La hormona de crecimiento (GH) es de naturaleza proteica, su síntesis se realiza en las células somatotropas de la adenohipófisis, con una producción diaria de 0,4-1 mg en los varones adultos y algo mayor en los adolescentes y las mujeres. Circula mayoritariamente unida a proteínas de transporte, con una vida media que oscila entre 17 y 45 minutos.
Es liberada a la circulación de forma pulsátil, fundamentalmente bajo control de dos péptidos hipotalámicos (hormona liberadora de GH o GhRH y somatostatina), aunque otros factores pueden influir en su liberación como el ejercicio (uno de los estímulos más potentes), el estrés y la hipoglucemia; también la ingestión de aminoácidos puede producir incrementos transitorios de hormona de crecimiento. Recientemente un nuevo péptido denominado ghrelina, producido fundamentalmente en el estómago, está considerado como un potente liberador de GH.
El incremento de los niveles de hormona de crecimiento con el ejercicio son mayores cuanto más precoz y más intenso es el mismo; el pico se produce entre 15 y 20 minutos después de finalizarlo, alcanzando su máximo a los 40-60 minutos y permaneciendo elevada varias horas. También influye el tipo de ejercicio que se realiza, si es o no intermitente (mayor respuesta) y el miembro que los realiza (mayor con los brazos que con las piernas).
Efectos fisiológicos de la hormona de crecimiento
Durante la infancia, su principal papel fisiológico es promover el crecimiento somático a través de la producción, en el hígado, del factor de crecimiento insulínico I (IGF-I) o somatomedina C, que media numerosas acciones de la GH, tales como la síntesis de DNA, RNA y proliferación celular, favoreciendo el crecimiento de tejidos esqueléticos y extraesqueléticos. También ejerce un papel central en el control del metabolismo proteico y en la composición corporal en los adultos.
Tras el cierre epifisario también actúa sobre el metabolismo intermediario favoreciendo el anabolismo proteico y la lipólisis. Entre sus efectos metabólicos destacan: el incremento de la captación de aminoácidos y su incorporación a proteínas, especialmente en músculo e hígado y el incremento de la movilidad de ácidos grasos libres procedentes del tejido adiposo.
En la actualidad, existen diversas indicaciones aceptadas del tratamiento con GH en nuestro país, debiendo ser aprobados todos los casos por un Comité de Expertos. Se están estudiando otras posibles indicaciones futuras: ancianos, situaciones de estrés y úlceras.
Hormona de crecimiento en el deporte
Es una sustancia dopante catalogada por la Wada como prohibida, tanto dentro como fuera de la competición. Probablemente su consumo se ha incrementado entre la comunidad deportiva, tanto en profesionales como aficionados por su dificultad en la detección y se consume más especialmente desde que se dispone de GH sintética, aunque sin evidencias científicas de que mejore el rendimiento atlético, por lo menos a corto plazo.
Muchos deportistas consumidores creen que puede aportar los beneficios de los esteroides anabolizantes sin ninguno de sus efectos secundarios y sin poderse detectar; por otro lado, en niños dotados atléticamente, pero con talla normal-baja, puede resultar atractivo, para entrenadores y padres, la posibilidad de mejorar la talla y a la vez reducir los depósitos de grasa.
Otro método de suplementación sería mediante la ingestión oral de fármacos capaces de estimular la secreción de GH endógena como propranolol, vasopresina, clonidina y L-dopa, o bien aminoácidos también estimulantes de la secreción de GH como arginina, lisina, ornitina y triptófano.
Recientemente, con su consumo se han detectado incrementos en la síntesis de proteínas, reducción en la oxidación de las mismas (que tiene lugar durante la realización de ejercicio físico) e incremento en la masa magra corporal, aunque no parece mejorar el consumo de oxígeno.
El mayor problema se plantea actualmente, por la dificultad en la detección del consumo de hormona de crecimiento, que tiende a resolverse basándose especialmente en técnicas por inmunoensayo dirigidas a diferenciar isoformas moleculares de GH recombinante.
Cómo tomarla y efectos secundarios
Los atletas suelen afirmar que la GH no tiene efectos secundarios, lo que probablemente sea debido a que emplean una forma inactiva (debe conservarse en frío), adulterada (con suero fisiológico, GH de primate) o una dosis incorrecta. Hasta el momento no se ha determinado la seguridad de la hormona de crecimiento exógena en sujetos normales, aunque están bien definidos clínicamente los efectos de la hipersecreción endógena de GH.
El exceso de GH en los niños puede producir gigantismo por la aceleración del crecimiento óseo longitudinal. En adultos, la hipersecreción endógena prolongada de GH causa acromegalia que, entre otras, cursa con miopatía, neuropatía periférica, diabetes mellitus y enfermedad cardíaca, incluyendo cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y miocardiopatía, por lo que sin tratamiento suelen fallecer antes de cumplir los 60 años.
La enfermedad músculo-esquelética y cardíaca asociada con el exceso de GH puede ser irreversible, incluso normalizando los niveles de la hormona. Es posible que aquellos individuos expuestos a tratamientos prolongados de GH y con dosis extremadamente elevadas, puedan presentar un cuadro similar al de los pacientes acromegálicos. Hasta el momento, no hay casos de acromegalia descritos entre los deportistas que emplean la hormona, aunque se han comunicado signos precoces de la enfermedad.
En pacientes con déficit de hormona de crecimiento en la infancia, tratados con la hormona en edad adulta, se ha objetivado retención hídrica con aumento de peso y edema periférico; así como síndrome de túnel carpiano y artralgias. En algunos pacientes, el edema se resolvió de modo espontáneo, pero otros requirieron reducir la dosis. Teóricamente estos efectos adversos también podrían aparecer en deportistas que utilizan dosis mayores de GH.
Otro problema potencial del empleo de la hormona exógena es el desarrollo de anticuerpos contra la GH que podrían interferir con la actividad de la hormona endógena y causar un déficit relativo de la misma. Finalmente, se deben tener en cuenta posibles problemas derivados de medidas higiénicas inadecuadas, pues se podría transmitir hepatitis, sida e incluso, con la de origen humano, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
En fisioculturismo se suelen utilizar dosis entre 200 y 600 microgramos. Se emplean análogos de la hormona de crecimiento como el GHrp2 y 6, éste último más armónico y llevadero a largo plazo. Se aconseja no suministrar más de 300 microgramos por cada inyección subcutánea y hacerlo siempre con el estómago vacío para que la acción de la insulina no interfiera con su efecto.
El objetivo de utilizar esta dosis es darle un impulso a la glándula pituitaria para que libere hormona de crecimiento a nivel endógeno. La intensidad del entrenamiento debe aumentar progresivamente pues también lo hará el apetito, principal efecto secundario.
Bibliografía:
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272006000300005