Anything Goes / Cole Porter
Creo que ya he comentado y recomendado la biografía de B. Wilder titulada “Nadie es perfecto” y editada aquí por Mondadori hace unos años. Escrita por el periodista alemán Hellmuth Karasek en el año 1992 (Y soportada cinematográficamente por un documental hecho por Herzog) es uno de los libros, junto con los de PG Wodehouse, que más me han hecho sonreír, incluso carcajear. Amante o no del cine, te guste o no te guste Wilder, el libro destila ironía y sentido del humor por todos los lados.
Voy a reproducir parte de un capítulo titulado”Hollywood ensaya la guerra”, espero que os guste y os saque una sonrisa.
Billy Wilder
“Los estadounideneses, aparte de su guerra civil, nunca habían tenido o sufrido una contienda en territorio propio, así que intentaron prepararse lo más amplia y perfectamente posible, para la guerra. El shock de Pearl Harbor desencadenó en la conciencia de la opinión pública fue tan grande porque Estados Unidos se había creído invulnerable hasta ese momento, dada la lejanía de los escenarios de la guerra en el lejano Oriente y en la lejana Europa. Se extendió un sentimiento de pánico: puesto que anteriormente ya se había propagado la idea de que la Quinta Columna, los japoneses que vivían en Los Ángeles fueron reunidos he internados, como consecuencia de una exagerada reacción histérica. (No hace mucho que se les indemnizó). Ya en esto se demostró la falta de experiencia bélica de Estados Unidos: ¡Cómo si los ciudadanos japoneses que eran tan fáciles de reconocer, se hubieran querido infiltrar en Estados Unidos para minarlos!. Y también en otras cuestiones las reacciones estuvieron, con frecuencia, muy alejadas de lo que habría podido considerarse sensato. Cuando fue avistado un submarino Japonés ante la costa del Pacífico, el horror se manifestó en la caída de los precios de los terrenos: casas y terrenos en Malibú y en otras zonas de la costa pasaron a ser baratísimos de la noche a la mañana. Esto respondía en el fondo, a la grotesca creencia de que los japoneses, si hubieran desembarcado , se habrían dado por satisfechos con las casas situadas al borde de la playa, pero que Brentwood y Beberly Hills, así como Hollywood, habrían quedado a salvo. Puesto que los japoneses habían sorprendido Pearl Harbor por el aire, en Hollywood se llevaban a cabo entrenamientos para reaccionar ante un ataque aéreo, aunque la ciudad estaba a varios miles de millas de Japón. Había que mantener las luces apagadas, se ensayaban las operaciones de primeros auxilios después de un ataque aéreo. Como había que prestar atención médica a los heridos, cómo organizar las ambulancias después de un bombardeo. Todos nos entrenábamos para la guerra, pero cuando pienso en ello retrospectivamente, nuestros ejercicios se parecían más a las películas mudas de Mack Sennett: de los “Keystone Cops.”. Los estropicios que se hacían para evitar y prever otros estropicios eran considerables. Recuerdo cómo nos entrenabamos en la calle Bel Air, donde vivían Hichtcock, Lubitisch y Walter Reisch, ensayando cómo colocar primero a un herido en una camilla, cómo meterlo después en una ambulancia y transportarlo lo más rápidamente posible a un hospital. Nuestro ejercicio amenazaba con fracasar ya que todos los hombres que queríamos poner en la camilla pesaban demasiado, o mejor dicho: nosotros no éramos lo bastante fuertes. Así que nos decidimos a salvar a una mujer herida. Incluso de entre las mujeres, elegimos a la más menuda de que pudiéramos disponer, y esta fue Alma, la mujer de Alfred Hichtcock , que en lo que se refiere al peso era todo lo contrario a él. Así que la pusimos en la camilla, la atamos fuertemente, y entre cuatro la llevamos a la ambulancia, tan deprisa como pudimos. La metimos dentro y , al instante, la ambulancia partió a toda velocidad haciendo sonar la sirena. Pero por desgracia, con todo aquel ajetreo, habíamos olvidado cerrar la puerta de la ambulancia. La camilla, con Alma Hichcock, se cayó, y puesto que en Bel Air las calles son bastante empinadas, poco faltó para que se hiciera realmente daño, o rodara toda la calle abajo, hasta Sunset Boulevard.(Muchos años más tare Wilder rodaría una escena parecida en Primera Plana)
Alfred y Alma
Walter Reisch y Ernst Lubtisch eran los encargados de los simulacros de defensa aérea de Bel Air, y los dos se habían tomado su tarea muy en serio y se creían muy importantes. Por las noches patrullaban con los cascos en la cabeza pasando por delante de las casas y las mansiones, controlando si sus habitantes cumplían estrictamente las órdenes de tapar las ventanas. Ambos tenían la vista muy aguda y un fuerte acento “germano”, y se les oía dar avisos enojados con su fuerte acento alemán: -Sere is a ligt up in se vindoh!! – gritaban con un acento espeluznante - : Turn se ligt off!! (Se ve luz por la ventana. ¡Apaguen las luces!) Y allá arriba alguien abría una ventana, se asomaba y decía: -¿Qué pasa? ¿Han llegado ya los nazis? ( I can hear the “Krauts”(nazis), Have you already landed?Ernst Lubischt
Walter Reisch