Recientemente cayó en mis manos un e-mail que contiene un curioso diálogo titulado "Una exquisita lección de cinismo" y que viene a demostrar que este asunto de la subida de impuestos a la clase media hasta asfixiarla no es un asunto nuevo: ya se propuso hace 400 años. Aprovechando este mes de agosto de baja actividad, confío me permitan la licencia de desviarme de la temática habitual de este blog para compartir con ustedes esa conversación, que seguro no les dejará indiferentes.
Diálogo entre Colbert y Mazarino durante el reinado de Luís XIV de Francia,
el ‘Rey Sol’ ¡Hace cuatro siglos!
Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que engañar alcontribuyente ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que meexplicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudadohasta al cuello...Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto dedeudas, se va a parar a la prisión. ¡Pero el Estado...! ¡Cuando se habladel Estado, eso ya es distinto! No se puede mandar el Estado a prisión.Por lo tanto, el Estado puede continuar endeudándose. ¡Todos los Estados lohacen!Colbert: ¿Ah sí? ¿Usted piensa eso? Con todo, precisamos de dinero, ¿ycómo hemos de obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?Mazarino: Se crean otros.Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos?Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que nogasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.Colbert: Entonces, ¿cómo hemos de hacer?Mazarino: Colbert, y tú piensas como un queso de Gruyere o como un orinal deenfermo! Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres.Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse ytemiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con másimpuestos..., cada vez más..., ¡siempre más! A esos, ¡cuánto más lesquitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos! ¡Son unareserva inagotable!
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Por desgracia, cuatrocientos años después hay demasiados discípulos que siguen creyendo y practicando esta doctrina. El paso del tiempo, para algunas cosas, no mejora nada.
Un cordial saludo