Revista Ciencia
IGUALDAD Y SERVICIOPublicado en Levante 8 de enero de 2013
Mi amigo me indica que el igualitarismo a ultranza es contrario a la diferencia, a la variedad, al carácter personalísimo de cada uno, a la aportación de cada cual al acervo común. Todos hemos de poder dar lo que es específicamente nuestro, insustituible e irreemplazable, al servicio de los demás.
También considera que el igualitarismo actual es aburguesado. Emulación de ocupar puestos privilegiados, de triunfo. Además, la igualdad de dignidad no significa que, siempre y en todo momento, todos hagan de todo, lo que sería un desorden, un caos, un disparate. Como ejemplo, las recientes declaraciones de consejeros de Cajas afirmando que ellos no tenían idea de economía o de balances y que firmaban lo que otros les decían (naturalmente, no dejaron de cobrar, por tan útiles servicios, los sueldos astronómicos que percibían).
La mujer y el hombre son complementarios; y cada uno aporta algo que no puede aportar el otro. Si atendemos a la definición de los sexos de Aristóteles, macho es el que engendra en el otro; y hembra, la que engendra en sí misma. Así funciona la naturaleza. La mujer cumple la misión insustituible de engendrar, lo que determina su menor disponibilidad a la acción. El varón, que ha engendrado en la mujer, tiene la grave obligación de asistirla corresponsabilizándose de los hijos. Este es el sentido que revela matrimonio, institución que protege la maternidad y amonesta al varón a disponer de su patrimonio a favor de los hijos.
El padre no puede escudarse en el trabajo y desatender sus deberes conyugales y familiares; y la mujer, que engendra, tiene que llevar una carga que quizá pueda impedirle durante algún tiempo un mayor desarrollo profesional, pues ha de gestar, parir y criar a la prole.
Complementariedad y diversidad, sin menoscabo de la igualdad. Ni el marido puede desamparar a la prole, escudándose siquiera en su trabajo; ni la mujer puede desentenderse de su crecimiento personal y profesional, escudándose en las tareas del hogar.
La igualdad servicial es la fidelidad de cada cual a su vocación específica para contribuir a la plenitud de todos mediante la asistencia mutua.
El predominio cultural hoy imperante es el de la autorrealización; pero hemos de ir a otro modo de ver y hacer, una nueva cultura en la que impere no el utilitarismo ególatra, sino el servicio abnegado y humilde. El igualitarismo antiservicial es la ruina de la vida social.
Pedro López. BiólogoGrupo de Estudios de Actualidad