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Andreas Augustin, en Diario de un viajero, dice: “Ha llegado al Ritz de Madrid y se desliza lentamente sobre las gruesas alfombras del vestíbulo. Los motores se van apagando... El símil aeronáutico no ha sido escogido al azar: se ha sentido prácticamente propulsado hacia dentro por la botones que ha sabido empujar la puerta giratoria en el instante preciso y con perfecto impulso. Deja a su derecha la mesa del conserje y se registra en la encantadora recepción a la izquierda. Sus maletas se encuentran en la habitación. Ya ha aterrizado”. Y prosigue: “Exploremos ahora el vestíbulo, campo de batalla por el que desfilan las tropas de alta sociedad local e internacional. Raras veces podremos encontrar estilo más vibrante y cosmopolita en un ambiente tan distendido y seductor (...). Mujeres españolas hunden sus tacones en las mullidas alfombras, alegrándose de alcanzar el otro extremo sin sufrir percance alguno. Sus elegantes trajes hablan de bodas, bautizos... ceremonias a las que asisten en alguno de los salones del hotel, el Bar o El Restaurante Goya. Y es que el Ritz es el lugar predilecto de la alta sociedad madrileña”.Los primeros pasos del Ritz
Alfonso XIII –hijo de Alfonso XII y María Cristina de Austria– quería un hotel de lujo con categoría para alojar a los miembros de las realezas europeas, los mismos que no habían podido ser hospedados como él hubiera deseado cuando vinieron invitados a su boda con la Reina Victoria Eugenia: “La boda real fijada para el mes de mayo [de 1906] supuso un dilema para el rey Alfonso, debido a la manifiesta escasez de alojamiento de lujo en Madrid. París y Londres ya tenían un Ritz, mientras que Berlín, Roma, Viena y otras ciudades contaban con hoteles dignos de alojar a la realeza. ¿Y Madrid? Nada comparable... por lo que el rey tuvo que alojar a sus invitados en los palacios que la nobleza puso a su disposición. Además, coincidió con el momento en que los turistas adinerados de Europa del Norte y América empezaban a viajar a los climas más cálidos y cielos más azules de la Europa meridional. Madrid se estaba convirtiendo en su destino favorito, con el Museo del Prado, el barrio de los Austrias, sus monumentos medievales y barrocos, y la cercanía a otros enclaves de interés como El Escorial. Pero, de nuevo, no había en la ciudad ningún hotel que estuviera a la altura de las circunstancias. A decir verdad, era incluso un motivo de vergüenza, teniendo en cuenta el lujo y el nivel de servicio que recibían estos invitados en sus países de origen. Era el momento de hacer algo para remediarlo”.Las obras comenzaron en 1908 y la inversión ascendió a casi 6 millones de pesetas. Fue, además, el primer hotel de Madrid con presupuesto fijo para las relaciones públicas. El primer director fue Antonio Mella que antes lo había sido del Ritz de París y el de Londres. Una guía turística de la época dijo: “Con la inauguración del Ritz, la obsoleta ciudad de Madrid se convertía así en una verdadera metrópoli”
La llegada de los Marquet
En 1932 una familia belga, los Marquet, se hizo con la dirección de la Compañía de Desarrollo Ritz, en cuyo comité del hotel ya estaba desde 1926 el patriarca de la familia, Georges Marquet. En esos años, la dirección impuso una serie de estrictas normas. La mayoría de sus distinguidos clientes pertenecían a la alta sociedad y se quería salvaguardar su intimidad, confort y tranquilidad. Para los Marquet no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz, valoración que no sólo dependía del poder económico, sino más bien con aspectos como el origen familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. En esa idea el Sr. Marquet introdujo un código secreto para seleccionar la clientela. Los menos afortunados, eran llamados “TNR” (Tipo No Ritz). El Sr. Marquet sólo deseaba a la clientela más selecta y aquellos que no siguieran una determinada forma de comportamiento, eran transferidos a otros hoteles. Durante mucho tiempo el hotel Ritz fue conocido por no admitir a personas del mundo del espectáculo. A pesar de no ser completamente cierto, la verdad es que para algunos el hotel siempre estaba completo. Los Marquet no tenían nada en contra de este colectivo, simplemente rehuían de sus coloridos atuendos y los ruidosos fans que merodeaban alrededor del hotel. Como el Hotel Palace, situado justo enfrente, también pertenecía a los Marquet, casualmente el Ritz siempre estaba ocupado cuando recibía una llamada de algún actor de Hollywood, sugiriéndole que se iba a encontrar muy cómodo en el Palace. En su día el autor catalán Joseph Pla (1897–1981) dijo: “El Hotel Palace era el hotel de los que querían llegar a algo en la vida. El Ritz era el hotel de los que ya habían llegado”. También en una publicación de la época se llegó a escribir sobre el Ritz: “El hotel más aristocrático y solemne de toda Europa”. A pesar de estas exigencias, el Sr. Marquet se permitía efectuar ciertas excepciones con actores que él considerase caballeros como por ejemplo los actores Leslie Howard, Henry Fonda, Lawrence Olivier –por tener el título de lord– o Cary Grant –quien siempre se vestía de manera impecable–, entre otros.Nuevos cambios de propiedadEn 1947 murió Georges Marquet y dejó la empresa en manos de su hijo. Entre los años 50 y 70 el hotel se benefició del “desarrollo económico español” a cuyo frente estuvo Carmen Guerendian que sería sucedía en 1977 por Pablo Kessler. Ese año la familia Marquet vendió el Ritz y el Palace al empresario catalán Enrique Massó por 400 millones de pesetas. A partir de esta época se relajaron algunas de las exigencias dispuestas hasta entonces, como por ejemplo que las mujeres no podían llevar pantalones. El hotel fue siendo más benévolo con el tipo de clientela y comenzaron a pasar por sus habitaciones algunas de las principales estrellas de Hollywood y del espectáculo. Hoy son clientes más o menos habituales: Tom Cruise, Anthony Hopkins, Harrison Ford o Madonna, por ejemplo. Entre las dedicatorias de estos artistas se pueden citar: Such a wonderful adventure. Love (Nicole Kidman); How wonderful to be back in this great hotel. Thank you for everything (Sir Elton John); Always my thanks for making my stay so fine (Pierce Brosnan); Mi querido Hotel Ritz. Mi pasión (Julio Iglesias).En 1982, el hotel fue nuevamente vendido (junto al Palace) al grupo británico Trusthouse Forte por 1.000 millones de pesetas. La dirección fue asumida por John Macedo y se invirtieron 1.100 millones de pesetas en el mismo que no volvió a funcionar hasta seis meses más tarde. Entonces, la revista “Institucional Investor” lo calificó como “el segundo mejor hotel del mundo” (después de The Oriental Bangkok). La revista decía: “Situado justo en el centro de Madrid, con vistas al Prado y al Jardín Botánico, el Ritz ha sido el hotel de la realeza desde hace muchos años. Pero este hotel de 158 habitaciones ofrece la tranquilidad y el espacio que seduce a los banqueros y la decoración antigua se ha modernizado con lo último en telecomunicaciones y tecnología para los negocios. Los clientes habituales hablan con cariño del personal tan atento del hotel. Algunos empleados llevan 50 años trabajando en el Ritz”.Desde el año 2003 el Ritz forma parte de la Compañía Orient–Express Hotels Trains and Cruises, propietaria de hoteles tan singulares como Copacabana Palace (Río de Janeiro), Hotel Mount Nelson (Ciudad del Cabo) o el Grand Hotel Europe (San Petesburgo). El accionariado se distribuye a partes iguales entre el Orient–Express y a Omega Capital de Alicia Koplowitz*************César Ritz: el rey de los hoteleros y el hotelero de los reyesNació el 23 de febrero de 1850 en Niederwald, en el cantón suizo de Valais. Decimotercer hijo de una familia pobre, tras una infancia como pastar de cabras su primer contacto con la hostelería se produjo a los 13 años en el Hotel Couronnes et Poste en Suiza. Los inicios no fueron nada fáciles y su primer jefe solía decirle: “Ritz, nunca llegarás a ser hotelero. Esta profesión requiere unas aptitudes especiales y un talento del que tú careces”.Fue despedido y en 1867 se marcha a París donde encuentra trabajo en el Hotel de la Fidelité. Pronto fue ascendido a encargado. Luego pasó al Hotel Voisin donde conoció al chef francés: Auguste Escoffier. Su siguiente destino es Viena (1873) para trabajar en una exposición temporal en la que conoció a Eduardo, Príncipe de Gales, que más tarde se convertiría en su fiel mecenas: “Donde Ritz va, voy yo”.Posteriormente trabajó por toda Europa donde fue ganando prestigio y en 1898 se inaugura el Hotel Ritz de París en Place Vendôme, diseño del arquitecto Charles Mewes. Las habitaciones estaban decoradas con muebles de la época de Luis XIV y Luis XV, bañeras de mármol y arañas de Limoges, y fue el primer hotel en el que todas las habitaciones tenían cuarto de baño propio. Además, una campaña anunciaba al personal de la llegada de la realeza, lo que dio lugar al “sistema Ritz”.El siguiente Hotel Ritz que abrió sus puertas fue en Londres en 1906. Y posteriormente en Madrid en 1910. En 1912 César Ritz fue ingresado en un hospital psiquiátrico en Lausana y dos años después se trasladó a una clínica cercana a Lucerna. Falleció el 26 de octubre de 1918, pero su legado sigue aún vivo: “Ritz es sinónimo de calidad y excelencia. Un término que evoca sueños lejanos de esplendor y glamour, envueltos en sábanas de seda y lino tejido a mano. Significa pasear sobre extensas alfombras persas, comer en platos de porcelana fina, escuchar el tinteo del cristal y la plata...”.************** Mañana: La filosofía del Ritz, la esencia del Ritz y las opiniones de tres personas del personal.