En un impactante experimento estadounidense un grupo de voluntarios llegó incluso a juzgar a una mujer supuestamente embarazada como menos competente y merecedora de un salario menor.
Sin embargo, investigaciones recientes contradicen esta vulgar creencia que fomenta la discriminación laboral. Dichos estudios han demostrado que los cambios que acontecen en el cerebro femenino durante la maternidad van encaminados a una mejor gestión de sus recursos cognitivos.
La periodista Katherine Ellison premiada con el premio Pulitzer tuvo que enfrentarse a este estigma social tras su maternidad. Por ello, en su libro “Inteligencia Maternal” reunió un ingente volumen de información científica para desmentir de manera definitiva esta vulgar creencia.
Entre los numerosos estudios que abordó encontró el trabajo de dos neurociéntificos, Craig Kinsley y Nelly Lambert que sometieron a ratas a complejas pruebas de supervivencia demostrando que las que eran madres solucionaban con mayor rapidez los problemas planteados que sus congéneres. La repetición de las pruebas demostró además que la mayor destreza mental duraba toda la vida de los roedores.
Nuestro cerebro goza de una cualidad sorprendente para adaptarse a las distintas experiencias que afrontamos. Esta cualidad llamada plasticidad cobra una especial importancia durante la maternidad. La supervivencia de la cría adquiere la máxima prioridad y así como nuestro cuerpo se va amoldando para garantizar el correcto desarrollo del feto, nuestro cerebro se reestructura aumentando aquellas conexiones neuronales que favorecerán el cuidado del futuro bebe. En concreto:
- Aumenta la eficacia, la gestión multitarea.
- Disminuye el estrés.
- Activa la memoria.
- Incrementa la resistencia.
- Mejora el aprendizaje.
- Aumenta la inteligencia emocional, la empatía.
- Permite interpretar mejor el lenguaje no verbal.
- Desarrolla la sociabilidad.
- Los sentidos se agudizan.
- Disminuye la sensación de miedo.
Esta mejora de las capacidades se produce gracias a hormonas como la oxitocina, prolactina, dopamina… que se disparan influyendo en regiones cerebrales tales como la amígdala, el hipocampo…
Todos estos cambios en nuestra estructura cerebral comienzan a surgir durante el embarazo y llegan a ser tan relevantes que es incluso posible saber si una mujer ha sido madre a través de una resonancia magnética.
¿Qué sucede en el cerebro de los padres?.
La materia gris cerebral de los hombres también se ve afectada con la paternidad. Su estructura cerebral se modifica fundamentalmente en regiones encargadas del aprendizaje y la memoria. Pero en este caso la clave parece estar en el grado en que se involucren en el cuidado de los hijos. Es por ello que los cambios aparecen más tarde, en concreto a partir del momento del nacimiento en donde se desarrolla el vínculo cognitivo-emocional. Es en ese momento cuando su cuerpo comienza a fabricar oxitocina y bajan los niveles de testosterona.
A la vista de los resultados ya es hora de desterrar de una vez por todas la recurrente idea de que la maternidad “idiotiza” a la mujer.