Revista Cultura y Ocio

I GM: Élite

Por Selva Del Olvido





Carta a su esposa de Thomas O` Carthaigh de los Royal Irish Fusiliers II cuerpo de la BEF
Amada mía, me faltan las palabras para relatar la gloria de nuestros hechos. Ni nuestra patria ni yo podíamos quedarnos con los brazos cruzados ante la injusticia que corroía a nuestros hermanos belgas. La alegría invade mi corazón de servirme útil a Gran Bretaña, mi país y mi gloria.
No podría relatarte  a la emoción que me embargó cuando su majestad Jorge pasó revista a nuestra fuerza. Decían que se necesitaban 100 000 hombres, el destino, en esta hora aciaga en que solo Inglaterra es garante de la paz, ha querido que 1 000 000 000 de nuestros  compatriotas se hayan alistado.
No tardaríamos mucho además en probar nuestra valía. Las ordenes eran desembarcar y aproximarnos a las fuerzas francesas hasta formar parte de su ala izquierda. La idea es servir  de apoyo a sus fuerzas mientras invaden territorio imperial. Nuestras fuerzas tienen que aguantar casi todo el peso.
El paisaje, mientra avanzábamos era ensordecedor, baldía la civilización se presentaba ante el  mudo espectáculo de la flamígera conflagración. Miles de ciudadanos belgas avanzaban por las vías, arrastrando los escombros de una vida tras ellos. 
Y esa irresoluble y tremula quietud acabaría el día 23 de Agosto de 1914.
Aquel domingo veintitrés, llovía mientras nos acercábamos a Mons y la ristre de refugiados vestidos de domingo, con sus mejores galas, no presagiaba más que la presencia del ejército alemán.
Aunque eso ya lo sabíamos, y es que querida no te imaginarías las enormes máquinas de madera y metal que comienzan a surcar el cielo, totalmente libres del peso de un equipo, se enfrentan al vacío con valentía y nos avisan del avance del enemigo.
 No obstante he de decir que a todos nos cogieron por sorpresa
 Mons es un  centro industrial, fundiciones, fábricas, columnas de humo hubieran tintado de gris el cielo de no ser por la situación.
Nadie trabajaría en aquel domingo, no por respetar el descanso de dios, sino por descender a los infiernos mi amor.
 Pese a todo estaba rodeada de montículos regados por ríos y afluyentes, salpicados por carreteras vías de ferrocarril; un lugar como otro cualquiera, un lugar como los nuestros.
En la misma alba nos informaron sobre unos combates producidos el día anterior, se habían retirado y solo nosotros formábamos parte del avance contra los alemanes. Pero allí nos encontrábamos,  ibamos a enfrentarnos a más del doble de nuestras tropas, no obstante, como en Waterloo, nuestra última batalla, estábamos dispuestos a morir.
Y entonces en un suspiro la muerte se desperezó sobre el día. 6 divisiones de soldados alemanes se acercaban al flanco izquierdo que defendía el II ejército protegiendo la pieza central del terreno, el saliente del canal.
 Pero la acción era demasiado fugaz, filas y filas de columnas de masa alemana se acercában, y nuestros fusiles Lee escupían fuego a una velocidad increible, el más torpe de los soldados del cuerpo hacía blanco, era una orgía de sangre y la sorpresa por la velocidad del fuego pasó a convertirse en placer y poder.
Los matamos sin descanso y cuando se cansaron intentaron cruzar los bosques en pequeñas partidas, pero estábamos bien ocultos, disparábamos al objetivo y no a la masa, cavábamos pequeñas trincheras que nos servían de pedestal para el escarnio alemán y volvíamos a empezar.
Estábamos eufóricos...y ciegos.
Querida, perdíamos terreno poco a poco, y el gigante alemán no se ralentizaba por el peso de sus muertos. Las órdenes cambiaron a aguantar al límite la posición, proteger puentes para retrasar el avance germano e impedir que tomaran por completo el canal que vertebraba el campo de batalla, realmente la única línea real de defensa. Eran las 11 de la mañana
A medio día estabamos intentando situarnos en un pueblecito al norte adelantando las líneas  para cortar el acceso y el acoso al canal central pero por aquel entonces los alemanes ya nos superaban en un amplio número y el fuego de su artillería nos masacraba realmente intentábamos evitar el desvanecimiento del la línea central que si caía nos arrastraría a todos con ella.
Nuestra división era la encargada de defender el saliente del canal, si se capturaba la defensa de los puentes sería innecesaria y los alemanes nos rebasarían a la retaguardia.
Lastima de la huida de los franceses.
A las 3 de la tarde estábamos retirándonos. los cañones del enemigo, de 77 mm eran francamente superiores a nuestros cañones de 13 libras y el avance lento pero constante de germanos les había permitido colocar su artillería en altura. Nunca olvidaré el retumbar sobre el suelo y el pánico que siguió al ataque masivo lanzado desde el bando contrario,  todos mis compañeros empezaron a huir, los pocos que quedábamos en formación fuimos rodeados y el repliegue se tiñó de rojo, fue la primera vez que olíamos el desagradable perfume de la muerte.
Hubo muchos héroes que cubrieron nuestra desordenada estampida, hombres que se pusieron al mando de ametralladoras defendiendo la posición y los pasos viables de los puentes no volados, hombres que dieron su vida por nosotros.
Hombres cuyos rostros, se pierden en el torbellino fugaz de esta batalla, en el estruendo que provocan dos fuerzas imparables: nuestro orgullo y sus cañones.
Al anochecer paró el fuego algunos dicen que un ángel engalanado con una panoplia de llamas detuvo su avance prefiero pensar que fue el miedo a nuestras bayonetas.
 Ni todo nuestro valor  había podido detenerles, pero han probado nuestro acero, y saben, que en un terreno favorable, que hombre a hombre y sin cañones, no tienen oportunidad.
Hoy retrocedemos para mañana, destrozar sus almas y vengaremos a los 1600compañeros que mañana no podrán conseguirlo.
Ten fe en mi vuelta amor, pese a todo mis compañeros y yo estamos animados sabemos, que venceremos.
Ten fe en el rey, en Inglaterra y en Dios.




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