Revista Cultura y Ocio

H.P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida.

Publicado el 08 mayo 2015 por Useenbooks @Naialma

yl8g5Autor de la Llamada de «Cthulhu», «Dagón» y «En las montañas de la locura», H.P. Lovecraft, maestro indiscutible del horror y de lo fantástico, sigue siendo objeto de una fascinación muy especial por parte de nuestros contemporáneos. Fue un hombre extraño, al igual que sus escritos. A pesar de haber nacido en una ciudad portuaria, sintió siempre auténtica fobia al mar. Profundamente apático, hostil a todos los valores del mundo moderno y, a fin de cuentas, de un racismo visceral, sufrió durante toda su vida pesadillas recurrentes. Su intento de llevar una vida normal se saldó con un fracaso. Michel Houellebecq recorre un itinerario fuera de lo común, saludando en Lovecraft al autor de un mito fundador, y extrae de sus escritos un alegato en favor de una literatura vertiginosa, “yuxtaposición de lo minucioso y lo ilimitado, de lo puntual y lo infinito”.

Impresión: H.P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida.

Los ensayos no son obras que me llamen especialmente la atención, tiene que atraerme mucho la temática o el autor para que le dé una oportunidad y es el caso de «H.P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida» de un autor hasta ahora desconocido para mí, Michel Houellebecq. Y es que, aunque no he leído toda la obra de Lovecraft, es uno de mis favoritos.

La verdad es que no hay mucho más que se pueda añadir a la sinopsis. Lo que vas a encontrar en sus páginas es eso, una pequeña biografía del estadounidense mezclada con extractos de algunas de sus obras y la opinión y la historia de cómo lo descubrió Houellebecq.

Pensé que iba a ser uno de esos libros a los que no le dedico una entrada pero hay varios fragmentos que me han gustado y no quiero olvidarlos.

El libro comienza con una cita de la que no necesitaría apuntar para recordarla (y eso pasa muy pero que muy pocas veces):

Quizás haya que haber sufrido mucho para apreciar a Lovecraft
– Jacques Bergier

Un poco más adelante:

Cuando uno ama la vida, no lee. Ni tampoco va al cine. Digan lo que digan, el acceso al universo artístico queda más o menos reservado a los que «están un poco hasta el gorro»

Esta quizá sea más debatible. Pero lo que sí es verdad es que cuando llevas una vida llena de distracciones y pocas preocupaciones, apenas eres consciente de lo que pasa a tu alrededor. Los libros, el arte en general pasa más desapercibido. Puedes seguir leyendo, sí, pero quizá ya no es tan importante porque no te refugias en historias de ficción para olvidarte de tu realidad. La lectura/el arte cambia de significado. En mi humilde opinión.

Sobre los personajes:

Incluso podríamos decir que la deliberada insipidez de los personajes de Lovecraft contribuye a reforzar la fuerza de convicción de su universo. Cualquier rasgo psicológico demasiado acusado podría sesgar su testimonio, arrebatarle un tanto de su transparencia; saldríamos del terreno del horror material para entrar en el ámbito del terror psíquico. Y Lovecraft no quiere describir psicosis, sino realidades repugnantes.

Sobre su vida personal no hay muchos detalles. Me llamó la atención la parte donde cuenta que de los 18 a los 23 apenas hay datos. Que se pasaba el día en casa, sin salir y deambulando por la casa por las noches. Se sentía mayor, le había afectado haber dejado atrás la niñez. Se convirtió en un hombre apático.

En la biografía de Lovecraft hay muy pocos acontecimientos. «Nunca ocurre nada» es uno de los temas principales de sus cartas. Pero puede decirse que su vida, ya reducida a tan poca cosa, habría estado totalmente vacía si Sonia Haft Greene no se hubiera cruzado en su camino.

Y pensaréis «ooooh qué bonito» PERO un hombre hastiado, harto de la humanidad no cambia tan fácilmente, ni siquiera por amor. El matrimonio, aunque duró poco, bastó para sacar lo mejor/peor de Lovecraft. Su estancia en Nueva York sirvió para que su misantropía, racismo y su odio en general creciese todavía más. Y de vuelta a su Providence natal, comenzó a escribir lo que serían sus «grandes textos». Esos que, post mortem, lo hicieron un referente, un mito.

Como escribe en 1918, «cualquier racionalismo tiende a minimizar el valor y la importancia de la vida, y a reducir la cantidad total de dicha humana. En muchos casos la verdad puede provocar el suicidio, o al menos a determinar una depresión casi suicida»

silviadesign

Dibujo a lápiz por S. Design

No es un ensayo pesado; todo lo contrario, es muy ameno de leer y tan cortito que dura un suspiro. Aunque está orientado para todos aquellos que ya conocen su obra o son fans, las personas que sólo lo conozcan a través de los videojuegos/juegos de mesa de rol, pueden sentirse igualmente atraídos por su figura. O al menos es una de las anécdotas que cuenta Houellebecq de un evento de firmas.

Puntuación: 6/10


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