Primeramente, gracias por participar. Muchos de vosotros habéis ganado unas pesetillas y la posibilidad de llegar a la subasta. He de confesar que me he llevado alguna que otra sorpresa como, por ejemplo, que nadie haya mencionado Bonnie&Clyde (Arthur Penn, 1967). Pero, vayamos a las explicaciones.
Hollywood revelado. Diez directores brillando en la penumbra. He aquí el título del libro que me ha tenido tan entretenido durante estos últimos meses. Cinco autores ( Hilario J. Rodríguez, Josep Carles Laínez, Carlos Tejeda, el maestro Fernando R. Genovés y un servidor), hemos rescatado de la sombra a diez directores asombrosos que, ¿injustamente?, han quedado relegados, junto con su filmografía, a un segundo plano. Todos ellos poseen, al menos, uno de esos títulos que por derecho propio ocupa un lugar privilegiado en el firmamento de Hollywood. Pero, ¿qué ha pasado con las otras películas?
John Cromwell, W.S. Van Dyke, Clarence Brown, Frank Borzage, Rouben Mamoulian, Mitchell Leisen, Gordon Douglas, Robert Wise, Robert Mulligan y Arthur Penn. ¿Por qué brillan en la penumbra? Partiendo de esta cuestión, hemos abordado la obra (y milagros) de estos realizadores.
Durante estos meses he convivido (me atrevería a decir que muy intimamente) con Robert Mulligan y Arthur Penn, mis dos directores brillando en la penumbra. Yo confieso: cuando uno dedica tanto tiempo a investigar, estudiar, interpretar y disfrutar la filmografía de un director, se crea un cariño especial, una conexión difícil de explicar.
Mulligan y Penn comparten orígenes profesionales. Ambos pertenecen a la denominada Generación de la Televisión y ambos dan el salto al cine a finales de los 50, en un momento sumamente interesante en la historia de la fábrica de sueños. Eran tiempos difíciles para un Hollywood comatoso, desesperado por la pérdida de espectadores y abrumado por el éxito imparable de la televisión.
Aunque ya lo sabía, después de empaparme con la filmografía de Robert Mulligan, he (re)descubierto a un director con una sensibilidad maravillosa. Muchas de sus secuencias son poesía, lírica cinematográfica. Experto en las etapas iniciales de la vida, Matar a un ruiseñor (1962) es tan solo un ejemplo de la maestría para adentrarse en los siempre difíciles caminos que conducen a la madurez. Y es que la pequeña Scout no está sola en la obra de Mulligan. La acompañan Daisy Clover (La Rebelde, 1965), Hermie (Verano del 42, 1971), Dani (Verano en Louisana, 1991) o los inquietantes Niles y Holland (El Otro, 1972). Todos ellos, además de ser hijos de un mismo artesano, son los protagonistas de las memorias filmadas de un director que supo hacer de los viajes iniciáticos una aventura aterradora pero necesaria.
Arthur Penn es un director más complejo de lo que a simple vista pueda parecer. Violencia inusitada. Esta es la etiqueta que suele acompañar a sus películas pero, si sólo nos quedamos con la violencia, nos perderemos una filmografía bastante coherente, con fuerte carga crítica y un espíritu revisionista de la historia reciente de los Estados Unidos. Los personajes de Penn siempre están huyendo, pero nunca toman atajos, al igual que el realizador. Bonnie&Clyde (1967) es la huida por antonomasia de la filmografía pero, qué ocurre con El Zurdo (1958), El milagro de Ana Sullivan (1962), La jauría humana (1966) o, incluso, La noche se mueve (1975).
Y siguiendo con el Un, dos, tres... hasta aquí puedo leer.
Hollywood revelado. Diez directores brillando en la penumbra (Editorial Ártica), sale a la venta el próximo otoño. Mientras tanto, podéis seguir la siempre interesante preproducción en esta página de facebook: hollywood revelado libro
Fotografía 1: Redford y Mulligan conversan durante el rodaje de La Rebelde (1965)
Fotografía 2: una jovencísima Melanie Griffith discute junto a Penn detalles del guión de La noche se mueve (1975)