Y es que el sindicalismo español vive hoy momentos de gloria, las páginas doradas de la lucha sindical por los derechos de los trabajadores pasan hoy por insultar a una señora, llamar a todo el mundo franquista y comprobar con horror en la prensa diaria otra factura escaneada de millones de langostinos pagados con un dinero que se supone va para organizar cursos de formación. Esto último suele dar mucho juego, pero a mi me parece lo menos malo: tan útil es a la sociedad un curso de formación como que los barrigudos gritones se harten de langostinos.
Se quejan en la extrema izquierda chalada de una campaña de los medios para desprestigiar a los sindicatos (siempre se quejan de lo mismo). Solamente se equivocan al responsabilizar a los medios: son los propios sindicatos los que ejecutan esa campaña. Un par de años más de UGT y CC.OO. y esos dos grandes sindicatos pasarán a la historia. Eso con suerte, si IU y PSOE en Andalucía no siguen protegiéndolos. Me imagino reuniones en penumbra con señores con restos de coca en el bigote diciendo "si yo caigo, tú caes conmigo". Ya sabéis.
También están quienes revolotean alrededor de algo que huele raro. Véase por ejemplo a una tal doña Almudena Grandes, diciendo cosas tan inteligentes como que le cae mal la jueza Alaya porque va maquillada a trabajar a las ocho de la mañana. Lo de Leopoldo Alas o lo de Mariano José de Larra eran columnas. Lo de esta señora es una deposición. Colocar el listón tan bajo hace que ni exista un debate: si las formas son tabernarias, simplemente no puede existir el diálogo. Y se quejarán después de lo mal que les trata todo el mundo y que si la abuela fuma. Ya.
Con razón tienen que venir de fuera a decirles que esto no puede seguir así, que el chollo no puede continuar, que la estrechísima vinculación de los sindicatos mayoritarios con el poder tiene que acabar. Que lo que hacen no es defender a ningún trabajador sino a sí mismos. Cuando una dictadura tiene un sindicato dependiente del poder, la dictadura cae y el hueco sindical que queda lo ocupan dos sindicatos que hacen lo mismo que hacía aquel sindicato único bajo el estado corporativo, se puede afirmar que esos sindicatos no son sindicatos sino otra cosa. La investigación policial en Andalucía está tratando de averiguar qué otra cosa es esa. Y menos mal. Llega a haber una policía autonómica andaluza y las soleadas tierras meridionales serían pasto de gomorritas.