes: Jean-Pierre Bacri, Eye Adaira, Gilles Lellouche
Música: Avishai Cohen
Fotografía: David Chizallet
Duración: 117 min.
Francia, Canadá, Bélgica, 2017
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