Voy a sincerarme: he ido a la III Marcha del Cocido de Quijorna porque ya la tenía pagada, que si no...
Se lo dije a los compañeros por el grupo de Google que tenemos para estos menesteres: no tengo muchas ganas de hacerme el heroe. Pero al final tocó.
Rumbo a Quijorna
a Las 8:30 apareció Edu en mi casa para recogerme. Esta vez no tendríamos que chuparnos una kilometrada en coche, pues Quijorna es un municipio cercano a Boadilla del Monte. Habíamos quedado allí a las 9:00 con el resto del grupo: Chema, Jose Pablo y Jorge (que este sí que tenía una buena kilometrada desde casa).
Recogimos los dorsales, terminamos de "disfrazarnos" y poco antes de las 10:00 estábamos en al línea de salida dispuestos a darlo todo.
La ruta eran cincuenta kilómetros. Aunque sobre el papel parecían asequibles, el mal tiempo que hacía nos mosqueaba. Y con razón...
Salida
A las diez en punto de la mañana dan la salida. Los primeros metros transcurren sin mucho barullo, algo que se agradece en este tipo de pruebas. La limitación a quinientos participantes se refleja para bien.
Salimos del pueblo tras un pequeño repecho para volver cuatro kilómetros más tarde. Esta primera toma de contacto con el terreno ya nos dejó claro que íbamos a tener que pelear con el barro más de lo que nos hubiese gustado. También sirvió para que nuestro grupo de cinco se separase. Yo acabé emparejado con Jose Pablo.
Seguimos el recorrido dejando atrás el núcleo urbano de Quijorna para pasar a rodar por pistas entre prados. No fue hasta el kilómetro nueve que pasamos al término municipal de Brunete, siempre con un pequeño desnivel positivo para prevenirnos de lo que se nos venía encima.
En el kilómetro doce entramos en terrenos de Villanueva de la Cañada. A estas alturas, todo el que llevaba chubasquero ya se lo había puesto. Yo sí que lo llevaba, pero cometí el error de elegir pantalones cortos. El día anterior salí a hacer unos 30 kilómetros por el monte de Boadilla y no eché en falta las mallas, pero llevar pantalones cortos a esta prueba fue un "epic fail" por mi parte. Todo el agua chorreada por el chubasquero y me empapaba de cintura para abajo. Menos mal que los cubrezapatillas iban cumpliendo su función y los pies los llevaba aislados del frío.
En esta parte del recorrido aprovechamos para reagruparnos los cinco y maldecir un poco la idea de haber venido 😀
Bordeamos el núcleo urbano de Villanueva de la Cañada para llegar al primer avituallamiento, situado en el kilómetro dieciséis. Agua, bebida isotónica, naranjas, plátanos y barritas de cereales a disposición del que quisiera coger fuerzas para lo que venía a continuación: el infierno.
La gran subida
Unos pocos metros después del avituallamiento dejamos atrás Villanueva de la Cañada y nos adentramos en Valdemorillo, que no nos pudo dar mejor recibimiento que una pedazo subida de más de cuatro kilómetros de largo y doscientos metros de desnivel.
Comenzamos a subirla como buenamente pudimos. Además, para darle más épica a la cosa, empezó a llover con fuerza y las rachas de viento fueron las más fuertes de la mañana. El molinillo se quedaba corto para subir esas pendientes embarradas. La gente se bajaba de las bicis para poder subir. A muchos de los que no se bajaban ya se encargaba el viento de tirarles. Sin lugar a dudas fue el punto más duro de la prueba.
En el kilómetro veinte de la prueba estaba la bifurcación entre el recorrido de la ruta larga (50 km) y la corta (30 km). Todavía quedaba el último tercio de la gran subida. Jose Pablo y yo paramos a esperar al resto para tomar una decisión entre todos, ya que el granizo y el fuerte viento hacían muy difícil continuar subiendo para hacer el recorrido largo. La mayoría de los que decidían seguir subiendo para hacer la ruta larga volvían de vuelta porque las condiciones atmosféricas no les permitían continuar.
Un buen rato después llegó Chema. Jose Pablo y yo estábamos refugiados tras un todo terreno de la organización, evitando el granizo racheado. Tras unos minutos de espera decidimos continuar subiendo y afrontar la ruta larga. Llevábamos cerca de veinte minutos parados y JP y yo nos habíamos quedado totalmente helados (y yo en pantalón corto, haciendo gala de mis genes gallegos 😀 ). No pudimos esperar a Jorge y a Edu, así que empezamos a tirar de riñones esperando poder reagruparnos de nuevo más adelante.
Después de "coronar" la subida de Valdemorillo empezamos una divertida bajada bastante técnica que nos llevó directamente a la urbanización Cerro Alarcón y nos permitió disfrutar de un poco de asfalto. Las bicis lo agradecieron, ya que a estas alturas de la película iban sonando como auténticas carracas a causa del barro acumulado en la transmisión.
Entramos a Navalagamella muy brevemente para luego volver a Cerro Alarcón y llegar hasta el segundo avituallamiento, situado en el kilómetro 33. Antes de llegar hasta allí tuve tiempo de caerme por segunda vez (la primera había sido en una rodera embarrada en Villanueva de la Cañada) y de meter las bici hasta la mitad en uno de los múltiples cauces que pasamos (ya no recuerdo cual, la verdad). Los pies iban totalmente mojados...
Segunda subida
En el segundo avituallamiento nos reagrupamos los tres. Unos vasos de bebida isotónica después ya estábamos listos para partir. Nos quedaba por delante una subida algo más tendida que el primer cuestón, aunque mucho más técnica y rompepiernas.
Estos nueve kilómetros de subida nos dejarían junto al aeródromo de Valdemorillo después de poner a prueba nuestras habilidades sobre la bici para no caernos con el barro y el viento, que había vuelto a soplar con fuerza.
Estábamos ya el el kilómetro cuarenta y uno y ya sólo quedaba dejarse caer hasta Quijorna, disfrutando de unas bonitas trialeras.
Llegando a Quijorna
La bajada desde el aeródromo fue espectacular. Al cansancio acumulado en las piernas por su lucha contra el viento había que sumarle la desagradable sensación de llevar los pies y las manos mojados. Los guantes estaban empapados, lo que sumado al fuerte viento hicieron que la sensibilidad de mis dedos fuese casi nula. Iba cambiando de marchas sin ningún tacto.
Contra todo pronóstico, todo transcurrió sin incidentes. Hasta el kilómetro cuarenta y ocho, justo a la entrada de Quijorna, momento en el que sufrí la caída más espectacular que me he dado en los últimos tiempos. Iba rodando cerca de Jose Pablo a buena velocidad cuando decidimos meternos por un lateral del camino para evitar un charco que ocupaba todo el ancho del camino. En un momento JP pasó cerca de unas retamas, que al recuperar su posición original me dieron un buen golpe en el brazo izquierdo. El golpe me desequilibró por completo, haciendo que se cruzase el manillar, se clavase la rueda delantera en la tierra húmeda y yo saliese disparado sobre la bici, aterrizando de bruces sobre el suelo.
Por suerte, el golpe solo fue un susto, pero hubo algunos daños materiales: se rompió la carcasa de la GoPro y el manillar quedó muy girado a la izquierda. Como ya sólo quedaban un par de kilómetros a meta, decidí continuar sin pararme colocarlo.
Terminando la III Marcha del Cocido
La entrada en meta fue espectacular. Jose Pablo y yo llegamos en tres horas y cincuenta y cinco minutos llenos de barro hasta la bandera. Chema llegaría poco después.
Jorge y Edu, de los que no teníamos noticias desde la primera gran subida, aparecieron después. Habían decidido hacer la ruta de cincuenta como dos grandes campeones.De hecho, un miembro de la organización les reconoció después el valor que tuvieron al decidir hacerla porque las condiciones meteorológicas eran francamente malas cuando pasaron por el corte de los 20 kilómetros.
Lo mejor de la ruta estaba por llegar: un plato de cocido con el que la organización nos obsequió que nos supo a gloria. Sólo quedaba lavar las bicis y a casita, a pensar en la próxima.
Aunque si vamos a tener estas condiciones lo mismo me lo pienso más 😀
Enhorabuena a la organización, por cierto. Todo estuvo fantástico, desde la entrega de dorsales y la camiseta conmemorativa hasta la degustación del cocido y los sorteos. Contra los elementos no se puede luchas, así que recordaremos el tiempo de esta edición como un factor más para la diversión.
Podéis ver el resto de fotos en su correspondiente álbum de Facebook.