
Tenía la esperanza de que al acercarme me gustará menos o no me gustara. Todo es más bonito desde lejos, la imaginación es muy cabrona. Quizás descubriera que los libros que miraba concentrada eran de maquillaje, o de como celebrar tu boda en 25 sencillos pasos o de manicuras con ingenio. Pero ¿Qué tonterías estoy pensando? Sabía que no, lo sabía.
Quizás debería haberme alejado. ¿Cómo es esa frase? Las mujeres que leen son peligrosas. Qué chorrada de frase y que cierta es por otro lado. ¿Los hombres que leemos somos peligrosos? No sé, pero yo ahora mismo no tengo peligro, lo que estoy es acojonado.
La he seguido paseando por la librería. No me ha visto, ni me ha intuído, ni se ha fijado. Los libros eran lo único que le interesaba. Ha recorrido las estanterías mirando, agachándose, poniéndose de puntillas para llegar a los estantes de más arriba. Por un momento he estado tentando de acercarme a ayudarla a alcanzar un volumen que intentaba agarrar con la punta de los dedos. Me he contenido, no sé si por miedo a que me sonriera o a que me dijera ¿Insinúa que soy bajita? (Pero sí, es bajita)
En la caja se ha reído al pagar, ha charlado con el librero y antes de salir he podido echar un vistazo a la lista de "libros pendientes" que tiene en el móvil y de la que ha tachado unos cuantos que lleva en una bolsa. La lista es tan larga como para estar leyendo toda una vida. ¿Me enseñará esa lista?
Sale, se va... la voy a perder de vista. Intento pensar en algo para decirle, en algo que le llame la atención. Disimulo mirando los libros de ocasión de la puerta y, entonces, vuelve sobre sus pasos y ahora está aquí, demasiado cerca. Oigo su respiración mientras me ignora completamente. ¿Soy transparente? Disimulo mientras rebusca a mi lado, tocando los libros justo después de que los toque yo. Las manos pequeñas, las uñas cortas, sin anillos. Nos vamos a rozar... Vaya, parece que queremos el mismo libro.
Ahora o nunca... el infierno es para los cobardes.
- Hola, ¿puedo invitarla a una cerveza?
Sonríe.
- Que sea un vino.
Huele a limón y a verde. Menos mal que no seguí mi camino, quizás pueda leer con ella.