¿Y si todo no fuera tan impepinable como se nos presenta? La prueba está en el pepino, una fruta que particularmente a mí no me dice nada, aunque he leído sus propiedades y voy a redoblar esfuerzos por ingerirlos. Lo que sí me dice bastante es la crisis abierta en los últimos días, o al menos así lo veo yo desde mis “alteraciones visuales”, ajenas totalmente al consumo de alcohol o drogas.

Ahora, los agricultores andaluces están tirando al vertedero toneladas de comida sana, fresca, la mejor, la que se destina a la exportación. De eso sí son culpables, cuando, desde 1990, según la FAO e Intermon Oxfam, los precios de los alimentos se han más que duplicado y la tendencia se acelerará en los próximos 20 años, lo que implica que cada vez más millones de personas no tendrán nada que llevarse a la boca, mientras aquí, en el primer mundo, se nos llena de mentiras. Según Intermon-Oxfam, los más pobres del mundo destinan actualmente el 80% de sus pocos ingresos a comida, casi cuatro veces más que, por ejemplo, los británicos. Aparte de enseñarles a pescar, no estaría de más, tan indignados como estamos, enviarles todos estos alimentos que aquí tan alegremente tiramos. Si el transporte va a ser un problema, tampoco hace falta irse tan lejos…
