He dedicado más de lo normal hoy a pensar en esas fotos que un día no me hice porque estaba de berrinche, agobiada por un grano que yo creía el centro del universo o vete tú a saber… ¿Sabes esa sensación de querer volver a algún momento de tu vida y abrazarlo con todas tus fuerzas hasta que solo puedas sonreír? Piensa en ese disco duro que tienes lleno de fotos que jamás miras pero que, si se formateasen, tu mundo se derrumbaría. Yo es que soy bastante dramática, ya lo sabéis, pero la vida hoy la veo más o menos así… Como un disco duro, como una foto cuyas caras a veces me cuesta recordar y que no quiero dejar de copiar una y otra vez por si algún día se pierden en alguna ubicación.
Hoy volví a escuchar su voz y estaba conmigo, y eso que es doloroso intentar creer cuando ni tú misma te lo crees ni por un segundo. Pero así era, estaba. En el disco duro de mi alma, en el de mi vida y en todos los aguaceros que últimamente derramo.
Me imagino que para eso están los blogs, para escribir y desahogar almas que creías perdidas.
Alguien me dijo en uno de los días más duros de mi vida que escribiera, que no dejara de escribir… Con esas palabras se me encendió algo en el alma que espero poder responderte en algún futuro u otra vida con unas grapas y un fajo de páginas por corregir. De momento, me conformo con esto, con intentar que esta sea no más que otra triste entrada nostalgica de domingo como las de antaños adolescentes pero con razón ahora y que me permita empezar la semana con menos chaparrones.
Si te quieres reír, por contraposición, hoy he disfrutado con los que algunos titularán de bazofia y con los que estaría de acuerdo si no fuese porque estoy deseando ver el siguiente episodio con un té verde y las piernas sobre la cama… Te apiades o no de mi alma, I love You anyway...