Revista Medio Ambiente

¿Impresionas con alegría?

Por Valedeoro @valedeoro

Written by valedeoro  //  23/08/2013  //  felicidad  //  No comments

ser o no ser
¿Cómo te recuerda la gente? Eres el chico-ultima-generación-iphone? La señora del Ferrari rojo? La alcaldesa? El jefe del restaurante? Los objetos que posees (por muy modernos, exclusivos o caros que sean), los títulos que has conseguido (por muy alta que haya sido tu nota), los cargos que ocupas (por muy importante que seas), todo esto son “cosas”. Cosas que a lo mejor hacen tu vida más fácil y divertida, mientras no interfieran con tu autoestima.

Nadie te quiere por tus cosas

Mejor dicho, habrá gente que te quiere por tus cosas. Solo que en realidad son estas cosas las que quieren, no a ti. Eso no impide que no puedas divertirte con ellos, hacer negocios con ellos o cooperar con ellos. Para muchas cosas no es tan importante por qué las personas quieran relacionarse contigo. Salvo que quieras construir relaciones duraderas y profundas con la gente que te rodea.

La felicidad de las relaciones

Tener relaciones sociales enriquecedoras es un ingrediente clave para la felicidad. Las personas que cuentan con una red social activa gozan de mayor bienestar. Lo importante es que algunas de estas relaciones sean de confianza. Necesitas dos o tres amigos que serían capaces de atravesar el infierno por ti, que estarán a tu lado aunque te divorcies, pierdas tu casa y tu trabajo y te enfrentes a una depresión. ¿Tienes alguien en tu vida que cumpliría este rol?

Sin importar que en el trayecto te divorcies, pierdas tu casa, las relaciones verdaderas nos hacen felices. Relaciones de confianza mutua que te apoyan en tu trayectoria y que te quieran hagas lo que hagas (también cuando te equivoques)Y para tener estas relaciones profundas hay que ir más allá de los títulos, posesiones y cargos.

Tus cosas te marcan, pero no te definen

Las cosas son superfluas. Las relaciones que se basan exclusivamente en estas cosas suelen ser superfluas también. Lo bueno es que son un punto de partida. No hace falta que te disfrazcas para conocer a gente que no sepa de qué trabajas y qué has conseguido. Lo importante es que tengas consciencia que tú no eres tus cosas, igual que tu vecina tampoco se reduce a lo que luce por las mañanas. Sé abierto a descubrir lo que hay detrás de estas cosas. Déjate descubrir y comparte conversaciones que no se reducen a comparaciones de ego.

Quizás consigas que te recuerden como la chica encantadora con la que estuviste hablando durante dos horas aquella tarde de verano.


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