Revista Coaching

Homo Empathicus

Por Joseluisp

Homo Empathicus

Tuve la oportunidad de asistir a la conferencia que Jeremy Rifkin impartió en Madrid a finales de marzo gracias a la generosidad de Paidós. El motivo era la presentación de su último libro, La Civilización Empática, y su mensaje fue tan contundente que me metí de lleno en la lectura del texto.

Rifkin sostiene que la naturaleza del ser humano es empática. Es cierto que diferentes corrientes de pensamiento sostienen que la naturaleza humana es agresiva o utilitarista, o que se limita a la explotación y destrucción sistemática del medio natural. Sin embargo él identifica en el ser humano una orientación básica hacia el afecto, la compañía, la sociabilidad y la extensión empática.

Para ello hace una lectura de nuestra evolución y de nuestro recorrido histórico, identificando cómo cada paso que damos en nuestro desarrollo social o tecnológico se corresponde con un avance en nuestra conciencia empática. Este avance se manifestó inicialmente en nuestra conciencia mitológica y, posteriormente, se ha trasladado a nuestra conciencia teológica, ideológica, psicológica para pasar, en la actualidad, a lo que Rifkin denomina nuestra conciencia dramatúrgica.

Es cierto que nuestra especie ha atravesado momentos en que su comportamiento se ha basado en el materialismo, el egoísmo o el utilitarismo. Sin embargo Rifkin considera que estos son comportamientos secundarios respecto nuestra orientación básica, la empatía. Por ello, cuanto mayor es la seguridad individual de una persona, mayor es su conciencia empática y su necesidad de afecto, compañía o pertenencia.

En las culturas más primitivas, la extensión empática se limita a la familia y a la comunidad tribal. Conforme evolucionamos a nivel tecnológico y social, la conciencia empática trasciende a esta familia tribal y se extiende hacia los grupos a los que uno pertenece, hacia nuestro territorio nacional o incluso más allá de nuestras fronteras.

Piense en la actualidad: vivimos en un mundo en el que nuestra conciencia empática ha llegado hacia niveles nunca vistos. Tenemos la capacidad de viajar y conectarnos con otras culturas, de comunicarnos y acercarnos a grupos que antes excluíamos como minorías. Empatizamos incluso con otras especies, en la medida que nuestra sensibilidad empática sale de nuestro entorno más inmediato y se extiende hacia todos los seres vivos que habitan nuestro planeta.

Cada vez son más las personas en el mundo que, gracias a la tecnología, están conectadas entre sí. Esto permite un nivel de intercambio de ideas, conversaciones, conocimientos y emociones nunca visto hasta ahora. Si usted está familiarizado con la web 2.0 el resultado ya lo puede percibir: la creación de una conciencia formada por millones de personas que nos conectamos movidos por esa necesidad de empatizar y de relacionarnos.

No obstante existe un freno: la factura entrópica. Cuando las civilizaciones llegan a su máximo esplendor también llegan a un punto en que su modelo energético se agota y colapsa. Y nuestra civilización está mostrando síntomas de agotamiento.

Para seguir avanzando en este desarrollo empático, en esta nueva consciencia, es necesario reinventar nuestra forma de obtener y gestionar la energía. Por ello necesitamos nuevos modelos que nos permitan avanzar en esta carrera respetando el equilibrio de nuestro planeta. De no conseguirlo esta evolución que nos ha trasladado a mayores niveles de afecto llegará al colapso.

Observe el mundo en que vive: una fuerza nos ayuda a ser mejores personas, a relacionarnos y conectarnos a un nivel nunca visto hasta ahora. Sin embargo la energía que nos ha permitido llegar hasta aquí se alimenta de fuentes que están a punto de agotarse. Aún estamos a tiempo de impedirlo.

Notas

La civilización empática, de Jeremy Rifkin, está publicada por Ediciones Paidós


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