El antropomorfismo prometeico de baratillo de la Democracia norteamericana, cuya franquicia europea nos es tan cercana, letal y afín, va degenerando de manera acelerada en un manifiesto canibalismo económico, político y social de rango planetario, conforme las ensoñaciones saturnianas y utópicas de sus hagiografiados Fundadores y sus patéticos herederos plutocráticos se van plasmando en la trama de lo real.
Como todo lo que tiene que ver con eventos donde la violencia y las esencias de la sociedad democrática puedan airearse y “defenderse” contra algún enemigo, lo acontecido en Boston el 15 de abril de 2013 ha resultado tan plenamente nebuloso en su inteligibilidad como uno pudiera imaginarse. Vuelva el lector patrio avisado servirse recordar el 11M del 2004 para tener una muestra cercana, a pesar de los años transcurridos, de lo que insinúo.
Comienza también a ser evidente que los mecanismos de la sociedad del espectáculo no generan ya de modo pleno e indiscutible esa variante del trance sonambúlico llamado consenso (consentimiento) en las multitudes que sacian su organicidad social en las turbias fuentes de los mass media. Y aviso: algo se hará en breve para “organizar” mejor a los residentes en la nave espacial Tierra para que la problemática de la gobernabilidad no estorbe los designios de fletador, capitanes, oficialidad y residentes de cubierta de clase A del Titanic planetario en el que viajamos. No se sabe muy bien ya: ni adónde, ni porqué. Algo habrá que hacer para que puedan flotar mejor las pirámides…
Una modesta propuesta de inicio, dirigida a la Superioridad, es que arrojen por la borda cuanto antes al pajarraco de mal agüero llamado Stephen Hawking. Quizás sea una mera superstición marinera, pero creo que este señor apesta y pueda ser causa mediata de naufragio.
Este asunto de Boston, como el 11S (integrado en la categoría espuria llamada: “lucha contra el terrorismo”) o la fantasmagoría del Calentamiento Global, con su plétora de “soluciones” orwellianas recomendadas por los más diversos “comités de sabios”, dan una idea de por dónde irán los tiros para seguir manteniendo el rumbo de la nave de sombras llamada “planeta Tierra” por parte de esta plétora de criminales, oportunistas y cretinos.
Pocos países más vinculados a la hipocresía, las mentiras más burdas y las acciones de Bandera Falsa 1 que los Estados Unidos de América, auténtica locomotora post abrahámica de la etapa final del Kali Yuga. El hundimiento del Maine, Pearl Harbour, el incidente del Golfo de Tonkin o el 11S del 2001 en Nueva York son algunas de estas recurrencias de la Razón de Estado que sus clases dirigentes han dejado caer sobre el paisanaje. Pero lejos de mi intención tratar de convencer al lector de que lo ocurrido el 15 de Abril del 2013 en Boston sea una acción de Falsa Bandera destinada a legitimar, como los atentados de los setenta en Italia durante la etapa llamada “estrategia de la tensión”, la conversión en dictadura abierta y feroz de la insolvente y mentecata democracia plutocrática. Eso le corresponde sólo a él conjeturarlo. Me limitaré a exponer algunas circunstancias o hechos verosímiles en torno al evento provocado por supuestamente explosionadas marmitas (una de ellas, supuestamente, Fagor) para que trate de no aceptar como reales las nada veladas y falaces aseveraciones que los medios corporativos de desinformación masiva, norteamericanos y europeos, casi unánimemente nos quieren hacer pasar por verdades evidentes sobre el evento. En España, cuyo seguidismo de lo USA es cada día más grotesco, ya han sido detenidos dos pérfidos islamistas que, sin duda, buscaban continuar en Europa o Mali, provincia de Francia hasta nueva orden, su homicida sed de atentados. Como muy posiblemente en el caso norteamericano, han sido víctimas de las redes sociales, de su credulidad y de la presencia de los organismos de Seguridad omnipresentes tras estos artilugios, presuntamente democráticos, mediante los cuales no sólo se vigila sino que se incentivan y elaboran, aquí y ahora, la mayor parte de las acciones calificadas luego por la rebuznante Prensa de “terrorismo”.
Los israelíes lo tienen clarísimo, lo cual debe incitar de inmediato a la sospecha: los dos responsables señalados por el FBI y cazados como alimañas son “agentes dobles” que habrían sido infiltrados en las tramas yihadistas chechenas y que habrían traicionado sus auténticos objetivos. ¡Qué imaginación, querido lector!
El día escogido fue una muy significativa fiesta patriótica en los Estados Unidos vinculada a su Independencia. En las horas que siguieron al atentado, sin embargo, algunos medios destacados como Salon pretendieron achacar el atentado, por motivos basados en la ideología demente de “lo políticamente correcto” y sin ninguna evidencia, a algún “lobo solitario” de raza blanca. El artículo: “Esperemos que el autor sea un hombre de raza blanca” da muestra cumplida de ello. En Estados Unidos, como aquí, todo vale: asesinar a los propios ciudadanos para conseguir objetivos políticos o pretender establecer agendas ideológicas para determinar quiénes deban ser acusados de los diversos delitos. Una anécdota sin más que da muestra de lo repugnante que es nuestra civilización occidental y el espectro universalista y planetario que anda convocando. Pero ¿qué se puede esperar cuando lo que llamamos “opinión pública” es simplemente el gradiente de credulidad que las multitudes expresan en las más diversas imposturas propagadas como campañas de marketing por los media?
La idea convencional sobre el terrorismo, difundida por todo tipo de expertos con educación universitaria insertos en los más diversos organismos burocráticos vinculados a la Seguridad, considera que los perpetradores de actos terroristas buscan dar una amplia resonancia mediática a sus actos y que esa es su principal motivación.
Sin embargo, muy inseguro es para los responsables descansar en lo que puedan decir los media sobre sus perpetraciones, dada la escasísima fiabilidad de estas instituciones grotescas en todo tipo de asuntos. Este mitema ignora que la mayor parte de los actos terroristas realizados a lo largo de la historia contaron con el apoyo de tramas estatales internas o foráneas imprescindibles para su realización. No es tan fácil ir por libre en las artes negras de la mentira o el asesinato, cuando juegan con ellas actores tan significados como los Estados o los representantes del crimen organizado. Hay muchas maneras de hacer que hagan otros, haciéndoles creer que lo hacen libremente, dirigiendo sutilmente sus actos, como bien saben todas la Policías y organismos de Seguridad del mundo. Chivatos, agentes provocadores, escenarios de diseño, desinformación sistemática y propaganda negra son algunos de los muy elementales recursos para jugar con infelices motivados ideológica o crematísticamente poniendo en marcha las agendas más falaces y crueles. Contando inevitablemente con el impacto en la opinión pública, cada día más bovina, de estos “hechos” convertidos en eventos mediáticos. Es decir: en simulacros elaborados por los representantes del sector informacional. Estos últimos, como personas, poco más que perros al servicio de sus empresas.
En las sociedades autoritarias, del signo ideológico que sean, se silencian los hechos y la opinión pública, que no cree en su mayoría en la propaganda del régimen, se guía por el rumor más o menos verosímil, clandestinamente compartido. En las totalitarias, autocalificadas hoy de democráticas, la clave son campañas sistemáticas de marketing que venden los más divergentes e increíbles simulacros usando tecnologías de comunicación que transmiten estados emocionales y que erosionan las facultades cognitivas básicas. La sociedad se descompone en segmentos de mercado que aportan “estilos de vida”, como izquierda o derecha, cosas así, sin ninguna conexión con la realidad y, con sus minutos de odio incorporado, tirando millas. Nuestro pequeño y planetario mundo, basado en la cría de piaras ideologizadas, atomizadas y descerebradas. Luego a votar, como vacas con la oreja marcada por los ganaderos, en el temor a lobos improbables. Y nos extrañamos de que, con la que está cayendo, surjan cosas como el 15M o que siga funcionando el espectro de “la alternancia”.
Lo primero que se pregunta uno sobre los autores, de origen checheno pero no nacidos en Chechenia y con muy escasa estancia en este inhóspito paraje donde los rusos han cometido todos los crímenes contra la Humanidad posibles y donde los norteamericanos y sus aliados han hecho lo imposible por convertir la resistencia nacionalista en fundamentalismo islámico wahabita, es: ¿por qué habrían de atentar en suelo americano los chechenos?
Punto flaco básico en la versión oficial, hasta el punto que una publicación tan vinculada al ámbito decisional de la cumbre de la pirámide USA como Foreign Affairs, en un breve artículo, niega implícitamente la conexión de Chechenia con el atentado recogiendo los comunicados tanto del gobierno checheno, marioneta al servicio de Rusia, como de los dos más significados grupos guerrilleros (ambos fuertemente islamizados) que niegan plenamente su participación y, por ello, no pueden atribuirse mediáticamente el evento para conseguir objetivo alguno. De hecho atribuyen a las agencias de seguridad rusas el acto terrorista. No olvidemos que Tamerlán, muerto por la policía norteamericana, había viajado a Dagestán, donde los rusos, que habían alertado algunos meses antes a los norteamericanos de la posible vinculación terrorista del sujeto en cuestión y que encontraron como respuesta, tras una investigación detenida del FBI, ningún indicio de nada, no pusieron ningún obstáculo a la estancia de aquel a quien habían calificado de potencial terrorista. Los padres de ambos hermanos a los que se ha atribuido el asunto señalan que su hijo mayor, el difunto, había estado bajo continua monitorización del FBI durante años. Más oscuro de lo que pensamos, y se nos trata de hacer creer, pues. El autor del artículo añade lúcidamente que los chechenos son expertos en el manejo de armas y explosivos y no encaja para nada que realicen una atentado utilizando mecánicas tan primitivas como las desarrolladas en Boston. Los rusos, para complicar las cosas y arrimar el ascua a su sardina, señalan vínculos con las facciones fundamentalistas islámicas que luchan en Siria, apoyadas por los euromericanos, contra Assad.
¿Pero qué sentido tendría que estas facciones atentarán en USA? Ninguno.
Más tinta de calamar, más confusión, requisito básico para aturdir al personal y obligarle a aceptar la versión oficial para evitarse posibles dolores de cabeza. Lo importante es que a ti, no te ha tocado. Homo sapiens porcinus mediaticus en alza.
El modo de designar a los sospechosos es asaz curioso, tras un par de días del evento y después de haber mareado la perdiz pidiendo la colaboración de la ciudadanía, tras quedar inundada la red de todo tipo de imágenes tomadas in situ por los asistentes al Maratón, donde quedaba clara la presencia, entre otras cosas, de miembros de agrupaciones privadas especializadas en operaciones especiales con mochilas similares a las supuestamente explosionadas, el FBI determinó lanzar las fotos de los sospechosos designados como responsables excluyendo expresamente todas las otras imágenes. Un tío de los sospechosos dejó caer “inocentemente” a los medios que sus sobrinos eran radicales influenciados por Misha, un armenio pelirrojo convertido al Islam (sic) y dedicado a los exorcismos. Este mamarracho, que trabajó para Halliburton, modelo de emprendedor (humedécete, Esperanza, es de los tuyos), estuvo casado muchos años con una hija de un alto jerarca de la CIA especializado en… Cercano Oriente y Afganistán.
La caza de los designados como responsables (patsies máximos) alcanzó niveles inverosímiles de confusión. Se decretó algo similar al toque de queda, casi diez mil esbirros participaron, los ciudadanos quedaron inmovilizados en su hogares por la sugerencia de la Policía, se interrumpió el transporte público en gran parte de Boston, se cerraron los comercios, etc. Este ha sido el auténtico logro del evento, cotejar experimentalmente el grado de sumisión a la autoridad de grandes masas de ciudadanos en una zona urbana desarrollada en contextos falsificados y fabricados de supuesta emergencia, preparando el día en que la democracia pase a mejor vida y los gobernantes dejen ver a plena luz sus verosímiles designios. Cada vez más cerca. Resumiendo: a ver hasta dónde tragamos.
Se dijo que el primer sospechoso, Tamerlán (un nombre precioso, por cierto), habría muerto luchando contra las fuerzas de seguridad tras matar a un policía (JFK minuto, boys) arrojando marmitas explosivas sobrantes a sus perseguidores y disparando como un poseso, tras asaltar un Seven Eleven y robar un coche con su hermano pequeño. De todo esto no hay imagen alguna de referencia. Ya se fabricarán, querido lector, los adecuados testimonios. No lo dudemos, confiemos en la Justicia. El hermano superviviente consiguió huir y meterse en una barca varada en un jardín, donde fue meticulosamente acribillado con la excusa de que estaba armado, cosa que ha demostrado ser falsa; habiéndose herido a sí mismo, supuestamente, con un cuchillo en la garganta (que sabemos ahora que tampoco existió). Luego, en unas horas y convincentemente, confesó por señas en el hospital su participación justificándola con motivos religiosos. En fin, auténtica basura. Como lo de Leganés, recuerda.
Está claro que si creemos lo que nos cuentan, con las evidencias que afirman y nos presentan excluyendo todo lo demás que sabemos o podemos averiguar, acabaremos convertidos en piltrafas hu-manas: Homo sapiens porcinus mediaticus dispuestos a asumir que la trotona es un gobernante legítimo, que Angela Merkel quiere lo mejor para nosotros, que los Bancos son nuestro sistémico apoyo, que lo que está en juego es si hay o no violencia posible en las manifestaciones (como propugna la canalla del post 15M) y que lo decisivo es que el P. Felipe acceda al poder cuanto antes para resolver la crisis política.
¡Y que viva la piara!
Frank G. Rubio
1 El concepto de ataque con bandera falsa surgió en la época de los viejos navíos, cuando alguien atacaba a un enemigo izando la bandera de otro país para que la acción depredadora le fuera atribuida a éste y no a la nación del auténtico responsable.