
El otro ejemplo se justifica todavía menos, pues lo encontramos en la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya la fotografía comienza a generalizarse. Corresponde a un grabado (junto a estas líneas) incluido en la edición inglesa del Viaje a España de Hans Christian Andersen, impreso en Londres por Richard Bentley en 1864. Pretendiendo ilustrar una calle de Toledo vemos una escena en donde ni los edificios ni los personajes que en él aparecen, tienen nada que ver ni con Toledo ni con ninguna otra ciudad española, pues más bien parece centroeuropea, tal vez alemana. Con benevolencia podríamos pensar que se trata de un involuntario error, de no ser porque el resto de los grabados que se incluyen en la misma edición (pocos afortunadamente) siguen la misma pauta. Así, en el que trata de ilustrar Sevilla se ve una ciudad que pobablemente es Bolonia; como Córdoba, otra ciudad quizá rusa o polaca, y para rematar, un monumento árabe que pretende ser Barcelona y que recuerda el patio de los leones de la Alhambra de Granada. Vamos, que no dieron una.
