Revista Indie / Folk

Impepinables: Sonic Youth – Dirty

Por Homeboy

Impepinables: Sonic Youth – Dirty

Tarde o temprano tenía que aparecer un disco de Sonic Youth en esta sección, lo raro es que haya sido tan tarde, ya que es uno de mis grupos favoritos de siempre. También es cierto que me es muy complicado elegir un disco de la banda neoyorquina, y que aparte de este, tienen tres más (Evol, Sister y Daydream Nation) que podrían estar en esta sección.

Si al final me he decantado por Dirty, es porque precisamente es el que no suele aparecer en las listas como su mejor álbum, o como uno de esos discos esenciales de la historia de la música. Además, ayer estuve toda la tarde escuchando la versión deluxe en vinilo, y me sentí como si tuviese otra vez veinte años, y pocos discos consiguen eso conmigo.

Impepinables: Sonic Youth – Dirty

EL octavo álbum de Sonic Youth llegó en el momento más oportuno, cuando el indie-rock, que ellos llevaban años practicando, era el gran movimiento musical de momento gracias a quien todos ya sabemos. Aunque no fuese así, parece que Thurston Moore y compañía, hicieron este disco para arrasar entre la muchachada, y recordar a todo a todo el mundo que ellos eran los pioneros en esa historia. Lo consiguieron: el álbum fue todo un éxito (sobre todo en UK) y es de largo, el disco más accesible y con más singles potenciales, de la banda neoyorquina. Algo de culpa la tiene Butch Vig, que les sacó un sonido contundente; compacto, en el que puso especial énfasis en las baterías de Steve Shelley, y por supuesto, en las guitarras de Lee Ranaldo y Thurston Moore.

Desde el comienzo con la grandiosa 100% (los fans de Jason Lee deberían recuperar su video) lo dejan bien clarito, ya que en apenas dos minutos y medio nos resumen los que nos vamos a encontrar en los siguientes cincuenta minutos: una apisonadora de hits donde no hay tiempo para los desvaríos instrumentales marca de la casa, y donde la tranquilidad brilla por su ausencia. El álbum es ruidoso; tiene fuerza y ellos parecen unos jovenzuelos con botas nuevas. Kim Gordon se desgarra la voz en casi cada canción (espectacular ese “I love you, I love you, i love you, what’s your name? ” que canta en Druken Butterfly ), y las guitarras y la batería van a toda leche en gran parte disco.

La verdad es que tiene bastante parecido con el fantástico Sister, y al igual que en su disco del 1987, lo que predomina es el punk-rock – solo hay que escuchar la versión de Nic Fit que hacen de los Untouchables -, y el Indie-Rock. Temas como Sugar Kane, Youth Against The Fascism (con la ayuda del líder de Fugazi), Wish Fulfillment o la poppie Chapel Hill han envejecido tan bien, que no parece que hayan pasado veinte años por ellas. Os recomiendo que os lo pongáis en vuestra casa a todo trapo, y enterito. Es un chute de energía asegurado.

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