Subidos a una carroza donde no hay lugar para las estridencias, Holywater han llegado a un lugar llamado Wasteland; territorio donde sólo hay espacio para las guitarras más limpias que emiten sonidos puros y longos, muy longos. Las notas que avanzan y avanzan a través de nuestros sentidos no son meras prolongaciones sonoras, porque la profundidad que atesoran, se comporta como balas que van dirigidas directamente al corazón. Es difícil salir indemne de este duelo de conquistadores, porque Holywater viajan a través del tiempo y se comportan como eso, conquistadores de un sonido que podríamos denominar como de classic-rock. Ese arrebato de sinceridad a la hora de abordar las once canciones de este nuevo disco, les hace marcar con absoluta nitidez las coordenadas de una ruta que nos lleva hasta esa nueva tierra prometida denominada Wasteland: edén de resonancias indemnes al paso del tiempo.
d
Más allá de ese clasicismo del rock independiente que representa Holywater, en este disco volvemos a comprobar el excelente estado de forma de Ricardo Rodríguez, uno de los frontman con más solvencia y registros del panorama de la música independiente. Compositor de todos los temas del disco, a excepción de dos, en los que comparte letra junto a Mito, es el referente de un grupo que juega a encontrarse a sí mismo. De ese ensimismamiento salen canciones aguerridas como Grow beaf with silence, que abre el cd y que se configura como un más que claro estandarte del disco, o Deeper down the grass como contrapunto necesario al sobresalto sonoro del tema anterior, lo que sin duda refleja a la perfección ese equilibrio compositivo que se adivina a lo largo de todas las canciones de este Wasteland. Una mezcolanza de sonidos que se tornan algo más grunge en 59.45, un tema muy del gusto de Holywater pues sin duda, es ahí en la profunda oscuridad de sus guitarras donde se hacen fuertes. Desgarros que se tornan caricias de sol en la cálida Dive in time, donde se dejan llevar por un sonido muy californiano pleno de resonancias de lo más clásicas dentro del mundo del rock (excelente canción). Un espacio en el que intentan hacerse fuertes con There’s something around.
Superpower es el regreso a la majestuosidad sonora más clásica de Holywater que, de nuevo, toman las riendas de las canciones incontestables (corta e intensa). Same old moon se identifica con los ecos más psicodélicos de los ochenta reforzados por un Ricardo Rodríguez muy metido en su papel narrativo, y que dan paso a instantes más ardientes en Brave, Free, con una necesaria demostración de fuerza contenida (otra de las grandes canciones del disco). Con The man wild raises and falls with the sun regresamos a la faceta más oscura de Holywater y a esa inmensa pradera donde los pastos están amarillentos, que en Wasteland se convierten en toda una declaración de principios plagados de axiomas verdaderos que nos llevan a What’s the point? Una pequeña joya con una interrogación final que parece preguntarnos acerca de los oído y vivido, pues sin darnos cuenta hemos llegado al final de viaje por Wasteland, tierra prometida plagada de buenas cadencias sonoras.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.