1983. Georgia. Fotografías en blanco y negro de varias pistolas numeradas con tiras de papel resultado de una operación policial. Una voz pétrea irrumpe. Algunos de estos jóvenes destacaban por su talento, ¿pero realmente lo valoraban? En las imágenes de los registros de detención podemos reconocer a siete personas. El presentador del informativo continúa. El gobierno socialista les dio la oportunidad de estudiar música, arte e idiomas. A cambio invirtieron esa habilidad y energía en asesinar a gente inocente. Y termina por sentenciar. Serán castigados.
Apenas unos días antes Nika y Anna preparan su boda, acontecimiento que les servirá como tapadera para escapar de la Unión Soviética. Aprovechando el viaje de novios desde Tiflis a la localidad costera de Batumi planean, junto a otros dos amigos de familia acomodada como ellos y tres hermanos estonios, secuestrar el vuelo comercial que los traslade y aterrizar en la vecina Turquía.
Tras asistir al prólogo de esta historia real parece evidente que las cosas no salieron como tenían previsto. El revelador inicio indica que el QUÉ no es lo importante. El director Rezo Gigineishvili, georgiano cuyos padres pertenecían a la élite soviética, centra su película en el POR QUÉ. Cuáles fueron las razones que llevaron a estos chicos de clase alta a llegar al extremo de apresar un avión y matar a personas por un deseo de libertad, algo que desde el prisma de quien vivió lo acontecido in situ resultaba muy difícil de comprender.
Uno de los puntos fuertes del filme que lo hace singular y diferente reside en el punto de vista a partir del que se analiza el incidente. La perspectiva de alguien que asistió a todo aquello en el propio escenario donde acaeció y que ahora acomete la labor de transmitirlo de forma cuasi documental, de la manera más objetiva posible, echando mano de relatos y testimonios que ha ido recabando, convierte la cinta en algo tremendamente valioso. El mismo lance en manos de un gran estudio estadounidense habría adolecido de un marcado sesgo ornado de espectacularidad y grandilocuencia formal.
Más allá de unos hermosos planos secuencia que ayudan a retratar momentos de absoluta felicidad de Nika, como el baile de su boda, esa huida del maniqueísmo, a pesar de la cercanía física y temporal con lo ocurrido, el uso de intérpretes no profesionales y la sobriedad y austeridad de la realización, prescindiendo de música que condicione al espectador, de un montaje picado y de todo elemento que glorifique la violencia, es lo que realmente impacta al público.
Esa elección narrativa, además de emparentar con la parquedad del acercamiento de Paul Greengrass al 11-S en United 93, concede a esta película el crédito de asomarse a un suceso todavía controvertido en aquella ex república soviética ofreciendo a la audiencia información suficiente para que cavile, al igual que quien se coloca tras la cámara, acerca de los condicionantes que desencadenaron unos sucesos tan luctuosos como las consecuencias que acarrearon a todo el que, directa o indirectamente, se vio involucrado en ellos.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Inkfilm, 20 Steps Productions. Cortesía de Karma Films. Reservados todos los derechos.
Rehenes
Dirección: Rezo Gigineishvili
Guión: Lasha Bugadze y Rezo Gigineishvili
Intérpretes: Irakli Kvirikadze, Tinatin Darakishvili, Avtandil Makharadze
Fotografía: Vladislav Opelyants
Duración: 103 min.
Georgia, Rusia, Polonia, 2017
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