Revista Cuba
Hace unos meses un ciudadano español llamado Ángel Carromero conducía un coche de alquiler en el que viajaban otras dos personas por una carretera cubana. Matarse conduciendo en una carretera cubana es una cosa muy difícil, se lo asegura este servidor de ustedes, dado el escaso tráfico de vehículos que circula por ellas. Ocurre que a Carromero le gusta la velocidad y probablemente otras cosas asociadas a ella, y el tipo acabó estrellando el coche y matando a sus acompañantes. Hasta aquí una noticia que nunca hubiera sido noticia en los medios españoles de no ser porque uno de los muertos era Osvaldo Payá, un obscuro personaje y presunto dirigente de la llamada "oposición interna" cubana al régimen castrista, y si el chófer aspirante a piloto de Fórmula Uno no fuera un cargo de alto nivel de Nuevas Generaciones, la organización juvenil del Partido Popular (PP) español, bien conectado con sectores con mucho peso en ese partido
Carromero fue inmediatamente detenido por las autoridades cubanas, encarcelado de modo preventivo y sometido a juicio. En un primer momento algún medio de la perrera mediática española ya intentó colar la especie de que los comunistas cubanos iban a por él por su condición política. Resultó entonces que funcionarios de la Dirección General de Tráfico del Ministerio del Interior español filtraron que el tal Carromero no tenía carnet de conducir, porque se le había retirado en España dada su repetida tendencia a conducir eufórico -digamos- por encima de los límites de velocidad establecidos para el resto de los mortales. En resumen, Carromero, un niñato pijo descerebrado, condujo de modo temerario un vehículo sin tener carnet de conducir, en un país extranjero y circulando por carreteras que no conocía, con el resultado final de dos muertes.
Su conducción temeraria en Cuba le valió a Carromero dos muertes y una sentencia de cuatro años de prisión, tras un juicio al que nadie, empezando por el Gobierno español, tuvo nada que objetar; en realidad, el héroe de la historia salió bastante bien librado de la vista habida cuenta los merecimientos hechos por el tan escasamente ilustre procesado. La Televisión Española del Régimen neofranquista sin embargo maniobró goebbelianamente, intentando sembrar algunas dudas que mejoraran la imagen del pijo homicida, mostrando por ejemplo un cartel de aviso de carretera en obras español... ¡en una carretera cubana!.
Una vez producida la sentencia firme en Cuba, y probablemente antes, vino el tira y afloja diplomático para que Carromero pudiera cumplir su sentencia en España, a lo que los cubanos se avinieron tras haberlo tenido unos meses de prisión, probablemente porque ya saben que el convicto será puesto en libertad a la mayor rapidez una vez llegado a España. Tanto es así que antes de que Carromero pisara de nuevo suelo español ya se nos informaba de que "de inmediato" le sería concedido el tercer grado (la posibilidad de salir de prisión todos los días para ir a trabajar o estudiar), y de que luego "rápidamente" se le eximiría incluso de ir a dormir diariamente a la cárcel; el Gobierno español ya estaría trabajando en su indulto. Semejante estafa judicial no ha merecido ni un comentario del régimen cubano, de lo que cabe deducir que conocen perfectamente estos tejemanajes y que han estado de acuerdo con ellos cuando han soltado sin más a Ángel Carromero; Mariano Rajoy y Raúl Castro sabrán cúal ha sido el precio pagado por el Gobierno español a cambio de la transferencia de Carromero a la Madre Patria.
El caso es que mientras el reo espera en prisión en el módulo de recién ingresados su puesta en libertad, la infame Esperanza Aguirre se descuelga haciéndole una visita a quien al parecer considera un preso de conciencia o algo por el estilo, explicando a los periodistas a la salida lo mucho que ha sufrido el pobre Ángel Carromero con todo este asunto especialmente en esas terroríficas cárceles cubanas, que en realidad Carromero apenas ha catado. Según la indecente ex presidenta madrileña, el coche de Carromero y Payá fue perseguido y embestido por otro vehículo "desconocido"; igualico que en las películas de James Bond, oigan. La versión/regüeldo de la Aguirre intenta hacernos creer que Osvaldo Payá murió en una especie de atentado de la policía castrista, y que el pobre Carromero tuvo la desgracia de conducir ese día el coche en el que viajaba ese presunto mártir de las libertades democráticas cubanas, al que desde hace tiempo se señala como seguro agente de la CIA a la vez que más que posible informador del régimen castrista.
Para redondear el esperpento, el PP dice ahora que le mantiene a Carromero el puesto como "asesor" del Ayuntamiento de Madrid, con lo que según informa hoy EL PAÍS se busca "facilitar su semilibertad" al poder aducir el convicto ante la Junta española correspondiente que tiene un trabajo estable, lo que allanaría la concesión del tercer grado; habría que saber en qué asesora este cabestro, que por cierto según EL PAÍS se lleva más de 50.000 euros al año por su cara bonita solo de ese cargo; otro enchufado en ese ejército de asesores por la jeta que gasta el partido derechista español en todas las Administraciones públicas que parasita.
El caso es que Esperanza Aguirre esta en pie de guerra, y le está trabajando a puñetazos el hígado al presidente del Gobierno español aprovechando la que ha montado el joven Carromero. Mariano Rajoy ha conducido este asunto desde la calmosidad y el deseo de no meterse en berenjenales, y en cambio Aguirre le está forzando megáfono en mano a enfrentarse con el mundo y a sostener una versión pérfida, disparatada y políticamente dañina para el presidente español. Y es que Esperanza Aguirre le está echando encima a Rajoy al sector más en la extrema derecha de la formación neofranquista que es el PP, la cual cosa no deja de tener cierto mérito: el de ser capaz de convertir a un homicida convicto en un héroe martirizado por los enemigos del neoliberalismo. Todo a mayor gloria de la imagen de Aguirre en esos medios y del probable lanzamiento a no mucho tardar de su nuevo/viejo proyecto político propio, dentro o fuera del PP.
Ni los nazis lo hicieron mejor cuando quemaron el Reichstag alemán y echaron la culpa a los partidos de izquierdas.
En la imagen que ilustra el post, estado en que quedó el vehículo conducido por Ängel Carromero en Cuba y en el que murió Osvaldo Payá.