Revista Cultura y Ocio

“Ida”, una mujer en busca de su lugar en el mundo

Publicado el 20 enero 2015 por Blog De Golcar Golcar Rojas @golcar1

“Ida”, una mujer en busca de su lugar en el mundo

ida

Vengo de ver “Ida“, la película polaca de Pawel Pawlikowski (2013), nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa y en el renglón “Fotografía”.

Lamentablemente, la copia que mostraron en el Centro de Bellas Artes no permitió apreciar y disfrutar en su plenitud la excelente fotografía que tiene y que es un actor principal en la historia. La imagen apareció lavada, sin el contraste y la profundidad de campo del film original y, en este tipo de historias, ese es un error imperdonable que hace que uno deba volver a ver la película procurándose una buena copia.

Es imperdonable porque toda la propuesta estética de “Ida” se centra justamente en la fotografía, en ese blanco y negro nítido y contrastado que desafortunadamente no pudimos apreciar en la pantalla del CBA.

Todos los encuadres del film son planos fijos. No tiene movimientos de cámara. Nade de zoom in o out, nada de dollys, nade de planos secuencias. Es como si uno pasara las páginas de una álbum de fotografías y lo que aparece en la imagen cobra movimiento. La cámara fija espera la aparición y desplazamiento en la imagen de objetos y personajes. En las escenas de diálogos, muy pocas por cierto porque en la película cuenta más la imagen y la actuación contenida y etérea de los personajes que los textos, un plano fijo se corta y da paso a otro plano fijo con la respuesta del personaje increpado. No hay desplazamientos de la cámara de un personaje a otro.

Otra característica especial de la fotografía son los encuadres. En los planos los personajes -especialmente el de Ida- parecen salirse del cuadro. Nunca están en el centro de la toma. Es una forma de decirnos que no pertenecen a ese mundo del plano o que están buscando justamente un lugar en el mundo. El aire en la fotografía tanto arriba de los personajes como a los lados, tampoco son los convencionales. Dan la sensación de que los personajes no tienen cabida allí y le dan una connotación especial al espacio.

Sólo es en la escena final, con un plano medio cerrado de Ida y una cámara en mano temblorosa que va delante de la novicia, enfocando el personaje, solo allí, aparece la novicia centrada en la imagen. Ya Ida ha tomado su decisión. Ya sabe cuál es su lugar en el mundo y se encamina decidida hacia él, aunque el mundo parezca temblar a su alrededor.

La historia es fuerte. Una niña judía que es abandonada en un convento para salvarla de ser asesinada, va en busca de su identidad, dejando al descubierto en el proceso la identidad de su país, pocos días antes de tomar sus votos para ser monja.

Criada como católica, es su tía, atea, alcohólica, ex juez de los tribunales populares comunistas y ¿prostituta? -me quedó la duda, al menos muy de cascos livianos, sí es- a quien acaba de conocer, quien se encarga de revelarle su origen judío y, juntas, emprenden un viaje al pueblo natal en busca del hombre que mató a los padres de Ida y al hijo de la tía, un niño “no rubio y circuncidado”, de poca edad.

“Ida” es un drama. Es la historia de un personaje que trata de encontrar su lugar en el mundo y para lograrlo necesita encontrar primero sus orígenes y saldar cuentas con su pasado. Enterrar a sus muertos para para desenterrar su origen y poder vivir su vida.

La veré de nuevo porque es una película que merece ser vista como corresponde, con una buen copia que nos permita disfrutar de esa propuesta fotográfica y de una historia intensa.

Publicada en Cine, Ida, Película, Uncategorized y etiquetada como Cine, Crítica cinematográfica, el Centro de Bellas Artes, Ida, Pawel Pawlikowski, Películas, Reseña

Navegación en la entrada única


Volver a la Portada de Logo Paperblog