Revista Cultura y Ocio
Leer para disfrutar. Antes que nada, ¡feliz año nuevo! Os deseo a todos lo mejor para este 2013 que empezamos y como siempre, muchas gracias por estar con nosotras al empezar a pasear por el nuevo calendario. Sé que últimamente he respondido pocos comentarios y he visitado pocos blogs (bueno, los he visitado pero no he comentado) y debo pediros perdón por ello. El final del año ha sido agotador pero, después de Reyes, volveremos con las pilas cargadas y trataremos de estar más presentes en todos lados. Esta es una entrada programada porque pensé que sería bueno desconectar un poquito. Hace tiempo que le doy vueltas a un asunto y me gustaría comentarlo con vosotros.
Hemos hablado muchas veces del carácter lúdico de la lectura, de lo importante que es que los niños descubran esto y de lo difícil, por no decir imposible, que sería llegar a apreciarla sin este factor.
Lo hemos comentado tanto que me da miedo parecer pesada pero sospecho que no ha quedado muy claro porque aún me encuentro, en ocasiones, defendiendo esto a capa y espada frente a adultos que hablan de su carácter didáctico, que buscan libros “que enseñen” y que dejan en las estanterías preciosas historias que “son una tontería” o “no aportan nada”. Sospecho que a esos adultos nadie les descubrió lo divertido que es leer.
Hace unos días pensaba en la cantidad de retos literarios que podemos encontrar en la blogosfera, para leer determinados autores, sagas completas, libros de un género en concreto… la mayoría son realmente atractivos. A nivel personal, yo me apunto a muy pocos y os voy a explicar por qué.
Estos retos son divertidos, forman parte de ese juego maravilloso que es leer y la gente que se apunta a ellos disfruta enormemente. En mi caso, la mitad, si no más, de los libros que leo a lo largo de un año forman parte de mi trabajo o llegan a mí como material de estudio. Algunos los disfruto como la que más, otros se me hacen más pesados, pero, en general, soy afortunada porque trabajo haciendo algo que me apasiona.
La otra mitad son libros que voy eligiendo con cuidado, que a veces me desilusionan y otras me encantan pero que, sobre todo, me ayudan a no olvidar por qué me dedico a los libros y la literatura. Los que elijo yo solita, lo que me regalan sabiendo que me van a gustar, los que leo solo para disfrutar (aunque ya sabéis que la lectura siempre aporta mucho más), esos, son los que me demuestran la importancia de lo que hago los que me empujan a seguir. También los que me animan a leer algunos un poco más pesados para saber más.
Si este último grupo lo lleno de retos dejo muy poco espacio para los libros que llegan porque en ese momento me apetecen, porque los he encontrado en una estantería mirándome o porque son justo el que necesito. Ya veis, me apunto a pocos retos y casi siempre llego a cumplir por los pelos (aunque reconozco que, deprisa y corriendo, suelo disfrutar mucho de esas lecturas que me auto impuse en su momento).
¿Por qué os cuento esto? Fácil, para explicaros que yo, que trabajo con libros, he descubierto con el tiempo que debo dejar un espacio para la lectura sin imposiciones, la que llega solo para entretener y regalar buenos ratos.
Yo, que ya soy lectora empedernida y experimentada, digamos que todo terreno, soy consciente de la importancia de leer para divertirme. ¿No os parece que, entonces, un niño, que da sus primeros pasos en esta aventura, necesitará mucho más y con mayor motivo descubrir esta faceta de los libros? Para que un niño sea un adulto capaz de leer de todo, antes tiene que sentir que leer es fácil, que las letras ruedan solas hasta nosotros y que nos hacen pasa ratos fantásticos.
Hay libros de todo tipo, con formas, tamaños y colores para todo el mundo pero, si no descubrimos lo mejor de ellos, su capacidad para llevarnos lejos, hacernos reír o llorar, tenernos horas pegados a ellos, buscar ratitos para seguir leyendo porque queremos saber más… Si no sentimos todo eso y las cosquillas de los momentos intensos de cada lectura nunca podremos llegar a libros difíciles que solo enseñen ni seremos capaces de aprovechar tooooodo lo que nos ofrecen.
Los humildes consejos de hoy son para que, ahora que Sus Majestades de Oriente están llenando los sacos para cargar en los camellos, les demos ideas para que traigan libros divertidos, que hagan volar, que llenen el corazón, aunque creamos que “son una tontería”. Un libro siempre tiene mucho que aportar pero lo más importante, el medio para llegar a todo lo demás, es la diversión, la ilusión, la risa, el sentimiento…
Prioricemos el carácter lúdico y afectivo de la lectura. De verdad, si lo hacemos, todo lo demás llegará solo. Y no me queda más que desearos una noche de Reyes mágica y que Sus Majestades traigan, a lomos de los camellos, sobre todo energía, ganas, fuerza y sonrisas ;)