Revista Psicología

In Treatment

Por Rkornhauser

Casi no escribo sobre Psicología. No quiero decir que no me gusta, me gusta, y me la paso leyendo artículos y estudios sobre el cerebro, el lenguaje, solución de problemas, representaciones sociales y cognición. Soy el típico psicólogo que pudo estudiar filosofía o letras o artes visuales o cualquier cosa, pero por alguna razón muy parecida al temor, eligió Psicología por sobre otra carrera.

El gran error del estudiante de primer semestre de psicología es pensar que en la carrera encontrará las herramientas para entender a las personas. Eso llega mucho después, y no por la carrera, se logra por la experiencia y la madurez. La carrera de algunas herramientas las cuales pueden ser muy útiles o muy nocivas.

Casi todas mis novias han sido psicólogas; las discusiones e interpretaciones sobre el otro son tan intensas como innecesarias. Lo traemos en la sangre, y nos lo metieron hasta los huesos. Si uno hace algo puede ser por aprendizaje o condicionamiento, por dinámica familiar o por complejos. Cualquier conducta que nos parezca extraña merece una interpretación profunda. Eso no es exclusivo de los psicólogos, todas las personas lo hacen todo el tiempo, sólo que nosotros tenemos tecnicismos para hacernos nudos y no entender absolutamente nada.

Y hablando de nudos, estos han sido días muy duros y confusos, no los abordaré aquí porque no es la intención del escrito, más bien quiero compartir una de las sensaciones más impresionantes que me han pasado desde que inicié mi proceso terapéutico.

Como decía, no la estoy pasando bien, he tratado de no estar triste; me lo propuse desde que inició este difícil periodo, por lo que me puse a escribir como maniaco, a dibujar y pintar a todas horas, a leer como si no hubiera mañana, ir al cine, cocinar, correr… Me puse a hacer todo lo que me gusta, y de buenas a primeras comencé a sentir enojo, un enojo tan grande y tan comprimido que estaba logrando que olvidara lo maravilloso que es el mundo. Estaba furioso con todo, con el mundo, conmigo y curiosamente comencé a tener muchas faltas de ortografía, muchos typpos, y muchos errores en el trabajo que generalmente no cometo.

El miércoles llegué a la conclusión de que no importa que pase en mi futuro, sino me vuelvo el próximo Vigotsky o si no logro vender un solo dibujo o si escribo peor que adolescente deprimido, nada de eso importa, sólo quiero estar en paz conmigo mismo. Quiero detener este pequeño gran infierno que es mi cabeza conflictuada y pasarla bien. Me preguntaba en sesión, cómo quitarme el enojo, si debía gritar o subir a una montaña o irme lejos.. Y de pronto, ¡Shazam! No estaba más enojado.

Cuando uno se deprime, puede estar triste y dejar de hacer cosas o puede enojarse… Yo me enojé, porque ya puedo hacerlo y eso contrario a lo que parece es un gran avance.


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