"Desde la cima del banco de tierra, los niños les llamaron al tiempo que les
señalaban con las manos hacia el cielo. Poniéndose a la escucha, oyeron el zumbido
de motores de avión aproximándose. Sus ojos buscaron por encima del montón de
tierra. Se trataba de bombarderos pesados en dirección al norte y a no más de
novecientos o mil metros de altitud. En medio de un silencio escalofriante, el grupo contempló los aparatos hasta que
fueron desapareciendo en la lejanía. Aún se oían los motores y la excitada cháchara
de los chicos, pero ninguno de estos sonidos alteró el cerrado mutismo en que, debido
a sus pensamientos, se habían sumido los adultos. —¿Leeds? —preguntó en un susurro Ann, cuando dejaron de ver los aviones. Nadie contestó en seguida. Finalmente fue Pirrie quien con su tranquila y
modulada voz de siempre, dijo:—Es posible. Claro que hay otras explicaciones. Pero en cualquier caso, creo que
debemos marcharnos."