Revista Cultura y Ocio

Imperio Carolingio

Por Enrique @asurza

El Imperio Carolingio fue el Imperio de Carlomagno o Carlos el Magno, el cual produjo un verdadero renacimiento de la época. Los elementos procedentes del Cristianismo, del mundo bárbaro y de la cultura greco-romana se entremezclaron para dar origen a nuestra actual cultura occidental.
Unos de los más importantes reinos germanos fue el reino franco, unificado por Clodoveo. Con él se inició el reinado de la dinastía merovingia, nombre dado en honor de su abuelo Meroveo.
Al morir Clodoveo, el año 511, el reino se dividió en cuatro: Neustria al oeste de Francia; Austrasia al este; Borgoña en el centro sur y Aquitania al sudoeste. Sin embargo, las luchas entre los merovingios llevaron, poco a poco, a que éstos perdieran prestigio y poder, por eso se les llamo los reyes holgazanes.
Ante la decadencia de los reyes, los nobles se convirtieron en los verdaderos detentores del poder. Ellos recibieron el título de mayordomos de palacio. A principios del siglo VII, los mayordomos de Austrasia, de la familia Heristal, obtuvieron supremacía.
A esta familia perteneció Carlos Martel, quien detuvo el avance de los árabes en la batalla de Poitiers (Francia, 732), y su hijo Pipino, el Breve, que destronó al último de los reyes merovingios el año 751, unió nuevamente el reino y se coronó rey de los francos. Entonces concluyó la dinastía de los merovingios y se inició la dinastía carolingia. Dentro de esta familia nació Carlomagno, el primer rey germano que intentó reconstruir el Imperio Romano de Occidente.

En el año 768, Pipino dividió su reino entre sus hijos Carlos y Carlomán. Sin embargo, tres años después, esté último murió y Carlos heredó la totalidad del reino.
El nuevo rey franco fue conocido como Carlomagno que significa Carlos el Grande y fue uno de los monarcas de mayor prestigio de la Europa medieval.

El renacimiento del Imperio Romano

Al llegar al trono, Carlomagno se propuso restaurar la unidad política del Imperio Romano y consolidar el cristianismo en Europa. Para lograrlo, sometió a los sajones (772-804), que habitaban en el norte de Alemania, hasta convertirlos al cristianismo.
Al mismo tiempo, y luego de mucho batallar, exterminó a los ávaros, pueblo de origen mongol que amenazaba la zona de Baviera, Alemania.
Paralelamente, por le sur, Carlomagno se apoderó del reino de los lombardos en Italian (774 d.C.), pues éstos hostilizaban al Papa, y llegó a cruzar los Pirineos, penetrando con poco éxito en la España musulmana (778). En esta región ocupó un pequeño territorio al norte, en el que estableció una provincia fronteriza: la Marca hispánica.
Con estas conquistas, Carlomagno creó un amplio imperio que se extendía desde el Atlántico al río Elba y desde el mar Báltico a España e Italia. Entonces, el Papa León III lo coronó emperador en la Navidad del año 800. De esta manera nació el Imperio Carolingio y Carlomagno se convirtió en le brazo armado de la Iglesia.

La autoridad del Emperador

El Imperio Carolingio se sintió profundamente romano y cristiano, pero su modelo de organización fue germano. Carlomagno gobernó su imperio de manera absoluta, al estilo de los emperadores romanos. Sin embargo los hombres libres de su imperio se reunían dos veces al año, al modo germano, en una asamblea que aprobaba las leyes llamadas capitulares.
Carlomagno, como otros reyes germanos, vivió en sus dominios campestres, aunque a menudo residió en la ciudad de Aquisgrán, que es considerada, por eso, la capital de su Imperio.
En Aquisgrán, Carlomagno contaba con un grupo de funcionarios que lo ayudaban en sus tareas, como por ejemplo, el canciller, que era su secretario, y el chambelán, que se encargaba de todo lo concerniente al servicio personal del gobernante.
La administración territorial se ordenó en provincias o condados en los cuales se desarrolló principalmente la agricultura, al frente de los cuales hubo un conde, con poder civil y militar sobre su comarca. Las provincias fronterizas, llamadas marcas, resguardaban el imperio de los invasores y estaban gobernadas por los marqueses.
Tanto éstos como los condes estaban vigilados por los missi dominici - un laico y un sacerdote - que en sus visitas a las provincias velaban por el cumplimiento de las órdenes del emperador.

El renacimiento Carolingio

Otros elementos de la dominación política de Carlomagno fue la cultura. En esos tiempos era difícil encontrar a alguien que supiera leer y escribir: el propio Carlomagno era analfabeto.
Por esta razón, el emperador impulsó la apertura de escuelas para la formación de funcionarios públicos y religiosos. Una de ellas fue la famosa Escuela Palatina, que funcionaba en Aquisgrán y que se destinó a la instrucción de los futuros funcionarios del estado.
También se fundaron escuelas en las iglesias y en los monasterios, que llegaron a conformar importantes bibliotecas, en las cuales el mundo occidental conservó una gran parte de la tradición cultural latina.
A fin de impulsar este movimiento de renacimiento cultural, Carlomagno se rodeó de figuras de relieve, como el inglés Alcuino de York y el francés Eginardo, que escribió su biografía. También se preocupó por las artes: mando construir numerosas iglesias que imitaron el estilo romano y bizantino como, por ejemplo, la capilla del palacio de Aquisgrán.
El denominado renacimiento carolingio produjo una serie de obras que forjaron el fundamento cultural de la Edad Media. Sin embargo, a pesar de su importancia, este renacimiento solo afectó a un número muy limitado de personas: a los nobles y al clero.

La Escuela Palatina de Aquisgrán

Para llevar a cabo su empresa cultural, Carlomagno reunió en la Escuela Palatina de Aquisgrán a los hombres más sabios de la época: el historiador y teólogo anglosajón Alcuino, el poeta español Teodulfo, los historiadores Eginardo y Pedro Diácono y el teólogo Rabano Mauro. Estos hombres no pensaban en componer grandes obras, sino en rescatar las obras de la antigüedad. Por eso se esforzaron, en primer lugar, por rescatar la pureza del idioma latino escribiendo gramáticas. Además, ellos enseñaron las llamadas artes liberales formadas por Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Estas disciplinas se convirtieron en la base de todo el saber medieval.

La desintegración del Imperio Carolingio

Tras la muerte de Carlomagno en el año 814, el poder del emperador disminuyó de manera repentina: la creciente independencia de los nobles, la gran extensión de los territorios, la dificultad de las comunicaciones y las particularidades regionales atentaron contra la estabilidad del Imperio Carolingio.
Los condes y marqueses convirtieron sus cargos en hereditarios y buscaron desligarse de los monarcas. Por eso, el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, reinó en medio de violentos conflictos con la nobleza.

Tratado de Verdum

A la muerte de Ludovico, sus tres hijos, Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo se repartieron el territorio en el Tratato de Verdún (843). A través de este pacto el imperio se fragmentó en tres reinos:

  • Carlos el Calvo recibió la Francia occidental que corresponde, aproximadamente, a la actual Francia.
  • Luis el Germánico obtuvo Francia oriental o Germania equivalente a la Alemania actual.
  • Lotario adquirió el título de emperador y los territorios situados entre los de hermanos, que se conocieron como Lotaringia: los Países Bajos, Alsacia, Suiza e Italia.

Este tratado ratificó la progresiva desintegración del imperio soñado por Carlomagno. Además, una serie de episodios contribuyeron a acelerar la decadencia del imperio: las invasiones de pueblos bárbaros, normandos, sarracenos y húngaros. Estos episodios, sumados al creciente poder de la nobleza, acarrearon el debilitamiento de la monarquía, más notorio durante el siglo XI.


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