Revista Cultura y Ocio

Huascar

Por Enrique @asurza

Huascar, emperador Inca. Hijo de Huayna Capac y de Rahuac Ocllo, nació en el pueblo de Huascarquiguar o Huascarpata. De acuerdo a la versión de algunos cronistas, para celebrar su nacimiento su padre mandó hacer una cadena de oro tan grande que se precisaron doscientas personas para cargarla y arrojarla a un lago cerca del Cuzco. Su nombre original fue Topa Cusí Huallpa y adoptó el de Huáscar al ser proclamado Inca. Deseoso de continuar la política expansiva de su padre, envió una expedición encabezada por su primo Tito Atauche a someter los poblados al noreste de Chachapoyas; y pretendió conquistar el valle Moxos. Pero desde un comienzo tuvo que ocuparse de debelar sediciones e intrigas que tramaron en su contra sus más cercanos parientes: en una de ellas estuvieron comprometidos sus hermanos Chuquishuaman y Conono, quienes pretendían derrocarle para entronizar a otro hermano suyo, Cusí Atauchi. Este siniestro plan no pudo llevarse a cabo debido a que el mismo Chuquishuaman, arrepentido y medroso, delató a sus hermanos. Huáscar no perdió tiempo y los mandó ejecutar de manera sumaria.
Tiempo después tuvo que hacer frente a la sublevación que encabezó su hermano Atahualpa en las regiones quiteñas, apoyado por pastos y carangues. La beligerancia se agudizó cuando Atahualpa, desoyendo las órdenes de Huáscar, se negó a viajar a los funerales de su padre, mandando en cambio embajadores portando regalos para su hermano. Este ritual de inicio de relaciones recíprocas mediante la entrega de bienes sólo estaba reservado al inca. Huáscar despachó entonces un ejército comandado por su hermano Atoe, quien a pesar de haber derrotado a las fuerzas de Atahualpa, no logró hacerlo prisionero. Un segundo ejército al mando de otro hermano de Huáscar, Huanca Auqui, no tuvo mejor suerte. Tras varias escaramuzas, ambas tropas chocaron en la meseta de Bombón y luego de tres días de lucha se impuso la superioridad numérica de las tropas quiteñas. Las fuerzas imperiales destrozadas se retiraron camino a Jauja. En la llacta de Yanamarca, cerca de Jauja, se libró otra batalla, que quizá fue la más sangrienta de esa guerra por el enorme número de combatientes en cada bando. Al final el ejército cuzqueño tuvo que retirarse con sus mermadas filas a la margen derecha del río Mantaro, desplegando allí una línea de defensa de dos mil hombres y resistiendo los ataques de Quisquiz y Calcuchimac, generales atahualpistas. Esta vez Huáscar preparó un tercer ejército con gente proveniente del Contisuyo y decidió encabezarlo personalmente, venciendo sucesivamente a los quiteños en Tahuaray y en Cotabambas. Creyendo Huáscar que la victoria había sido total ordenó hacer fiestas, sin reparar en que los mejores hombres quiteños al mando de Calcuchimac estaban camuflados en los cerros vecinos. Mientras los cuzqueños celebraban, fueron sorprendidos y vencidos por las tropas atahualpistas, siendo hecho prisionero Huáscar. El camino al Cuzco quedó abierto e ingresaron triunfalmente, desatando una terrible represión y asesinando a la mayoría de nobles cuzqueños. Huáscar tuvo que presenciar la matanza de sus mujeres y de sus hijos nacidos y por nacer (sacados del vientre de sus madres y despedazados). Mientras tanto en Cajamarca Atahualpa había sido capturado por los españoles y había ofrecido por su libertad llenar un cuarto con oro y plata, pidiendo que su hermano fuera llevado a su presencia. Bajo una fuerte custodia atahualpista Huáscar fue conducido hacia Cajamarca, topándose en el camino con la comitiva de españoles y quiteños que se dirigían al Cuzco a recoger parte del tesoro ofrecido por Atahualpa. El destronado monarca les ofreció cubrir la plaza de Aucaypata con oro y plata a cambió de su libertad. Enterado Atahualpa del ofrecimiento de Huáscar y temiendo que llegase a un entendimiento con los españoles, ordenó su muerte. Huáscar fue arrojado con las manos atadas al río Angasmarca.


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