Andrés Fevrier no necesita presentación para quienes nos aventuramos en la llamada blogósfera hace década y media. Aquéllos que lo descubrimos cuando era Lord Henry o El impreciso seguimos leyéndolo después, mientras escribió con nombre y apellido en Cinematófilos. En uno y otro espacio, encontramos textos atractivos y –algo (cada vez más) infrecuente– bien redactados. En el blog o sitio más reciente nos topamos con un cinéfilo de fuste, autor de reseñas rigurosas, lúcidas, apasionadas, estimulantes.
Con el tiempo, Andrés publicó en Hacerse la Crítica y en La Agenda Revista. También escribió uno de los artículos que conforman el El fulgor. Ideas sobre Fabián Bielinsky, y presentó este compilado en el BAFICI de 2016 y en el ciclo La imagen argentina que tuvo lugar a fines de ese mismo año en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, más conocida como ENERC.
Semanas atrás, el también periodista gráfico compartió online su libro, hasta ahora inédito, Hollywood en Don Torcuato. Lo hizo justo el 1º de mayo, fecha pertinente para la presentación de un trabajo monumental: investigación documentadísima y a la vez entretenidísima (el abuso de aumentativos está justificado) sobre la sociedad creativa que Héctor Olivera y Fernando Ayala fundaron en los ’80 con el factótum estadounidense Roger Corman.
La publicación de 241 páginas está divida en diez capítulos. Salvo el primero y el último, los demás arrancan con la transcripción de una frase pronunciada por algún personaje de los films de clase B coproducidos en circunstancias únicas. Cada cita es una de las tantas piezas que Andrés identificó, desempolvó, restauró, vinculó con la meticulosidad de un arqueólogo.
Entre los 26 entrevistados, figuran el mismísimo Héctor Olivera y su hijo Javier, José Pablo Feinmann, Alberto Lecchi, técnicos, productores, actores que participaron de la realización de aquellas películas. De los testimonios correspondientes y del material de archivo que los complementa, surgen anécdotas preciosas que rescatan del olvido –y de la aparente subestimación académica– un episodio curioso de la Historia del cine argentino.
Inéditas en su mayoría, las fotos que ilustran la investigación constituyen otro tesoro. Aquélla que encabeza este post muestra a los jóvenes John Savage y María Socas durante el rodaje en Buenos Aires de Venganza de un soldado.
Fevrier reconstruyó la historia de nueve coproducciones que se filmaron en nuestro país entre 1983 y 1990.Hollywood en Don Torcuato atrapa enseguida, desde la dedicatoria «A mis abuelos, que me llevaron al cine». Ese reconocimiento entrañable explicita el amor atávico que Fevrier siente por el séptimo arte, y que fue motor principal de este trabajo valioso, digno de una buena versión en papel (¿acaso programable para cuando nuestras editoriales retomen la actividad al término de la cuarentena anti-coronavirus?).