Revista Cultura y Ocio

Hola Max, hace mucho tiempo que no hablaba contigo.Perdón...

Por Finallitymax
Hola Max, hace mucho tiempo que no hablaba contigo.
Perdón por llegar de improviso después de tantos años, perdón por haberte dejado en las sombras, nunca fue mi intención que te sintieras relegada de alguna manera y creeme que lo digo de todo corazón. Mi llanto quizá solo puede confirmar lo melancólica que me siento con tu ausencia.
Te noto desvalida, te siento vulnerable y poco a poco te comienzo a desdibujar más. No solo fuiste una etapa de mi vida, eres una marca viviente de la resiliencia que tengo con los problemas.
Algo que no sabes, es que nunca te conté el día que naciste y los motivos.
Quizá corría el 2012 cuándo comencé a ver la vida de diferente manera, algún verano caluroso y lleno de cosas por hacer que nunca empezaba o terminaba. Me sentía sola, incomprendida, llena de dudas existenciales... en ese entonces compartía cuarto con mi madre y mi hermano, pero tenía tantísimas ganas de aislamiento, que comencé a desocupar un cuarto lleno de cartones viejos y trastos de mi abuela. Fue mi cuarto de lecturas.
Había un librero con ediciones infantiles de Robinson Crusoe, el Periquillo Sarniento y las enciclopedias infantiles de dinosaurios que me gustaba leer mucho de pequeña. Pero también había unos libros que me había traído de la casa de mi padre, entre ellos, el Alquimista de Paulo Coelho y la biografía de Greta Garbo, creo que en ese momento mi vida cambió radicalmente.
Tenía diseñado ese cuarto como me hubiera gustado mi cuarto de lecturas de ensueño, había luces de navidad colgadas del techo, recortes de revistas viejas que me había pasado casi tres meses guardando, un montón de afiches de cosas que me llamaban la atención, jarrones y antigüedades que me iba encontrando por la casa, me acuerdo que en ese tiempo estaba muy de moda lo "vintage" y era un estilo que me fascinaba, había vivido toda mi vida rodeada de cosas viejas que ahora eran "cool" y no desperdicie nada para volver a usarlo.
Me pasaba todas las tardes leyendo en una tablet vieja cosas que me encontraba en ese sillón viejo que antes había sido de mi abuela. Veía el atardecer por la ventana y soñaba mil y un cosas despierta. Soñaba en viajes a la India como los navegantes de las historias de piratas que leía, soñaba con entrar a las puertas de Israel y tocar el muro de los lamentos... comencé a soñar con el mundo. Leí un montón de historias celtas y me obsesioné con la cultura irlandesa, toda mi ropa y mis cosas eran verdes. También pasamos por esa etapa romántica hermosa, donde suspiramos leyendo Romeo y Julieta, leímos muchísimo a Shakespeare y a las hermanas Brönte en segundo de secundaria. ¿Puedes creerlo? Hoy en día nadie en segundo de secundaria lee eso... Y eramos muy felices.
Tenías esa computadorcita que no funcionaba bien. ¿Te acuerdas?
Qué tenías que mover el cable del cargador mil veces y presionar la F9 antes de que prendiera para cambiar el arranque y que sí se movía un poquito, puff. Se apagaba completamente.
Pero cómo disfrutabas las vacaciones moviendole mil cosas a esa computadorcita, ahí escribiste tu primera novela de amor y empezamos ahí nuestro proyecto. Ese día naciste, Max.
De la casualidad de mil cosas juntas, de no querer mi nombre porqué era el mismo que el de mi mamá, de buscar algo que no te encasillara. ¿Qué era Max; hombre, mujer, alien?
Trataste de transcribir todos los poemas que le escribiste a aquel primer amor, pero en lugar de eso, nacieron más. ¿Cuantas palabras habrás escrito en ese entonces? Despertabas escribiendo, comias leyendo y cenabas novelas. Tu vida eran palabras y letras, todas rebuscadas para una niña de secundaria y luego encontraste esos discos de vinilo viejo y conociste a los Beatles. ¿Te acuerdas de ese verano completo escuchandolos?
Pasamos horas con los ojos cerrados empezando y terminando el disco de Please Please Me, los buscaste en youtube y vimos todas sus películas, descargamos ilegalmente todos esos 12 discos que repetías en búcle y también de Nirvana.
¿Te acuerdas aquella dedicatoria? Siempre dijiste que las dedicatorias eran sumamente importantes para un autor, y aquella novela de amor trágico tenía como cuatro dedicatorias importantes... A tu padre, a tu abuela, a tu hermano y a Kurt Cobain por, y cito, "Consolarme cuándo la almohada se llenaba de lágrimas".
Max, tú naciste del amor y floreciste de miles de cosas hermosas. Brillaste en las más profundas tinieblas, estuviste en holocaustos emocionales y jamás te quebraste. Eras valiente, hermosa, bondadosa, noble, divertida. Eras especial para todos los que te rodeaban. Eras culta e inteligente, pero no de esa inteligencia petulante, eras inteligente en la vida. Resolvías acertijos por diversión y te gustaba buscarle la solución a problemas cotidianos simples y tontos cómo pasar dos días cambiando foquitos de las extensiones de luces de navidad para ver cuál era el que no correspondía al circuito de luces y por eso no prendían en lugar de comprar otra serie nueva. 
Optimizabas tu vida a la máxima potencia, te reías tanto que te pedían que te callaras.
¿Cuándo te callaste, mi niña?
¿Por qué dejaste que te callaran?
¿Por qué accediste a que te silenciaran?
Eras mi soporte, mi lugar seguro en días nublados, mi resistencia ante la vida.
Me abriste las puertas de un mundo que mucho tiempo me negaron, me hiciste conocer la que soy ahora. Fuiste mi maestra, mi guía, mi compañera, mi eterna amiga incondicional, mi pañuelo de lágrimas, mi almohada mojada de lagrimas, mi canción favorita en búcle, mi día nublado de verano, mi sol en otoño, el olor de la navidad, eras los momentos felices de mi vida, mi pasado, mi presente y mi futuro. Te amé tanto, por dios. Eras perfecta, tan hermosa por dentro y por fuera y por eso me arrepiento tanto el haberte relegado.
Por eso te pido perdón. Perdoname por haberte olvidado en un cajón de los recuerdos que no quise recordar, perdón por haberte cambiado por noches de fiesta, una cerveza, una cajetilla de cigarros y un hombre en mi cama. Perdón por haberte manchado de mi inestabilidad emocional y mi codependencia a parejas.
Perdón por haberme ido de tu vida sin darte ninguna explicación, haberte hablado dos o tres veces en un año y haberte olvidado por completo cuándo alguién más me daba atención. Perdón por qué el día que alguien más estuvo a mi lado, dejé que te murieras.
Perdón en lo que me he convertido, interiormente. Yo se que tu no me juzgas, sé que tu no me harías malas caras. Se que me recibirías con los brazos abiertos cuándo quiera volver, pero sé que no me lo merezco.
Perdoname por qué mal encaminé todo el fin de a lo que queríamos llegar. Físicamente, así nos veríamos, ¿Te acuerdas? Qué soñábamos con mil tatuajes y el cabello de colores. ¿Pero que paso por dentro?
Me consumo en odio todos los días, ya no sé perdonar, ya no sé vivir con mi existencia. Volvió a mi vida esa sombra de la prepa. Esa sombra que tiene de fondo la canción de Snuff. Esa sombra que no deja comer, que no deja dormir, que está todo el día diciéndome cosas que no quieres oír. Max, la sombra qué me dice que me vaya y ya no vuelva, y lo peor es que me seduce mejor que lo que hacías tú.
Me invita a probarla, me dice que todo va a estar bien, que no va a pasar nada, que todos se van a acordar de mi y que las personas que me tratan mal se van a arrepentir, que no tiene caso que siga en este plano por qué ya no puedo manejar mi vida. Max, son las voces de ellos.
Se me repiten como ese disco de vinilo y no puedo callarlas, estoy en ese cuarto leyendo con el tocadiscos puesto y las voces empiezan otra vez, me levantó y quito la aguja del disco para darme cuenta que siguen sonando, las voces siguen gritando y no son los gritos que me gustan, no son las bandas de deathcore que me gustan. ¿Qué hacemos?
Estás tan frágil. Tan sumisa, eres pequeñita. Así no eras ¿Así te dejé?
Todo eso es por mi culpa, mis indecisiones y decisiones.  Max, perdón.
Perdón por todo el daño que te he hecho, perdón por quebrar tu inocencia.
Perdón por quererte tanto, qué te protegí de más y te escondí demasiado.
Perdoname.
Perdoname.

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