Revista Solidaridad

Inadaptado

Por Pcelimendiz

Confieso..., en lo profesional, que me he hecho viejo. Viejo, al menos, en mi manera de pensar. Los paradigmas en los que me formé y las líneas de trabajo que he desarrollado en coherencia con los mismos están tan alejados hoy de la práctica profesional que observo que no puedo concluir más que una cosa: no me estoy adaptando a los nuevos tiempos.


InadaptadoUno de esos paradigmas anticuados decía que para ayudar a alguien teníamos que establecer una relación significativa, a través de la cual averiguar los factores estructurales, personales e intersistémicos en los que de modo conjunto teníamos que trabajar para hallar las soluciones al problema que se estaba atravesando.
El paradigma actual dice que para ayudar a alguien debemos informarle de sus derechos y conseguir que acceda a las mayores prestaciones económicas posibles, que son las que solucionarán el problema.
Otro de esos viejos paradigmas dictaba que había que intentar averiguar las causas de los problemas para intentar que las personas, por sí mismas, solucionasen la situación.
Éste ha sido sustituida por el mandato de que lo hay que solucionar no son las causas, sino las consecuencias de los problemas y que es responsabilidad de los profesionales paliar las mismas.
Como consecuencia de esa trasnochada manera de pensar, creíamos que el ejercicio profesional debía utilizar los recursos de la propia persona envuelta en el problema, y que no debíamos sustituir sus capacidades ni debilitar las redes familiares y sociales, a las cuales debíamos potenciar.
Hoy se piensa que la subjetividad y por tanto el derecho individual es la medida de todas las cosas y así la acción ha de dirigirse al indivíduo, no a sus redes, cuya presencia o ausencia es irrelevante para nuestra acción. Por otra parte, los únicos recursos que hay que poner en juego son los que, en función de su pericia, pueda desarrollar el profesional.
Uno de los principales problemas que había que evitar era la cronicidad y había que evaluar en qué medida la actuación profesional podía colaborar en la misma.
Que las personas se cronifiquen o no en sus problemas no es lo importante. Lo verdaderamente necesario es paliarlos y si se hace en modo suficiente, esa cronificación es irrelevante.
Nuestros viejos métodos dictaban que no había que actuar hasta que no se comprendiese la naturaleza del problema o la crisis que se estaba atravesando. La reflexión era algo fundamental y la urgencia en la acción una mala consejera.
El nuevo método propone que no hay nada de lo cual reflexionar. Los problemas no deben ser comprendidos, sino atendidos y, naturalmente, lo más rapidamente posible.
En cuestión de estructuras, pensábamos que la principal tarea era desarrollar un sistema de servicios sociales sólido, que garantizase la responsabilidad pública en la acción social y sirviera de encuadre para la misma.
Hoy, como bien dice Zygmunt Bauman, ya no quedan estructuras sólidas. La liquidez del sistema se refleja en que cualquier actor, independientemente de su procedencia, queda legitimado para intervenir en tal o cual problemática. La coordinación es algo secundario y se fía la actuación a las sinergias que se  puedan producir entre tan diversos intervinientes.

Y podría seguir, pero no quiero cansaos más. Que Wang me dice siempre que cuando me pongo en plan "abuelo Cebolleta" no hay quien me aguante.


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