En años recientes, diversos grupos de ingenieros han inventado muchos dispositivos miniaturizados, incluyendo implantes médicos, robots insectoides voladores, y cámaras y micrófonos que se disimulan en unas gafas.
Pero, por desgracia, con frecuencia las baterías que alimentan a todos esos aparatos portentosos son tan grandes como los propios aparatos o incluso más, lo cual sabotea la miniaturización lograda en esos aparatos e impide ir más allá en el camino de la miniaturización de máquinas complejas.
Los intentos de miniaturizar las pilas a menudo se han visto frenados por dificultades técnicas, que han impedido lograr baterías del tamaño deseado y además capaces de suministrar toda la energía necesaria para dar una autonomía razonable a esos aparatos. En particular, los procesos de fabricación han sido poco satisfactorios.
La situación parece que va a cambiar drásticamente a partir de ahora. Por primera vez, se ha demostrado la capacidad de imprimir en 3D una batería del tamaño de un grano de arena y capaz de brindar un suministro eléctrico a la altura de las necesidades de los aparatos que podrían utilizarla.
Estas microbaterías impresas podrían suministrar electricidad a implantes médicos, aparatos electrónicos diversos, pequeños robots, y en principio a casi cualquier otro dispositivo miniaturizado que necesite corriente eléctrica para funcionar.
El logro es fruto del trabajo del equipo de Jennifer Lewis, del Instituto Wyss, dependiente de la Universidad de Harvard, en Boston, Massachusetts, Teng-Sing Wei y Bok Yeop Ahn, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de esa misma universidad, Shen Dillon y Ke Sun, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, todas estas instituciones en Estados Unidos, y Jung Yoon Seo del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología (KAIST) en Corea del Sur.
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