Revista Atletismo

I Ruta de la Pasa

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante
I Ruta de la Pasa
En la última ruta de las buenas que realizamos, Pascal, Paco y yo realizamos una integral nocturna de la Sierra de Mijas; fue durante la última luna llena, en octubre.

Ahora en noviembre tocaba súper luna, y aunque tengo varias cosillas en mente para realizar con luna llena, cuando contacté con Paco me propuso algo diferente y diurno, la Ruta de la Pasa, por asfalto y perspectiva de acabar sobre la hora de comer.

Así, pocas horas después de hablarlo, estaba esperando, en el sitio equivocado, como de costumbre en este tipo de quedadas, a las 7 y media de la mañana, y tras encontrarnos, salimos hacia Totalán, donde aparcamos a las 8 y media.

Nos preparamos y nos pusimos en marcha rumbo a Olías, comenzando una ruta circular por el tramo más duro, aprovechando que estábamos frescos y la temperatura era la ideal, ya que el día prometía calor.

Los dos primeros kilómetros nos permitieron poner un buen rimo, ya que la pendiente era suave y a favor, y rápidamente decidí quitarme la camiseta de manga larga y quedarme en manga corta.

Me arrepentí de no haberme puesto mallas cortas o calzonas, ya que iba con unas largas con las que ya estaba pasando calor; la SAD Extend y las Nunche 3 completaban mi atuendo.

Fuimos ascendiendo por la carretera, de casi inexistente tráfico, y no tardó en comenzar a picar la subida, muy prolongada y con tramos de muy pronunciada inclinación, pero las anécdotas y las piernas, aun frescas, nos llevaron hacia lo más alto casi sin darnos cuenta.


I Ruta de la Pasa

Uno de los primeros puntos donde por fin la pendiente nos dio un respiro, junto a una venta


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El cazador, cazado

Tras parar un momento en la venta para ir al baño, continuamos hacia el siguiente ascenso, el Puerto de la Bolilla, cercano al repetidor, que rodearíamos.

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Cartel de bienvenida a la Axarquía; lástima de las nubes, ocultando la montaña

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La idea era sacar la Maroma, pero como no se veía, algo había que poner...

Tras un rápido descenso con la pendiente a favor y bajo el vuelo de un helicóptero, primer ruido que interrumpía el apacible silencio de la Axarquía, comenzamos a ver algunas edificaciones, seguramente, de alguna pedanía de Comares, aun distante.

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Desayuno tras 23 km, para reponer fuerzas

Con renovadas fuerzas y tras casi 30 minutos de descanso continuamos hacia Comares, con la visión de la Mesa de Mazmullar en la lejanía.

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Reponiendo agua en Fuente Sana

Poco después llegamos a Comares, pueblo que rodeamos para descender hacia los siguientes pueblos, Benamargosa y Cútar, que parecían que estaban realmente cerca de nuestra posición y entre sí, pero no fue del todo así...

Eran las pasas las que daban nombre a la ruta, pero por ahora lo que inundaba la tierra por doquier eran los aguacateros, plantados masivamente en bancales que rodeaban por completo varios de los cerros cercanos... impresionante.


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Como es lógico, también había vides...

Tras un descenso de 7 kilómetros llegamos al Salto del Negro, lleno de aguacateros con ramas que se doblaban del propio peso, cayendo incluso hacia el exterior... de no ser porque el peso es crucial en una aventura de este tipo, hubiésemos cogido un par como souvenir.

Después de llanear un poco por un carril paralelo a la carretera al estilo de la Senda Litoral y la Gran Senda en varios tramos, llegamos a Benamargosa, realizando un avituallamiento en el Covirán a base de isotónico, ya que la temperatura rozaba los 25º y aun teníamos bastante por delante...

De hecho, más de lo esperado, ya que la idea era hacer unos 50 kilómetros y en Benamargosa el GPS ya marcaba 35.

Comares se veía impresionante desde Benamargosa, parecía que estaba realmente lejos, y sin embargo, con la pendiente a favor, ese tramo se pasó volando.

Ya comenzábamos a estar cansados, el calor hacía mella, y los siguientes kilómetros, todos en pendiente y sin una sombra, pesaban como losas.

Desde Comares, Benamargosa y Cútar se veían muy cerca, pero llevábamos ya varios kilómetros y no había ni rastro de él... por primera vez en lo que llevábamos de ruta, la conversación fue cesando, y tras recorrer casi 5 kilómetros desde Benamargosa, echamos a caminar en las últimas cuestas, hasta que, de repente, estábamos frente a Cútar.


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Que escondido estaba el pueblo, y que alivio al verlo

Lo rodeamos, y tras un poco más de ascenso, ahora con un poco de sombra (habíamos rodeado por completo el monte) y algo de viento, comenzamos a descender hacia El Borge.

En esta ladera si que predominaban las vides...


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Por algo se llama la Ruta de la Pasa


Ya casi habíamos agotado nuestras reservas, teníamos un poco de hambre y sabíamos que aun nos quedaban varias horas, así que decidimos buscar algún sitio para comer.

Vimos un cartel de una tetería, que no abría hasta las 4, así que nos sentamos en unos bancos a la sombra junto a una fuente y tomamos algo de chocolate y fruta antes de continuar.

Dejamos atrás El Borge rápidamente, con 48 kilómetros ya en las piernas, y poco después, Almáchar, con pendiente a favor.

No duró demasiado, ya que para llegar a Moclinejo tendríamos que subir varias cuestas, ya más andando que corriendo salvo en los escasos llanos y descensos de ese tramo, pero la conversación había resucitado tras el almuerzo, y con más ánimo sabiéndonos ya tan cerca del final, los kilómetros se fueron sucediendo casi sin enterarnos.

Pasamos por Moclinejo y Moclinejo Sur, donde pedimos referencias para llegar a Totalán, ya que un sendero local nos tentaba a trochar, pero no teníamos la certeza de acabar donde queríamos.

Nos indicaron que dos mujeres ascendían por la pendiente asfaltada, pero si no las veíamos, debíamos coger el carril de la derecha, descender por otra pendiente asfaltada hasta llegar a las placas solares, coger el camino de la izquierda, y después, el de la derecha.

No vimos a las mujeres por ningún lado y consultamos el GPS en varias ocasiones, extrañados por las indicaciones del sendero local y las que nos habían dado, pero tras algún rodeo, y volver a preguntar, efectivamente íbamos por el buen camino.

Ya tan solo nos separaban algunos km por senderos de Totalán, que pasamos muy a gusto al ir por la sombra y charlar sobre política (extrañamente, pero hay temas tan surrealistas actualmente...).

Acabamos justo en el pilón junto al que habíamos aparcado el coche, mejor, imposible, y tras varios kilómetros más de lo previsto y algunas horas, pusimos fin a una ruta realmente interesante.

Salvo el tramo final, por senderos, fue todo por asfalto, así que se puede hacer en coche, en bici o corriendo, y lo que sería más interesante, buscarse una fecha de romería o feria para ir probando el vino típico de cada uno de los pueblos; se irían algunas horas más, pero si no tienes prisa, seguro que la experiencia vale la pena.

Con los números de la ruta me despido, ¡espero que os haya gustado!


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