Hotel Nueva Isla, España-Cuba 2013

La actualidad cinematográfica parece que se centra esta semana en los hoteles. Del lujo pasado y nostálgico del Gran Hotel Budapest, al ambiente neorromántico de lo último de Neil Jordan en el destartalado Byzantium, para finalizar en la ruina inminente del Hotel Nueva Isla, de esta coproducción hispano-cubana, rodada en La Habana Vieja, por dos inspirados directores, la ceutí Irene Gutiérrez, y el cubano Javier Labrador, encargado también  de la fotografía. ¡Y qué fotografía! Cálida en homenaje a todos los ilustres huéspedes que pasaron por esta lujosa residencia cuando su fama enorgullecía a los vecinos del barrio, ardiente ante la desesperación de un antiguo funcionario, no tan mayor como parece, obstinado en volver a darle el esplendor que se merece este hotel, y sensual, bajo la mirada del deseo y del amor, lo único que se ha mantenido entre estas ruinas, que amenazan con derrumbarse de un momento a otro.La obstinación de Jorge, el personaje principal y casi único de esta conmovedora y sugestiva historia, por mantener en vida el proyecto de renovación de todo el hotel, se aproxima a la locura necesaria del Quijote. Una proeza sin futuro, unos esfuerzos que acabarán esfumándose, tarde o temprano, y una ilusión que se debe conservar para mantenerse en vida, como las frases sin final que talla en las paredes.En la vena más actual del cine de autor, el documental encarnado por sus propios protagonistas que se convierte en una ficción documental, retrata un universo muy especial. Jorge, más por voluntad propia que por imposición exterior, no pisa las calles cubanas. Encerrado entre las columnas, sin paredes, de un espacio abierto que parece increíblemente confinado se centra en su tarea sin fin, rehabilitar el hotel.En 1994 Lars von Trier dirigió una miniserie de cuatro episodios para la televisión danesa, El reino (en danés: Riget). En Hotel Nueva Isla, como en la serie, aparecen de vez en cuando algunos personajes, que todavía no han huido de la inminente declaración de desahucio, y aunque aquí el tono narrativo sea lo más alejado de lo sobrenatural, los últimos amigos de Jorge, parecen más la reencarnación de las almas de los desaparecidos huéspedes, que personas de carne y hueso. Una metáfora sutil para un aislado hotel, que no conserva ni un muro íntegro intacto, perfectamente cerrado en su desnuda apertura, con un título magníficamente imaginativo, ante el que el espectador se pregunta si esta nueva isla tendrá el mismo destino que el decadente hotel. Una ópera prima que intriga y fascina, por igual. ¿Jorge está buscando algo, destruyendo lo poco que queda o iniciando la reconstrucción de la Nueva Isla? Una pregunta que muchos cubanos se plantean día a día.