Revista Cine
Hablar de la tan mal aprovechada franquicia de hombres de negro, nos tiene que remontar al lejano año de 1997, donde, basados en un cómic, y haciendo referencia a la leyenda urbana de los Hombres de Negro, agentes gubernamentales encargados de guardar el secreto sobre la vida extraterrestre a los humanos, llegó esta extraña mezcla de comedia y acción con Will Smith y un siempre carismático Tommy Lee Jones. Tuvieron que pasar 5 años, en el 2002, para que nos llegara una secuela con un desagradable sabor de boca. Y 10 años después, 2012, nos encontramos con la tercera parte de la saga, con un sin fin de rumores sobre si seguirá o fue todo lo que había que contar sobre la historia.
Seamos sinceros. Si una continuación de una película tarda 10 años en llegar, puede deberse a diversos problemas, desde el guión (rumor que siempre se propagó por internet), actores, director, etc. Y siempre uno espera más de este tipo de películas al preguntarse que historia contará al no tener una línea argumental bien definida (las aventuras de los agentes J y K como hombres del gobierno bien podría ser material para una serie animada, como la que existió, pero nunca para películas sin un fin específico). De este modo, decidieron utilizar el recurso de salvamento de viajar en el tiempo, con el que se pueden contar "historias nunca antes vistas" y modificar lo que ya se había contado anteriormente.
Es así que, ante una nueva amenaza, el agente J debe viajar al pasado para rescatar a su amigo K, brillantemente interpretado por Josh Brolin, quien supo copiar a la perfección cada gesto y cada detalle de Tommy Lee Jones, de las garras de un marciano que busca venganza. De esta manera, nos adentramos particularmente al pasado de K, donde conocemos los sucesos que lo convirtieron en la persona que es.
Hay que decir que la mayor parte de la película es lenta. Los efectos son buenos (aunque nada del otro mundo que justifique el pagar un extra por el 3D), pero nos hace falta ese personaje entrañable. Nos hace falta ese algo que sólo la primera parte nos supo dar. Quizá sea frescura, quizá sea comedia sencilla, con referencias a la cultura popular (la presencia de Lady Gaga y Justin Bieber totalmente injustificada), con gags de la segregación racial. Algo falta para justificar 10 años de diferencia entre una película y otra. Y sin embargo, al final, nos deja la sensación de que explicaron lo que querían explicar desde un principio. Sin tantos rodeos y sin tantos giros hasta cierto punto confusos.
Josh Brolin vale la pena. Y los últimos 10 minutos valen la pena por darte el pequeño detalle que, aunque no explica mucho ni aporta algo realmente impactante a la historia, si deja la nota sentimental. Pero sobre todo, algo que no sé si realmente intentaron hacer, o simplemente está presente como algo que siempre va anexo a las películas de viajes en el tiempo, es esa filosofía extraña del existencialismo, donde el tiempo se convierte en un personaje importante de la vida, donde puede pasar de ser algo inalterable, a algo producto de nuestras acciones. cada quién reflexionará.
Personalmente, la recomendaría para rentar un fin de semana por la noche.
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