El Genoma Humano ha sido descifrado; punto para Darwin. Un 98% de nuestro ADN coincide con el de los monos; al 2% restante le llamamos: Evolución. Todos, yo que intento importunarte, tú que si sonríes, él que si se atreve a publicarme, todos, absolutamente todos hemos llegado a ser Humanos -casi- por los pelos. Es un 2%; nos hemos ganado el cielo con lo justo y eso merecería un festejo.
Pero cargo de nuevo. ¿La diferencia del 2% no os suena despreciable? A mí, al comienzo, debo confesar que sí. Pero eso era porque aquí la gran noticia no es el 2% bruto que nos separa del mono y une entre nosotros sino: la “cualidad” de tan minúscula distinción. Llegado el momento adquirimos la diferencia llamada Razón2.0% y con ella el potencial de nuestra mente se volvió como infinito.
Ahora esta Razón no es un asunto del tipo “si posees Razón, tienes razón” La Razón no es como multiplicar tres por tres y da siempre nueve. No. La Razón es algo bastante más complejo; se parece mucho a tener tantas y tales Acciones cotizando en la Bolsa de Valores, pero de la Evolución.
Fíjate (y aquí, por favor, los saltarines de la demagogia cutre, os ruego, regresad a vuestras poltronas), que la que Darwin llamaba Evolución ha sido justa y nos ha dado a cada quien un Capital Inicial del 2%. De allí en más se ha venido desarrollando lo que el suplemento literario gusta tanto en llamar “bagaje cultural”. Es decir, se ha generado una interminable lista de Compañías que cotizan en la anteriormente mencionada Bolsa de Valores. Me incomoda señalarlo, pero en los tiempos que corren (y vuelan), no es para nada lo mismo que te hagas de un 2% del paquete accionario de Exxon Mobil, o que te hagas del 2% de GazpachoCornejo. Los saltarines de la demagogia cutre, sentaros otra vez; si te haces del 2% de las empresas más brillantes que la historia cultural haya dado, resulta entonces que las proyecciones sobre el beneficio neto de tu Razón serán enormemente más prometedoras que si, por ejemplo, con el capital inicial te dedicas a hacerte de Títulos chorras. Y ya sabes cómo funciona este asunto; si tu Razón es una cartera de valores prometedora, todos querrán invertir en ella; incluso podrías hasta llegar a ser feliz en el camino.
Al tiempo no alcanza con que el antes mencionado panorama sea sólo el de unos cuantos avispados. La Humanidad en presente es la suma de la rentabilidad de las carteras individuales que la componen. La diferencia bruta del 2% inicial sólo permite fluctuaciones binarias como las que vemos a diario; según la suerte de la cuna (o el rumor no confirmado), logras que tu posición vaya al alza hasta convertirse en Amo, o devaluarla en Servidor consuetudinario.
Desde aquí abogo porque superemos este diseño económico de tipo zoológico cuanto antes; el 98% del ADN al que apunta no ha cotizado un punto al alza en los últimos cien millones de años y contando…
Sebastián Torena Montero