Revista Cultura y Ocio

Hugo izarra

Por Acalvogalan

HUGO IZARRA

Mencionado por:Ana María EspinosaFernando Sabido Sánchez
Menciona a:Abraham GrageraAntonio GómezAntonio OrihuelaBen Clark Camilo de OryDéborah AntónDiego ZaiteguiHerme G. DonisJesús UrceloyLF ComendadorMartina GareaMiguel Sánchez GatellPedro Juan GutiérrezRaquel G. OteroRaúl VacasRaúl ZuritaRebeca YankeSafrikaSusan UrichSusana Vecino
Bio-Bibliografía
Nací en ese infierno con vistas al mar llamado Vigo el día quince del mes de septiembre del año 80 del siglo pasado. Desde entonces he muerto varias veces. He seguido escribiendo, a pesar de todo, por puro aburrimiento, por incapacidad absoluta y demostrada de hacer otra cosa. Me han publicado dos libros: Gominolas para los patos y Música para atravesar los túneles. Lo más normal es que me muera sin volver a publicar otro libro. Cuando lo haya hecho, cuando me haya muerto de verdad, donaré mi alma a la ciencia y mis poemas a los analfabetos.
http://hugoizarra.com



Poética
Se puede vivir sin ella.
Poemas

ManifiestoYo,que siempre he sido un infiltrado,un impostor, un paria, un cero a la izquierda,un simulacro fallido de hombre libre, un traidor cutre,un gordo obsceno, un apestado.
Que me crié entre católicos sin estar siquiera bautizado,que renegué un millón de veces del dios al que rezaban,que me agaché y guardé silencio y admití ser como ellosaunque por dentro los odiase con todas mis fuerzas.
Que me fingí conservador por mantener un puesto de trabajo miserable,hasta que me di cuenta de que la dignidad valía más que el miedo al hambre,y entre los pobres que me quieren hago gala de un éxito que no me pertenece,siempre que puedo, porque es más fácil mentir que decir lo que se siente.
Que, en vez de gritar y rebelarme, pagué con desdén a quien me dio desprecio,que sobreviví huyendo del conflicto, de la responsabilidad, del compromiso,que me hice el loco cuando hubo locas que decían amarme, aun sin amarlas,que oculté mi enfermedad por temor a ser rechazado por los estúpidos.
Yo,abanderado del fracaso, mentiroso, chantajista,cobarde, rata inmunda, poeta infame, oportunista,que no siempre confié en quien debí haber confiado,que vendí barata mi integridad, porque era pobre y además imbécil,y me estrellé contra muros que sólo existieron dentro de mi cabeza,admito todos y cada uno de mis errores, uno por uno,y no me arrepiento de ninguno, porque soy un necio.
Otoño de VivaldiHay un momento–no importa si estás vivo o muerto–en que la vida se detiene, toma airey, sin mirarte a los ojos, recoge sus cosasy se va de tu cuerpo para siempre,te abandona sin dejartesiquiera una nota.
El amor es un poco así,como la propia vida. Acude cuandono le llamas, te invade, te ilumina,se cansa de latir, se apaga y se vay te deja reducido a estoque eras hoy, que fuiste hoyque ya no volverás a ser,por mucho que te duela,nunca más.
Bondad divinaDios le puso al hombreun corazón para rompérselo,un par de manos que llevarse a la cabeza,dos ojos con que verse envejecer en el espejoy un par de piernas que cediesen con el tiempo.
Creó el amor para excusar la traición y la mentira.Se inventó la justicia, fue una broma innecesaria.Le prometió una familia, y un coche y una casa;no le advirtió de los distintos ministeriosy se marchó por donde había venido.
Cabalgar la mañana entre bostezosOcho y diez o puede que ocho y cuarto.Y diciembre, que es rígido y cruel y perseverante,ha vuelto a dejarse caer por la ciudady se entretiene haciéndose notar–tal vez porque no es grande,su presencia es más notoria– en cada partícula de existencia.
La lluvia nos azota en diagonaly aún es de noche, y el ruido acostumbradoha comenzado a instalarse ya por las aceras:los pasos, las persianas, los motores de los coches,las válvulas que rugen, las voces de los niños,el abrir y cerrar de cremalleras, las miradasnos inundan y nosotros no podemoshacer más que contenernos.
Rostros proletarios, somnolientos,cabalgan la mañana entre bostezos,–algunos son blancos, pero los hevisto también azules y amoratados–,encendiendo sus luces y sus cuencastras las lunas empañadas por el frío,saliendo de los parkings, esperandosu turno para incorporarse al tráfico.
Algunos parecen impacientes por llegar,otros caminan ateridos con la cabeza baja,plegando el cuello, fumando e ignorandoinvariablemente la sombra breve que,tímida y fugaz, proyectan sin querersobre los escaparates.
La ciudad nos observa con ojos tranquilosLa ciudad nos observa con ojos tranquilosporque tú y yo somos elementos en concordiay cada paso que damos estaba ya escrito en elGran Libro de los Pasos y es gracioso vernosasí, como si siempre hubiésemos sabido dóndeacertar con el pie, dónde poner cada palabra.
Aquí, entre la gente que avanza y corre y empuja,tú y yo somos dos estatuas de piel tan diminuta,representando un papel para nosotros mismos.
Algunos poetas suben al cielo sin chaqueta y otros noDespués de escuchar a las viejas preconizandocon vehemencia las virtudes del Linimento deSloan, de observar sus extremidades comosi fuesen de otro, de sentir el bombeo dela sangre concentrado en las muñecas,el poeta C.B., existencialista sombríodesconvencido y pragmático, invitóa todos sus amigos a desalojar ellocal y, poniéndose la chaqueta,les deseó buena suerte y subióa su casa a descansar con losgatos. A admirarse la tripavelluda, pálida y blanda.A escribir algo, versossueltos, lo que fuese,por malo que fuese.Porque era tristeque un escritorno escribiese.

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