Pues si amigos, estamos en julio y ahora que el calor aprieta sacamos el globo terráqueo (o en su defecto el google maps) y con los ojos cerrados marcamos con el dedo un destino que, paradisiaco o no, nos ayude a encontrar el descanso que tanto ansiamos en vacaciones. Nos imaginamos el proceso; abren el buscador, ordenan por calidad-precio y lo primerito que hacen ustedes cuando una cifra les convence es…mirar las fotos.
¿Y qué buscamos en esas fotos? ¿Qué nos hace decidirnos por uno u otro establecimiento?
Las sensaciones.
Se ha demostrado que la decisión de compra y de recurrencia es de carácter emocional ya que la conexión neurológica frente a este tipo de estímulos es más profunda.
Entonces… ¿y si en vez de pensar en la decoración como algo meramente estético (y/o funcional) diseñamos utilizando el interiorismo para provocar las emociones que nosotros queramos?
Hablamos de utilizar el interiorismo sensorial.
Para usarlo con éxito lo primero que tenemos que hacer es identificar muy bien el target de nuestro alojamiento, porque si vamos a atacar a sus emociones no todos tenemos las mismas.
Ahora que ya sabemos a quién va dirigido nuestro establecimiento nos tenemos que preocupar de conocerles muy bien, qué les gusta, qué les hace estar contentos, a través de qué manera podemos llegar a, mediante las emociones, tocar sus sentimientos.
Normalmente la manera de hacerlo no supone un sobrecoste, no pasa por utilizar el último material de moda o el chisme más innovador, sino por fijarse en los pequeños detalles y cuidaros. Colores, olores, texturas, objetos...tenemos miles de posibilidades de jugar con los sentidos para generar emociones.
Según Ilse Crowford, que ya habló de este tema en 2004, este tipo de interiorismo pasa por ser menos artificial, más humano.
Todas estas cosas suelen ser imperceptibles o difícilmente identificables por el usuario, el cliente sabe que ese sitio tiene ese je ne sois quoi que le hace sentirse cómodo y feliz, que hace que se enamore del lugar. Y cuando nos enamoramos ya sabemos lo que pasa, queremos volver y además les hablamos a los demás de lo maravilloso que es nuestro “amor”.
El interiorismo sensorial tiene que ver con el turismo de experiencias pero no es lo mismo ya que, por poner un ejemplo tonto, si incluimos en la decoración una Baticao puede que al verla, el usuario vuelva a las tardes de verano de juegos y piscina de su infancia en las que su madre le preparaba un batido bien fresquito de merienda, hemos hecho que el cliente reviva una experiencia pero sin ofrecerle ninguna real, le hemos hecho feliz recordando, y ese cliente va a asociar esa felicidad al lugar donde se encuentra.
Lo mismo pasa con un olor especial, unos colores determinados, un tipo de mobiliario…En definitiva valiéndonos de todas estas pequeñas cosas y manipulándolas y controlándolas sin dejarlas al azar podemos conseguir que un establecimiento tenga éxito.
Para nosotras el crear emociones es una más de nuestras herramientas de trabajo. ¿Qué os parece a vosotros?
Y ahora ya sabéis, cuando elijáis un hotel, hacedlo con el corazón ;)
*Este post opta al “Premio al mejor artículo de blog de interiorismo hotelero de InteriHOTEL"