En consideración de las muy variadas opiniones que han estado apareciendo en el blog, me ha parecido prudente realizar una rápida revisión de los últimos artículos científicos sobre esta afección.
En trabajos de los Estados Unidos de América, se estima que unos 20 millones de personas presentan actualmente reflujo gastroesofágico crónico, de ellos un 10 por ciento desarrollan lesiones que se clasifican como Esófago de Barrett, sin aclarar sus características específicas.
En otros comunicados se estima que un 5 por mil de los portadores de Barrett desarrollan lesiones cancerosas y que ésta cifra tiene tendencia a aumentar. Lo complicado de la situación es que, si se trata de un tipo de cáncer calificado como adenocarcinoma esofágico invasivo, el riesgo de vida es muy elevado. Aunque se establece que un diagnóstico temprano reduce drásticamente la tasa de mortalidad.
No se especifica claramente el tiempo en que las lesiones han estado presentes, ni si ha habido algún tratamiento en el intervalo. Lo que si está aceptado es que, desde la aparición de los primeros síntomas hasta la existencia de lesiones de Barrett importantes, generalmente transcurre un tiempo prolongado, incluso varios años.
Hasta ahora se viene presentando más que nada en hombres de más de 40 años y de raza blanca, aunque existen indicios de variaciones a esta particularidad. Con incremento en mujeres y en personas de ascendencia afro.
Los trabajos no dan suficientes detalles de la forma en que se han realizado las mediciones y los diagnósticos. De lo avanzado de cada tipo de lesión y de otras variables importantes. Además no se puede extrapolar estas cifras a otras poblaciones en países diferentes, sea cual sea su similitud con la población de los EEUU, ya de por si muy cosmopolita.
Por otra parte la comunidad científica continúa de acuerdo en que, como primer medida, hay que evitar el riesgo de la modificación de la mucosa del esófago, evitando el reflujo, disminuyendo su acidez y otras medidas. Esto se viene logrando de varias formas (cambios en los hábitos, medicamentos, intervenciones quirúrgicas, etc.). La otra medida es, que una vez diagnosticada lesión (Barrett), se realizan controles y evaluaciones que indican las medidas a tomar.
No hay acuerdo en los porcentajes de evolución. Los trabajos más optimistas indican que un número elevado de las personas con diagnóstico temprano de lesiones de Barrett, curan totalmente, es decir la mucosa esofágica recupera su estructura celular normal. Otros técnicos aseveran que la recuperación total se produce en no más de un 20 por ciento de los diagnosticados.
El tomar partido por unos u otros no corresponde, habría que tener una acreditación técnica del mismo nivel, para opinar con seriedad. Además las estadísticas son muy parciales y no siempre comparables. No hace mucho tiempo que los protocolos se han estandarizado internacionalmente para poder hacerlo.
De toda esta puesta a punto de mis lecturas he afirmado mis conclusiones de que, cuanto antes se realice la consulta médica, la forma que se sigan sus indicaciones y que se controlen una serie de manifestaciones orgánicas secundarias, como el estrés crónico, mayores son las posibilidades de controlar el problema.
Asimismo cada vez aparecen más técnicas de diagnóstico temprano y de intervenciones poco invasivas, con lo que se aleja la posibilidad de que las células modificadas de la mucosa del esófago se transformen en cancerosas.