Plaza de Oriente - Palacio Real
Sobre el pretil del muro de la rampa de Caballerizas, y en el primer tramo del enverjado de la calle de Bailén, se habían realizado las obras necesarias para la colocación de la lápida conmemorativa. Ésta permanecía cubierta por una bandera nacional.
A las once de la mañana hizo su aparición por la Puerta del Príncipe el rey en compañía de toda su familia. Fuera les esperaban máximos representantes del Estado, Gobierno civil, Ayuntamiento y Ejército.
Comenzaron los discursos en homenaje a los héroes del 2 de mayo y a continuación, bajo los acordes de la marcha creada por Chueca, el rey se dispuso a descubrir la lápida que había sido costeada, como las siguientes, por el Círculo de Bellas Artes.
Finalizado el acto, los reyes e infantes se dirigieron a la puerta del Palacio, donde les esperaban varios automóviles. Secundados por otros tantos coches oficiales, se encaminaron hacia la Puerta del Sol rumbo al siguiente punto ceremonial.
Puerta del Sol - Gobernación
A las once y media llegaba la comitiva a la Puerta del Sol. En la fachada de la Gobernación un paño encarnado y amarillo decorado con cintas cubría la lápida que hoy todos conocemos. Al pie de la lápida se había colocado un tapiz.
La Guardia municipal montada, en uniforme de gala, y cuerpos de Seguridad, delimitaban la zona del acto ante la masiva afluencia de público. La plaza estaba abarrotada de gente que vitoreaba el paso de comitiva.
Descendieron de los coches las regias personalidades mientras sonaban los acordes de la Marcha Real.
Reunidos las Comisiones y el elemento oficial, el rey tiró de una de las cintas y quedó descubierta la lápida.
Entre aplausos y vivas, el rey subió a su carruaje y, seguido por los demás que conformaban la larga comitiva, se dirigió lentamente hacia la plaza del Dos de Mayo.
Plaza del Dos de Mayo
Desde mucho antes de las doce se había congregado una gran multitud en la plaza y calles aledañas.
A las doce y unos minutos el movimiento de las masas anunciaba que estaba entrando la comitiva. El primero de los coches en llegar fue el de la Gobernación; el último el del rey.
Hechos los honores, Alfonso XIII se dispuso a descubrir la lápida colocada en la iglesia de San Justo y Pastor (hoy Nuestra Señora de las Maravillas y los santos Justo y Pastor). Sonaron acordes de la banda de música del Asilo de Santa Cristina.
Tiró el rey de un rojo cordón de seda, dejando al descubierto la lápida que hasta ese momento había estado custodiada por dos servidores del Círculo de Bellas Artes. Sonaron los acordes del pasodoble de Chueca y los vítores y aplausos del pueblo allí reunido.
Finalizada la ceremonia, los reyes y familia partieron hacia Palacio. Y así acabó esa mañana maratoniana que recuerda otra, la del 5 de junio de 1902.
Para que el madrileño de hoy se haga una idea, la comitiva estaba compuesta por el coche del rey y a continuación el de la reina y los infantes. Les seguían el de la reina madre, acompañada por las infantas Isabel y María Teresa, y los infantes Carlos y Fernando; el de la Gobernación; el del marqués de Vadillo; el del conde de Peñalver, por el Ayuntamiento; el del aparato del Ejército, donde viajaban el gobernador militar y el ministro de la Guerra. En otro coche viajaban los ayudantes del rey, y algunos más de alcaldes de distrito y otras personalidades.
Por la noche en el Apolo
En el Teatro Apolo se celebró una gala benéfica para sufragar los gastos del "Centenario de la Independencia". Lo organizaba nada menos que la marquesa de Squilache, dama muy conocida en Madrid por las fiestas de su palacio.
El teatro, que estuvo profusamente decorado por los artistas Benlliure y Moreno Carbonero, se llenó hasta la bandera para disfrutar de la zarzuela Pan y Toros, de Picón y Asenjo Barbieri.
Se exhibió el cuadro de Moreno Carbonero que llevaba por título el de "1808-1908" y después se leyó una poesía de Sinesio Delgado.
Para finalizar la velada se cantó el "Himno a la bandera española", también de Sinesio Delgado y música del maestro Penella.
¡Salve, Bandera de mi Patria, salve!,y en alto siempre desafía al viento,tal como en triunfo de la tierra todate llevaran indómitos guerreros.
Tu eres, España, en las desdichas, grande,y en ti palpita con latido eternoel aliento inmortal de los soldadosque a tu sombra, adorándote, murieron.
Cubres el templo en que mi madre reza,las chozas de los míseros labriegos,las cunas donde duermen mis hermanos,la tierra en que descansan mis abuelos.
Por eso eres sagrada. En torno tuyo,a través del espacio y de los tiempos,el eco de las glorias españolasvibra y retumba con marcial estruendo.
¡Salve, Bandera de mi Patria, salve!,y en alto siempre desafía al viento,manchada con el polvo de las tumbas,teñida con la sangre de los muertos.
Bibliografía
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En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2017) "Inauguración de lápidas del 2 de mayo. Madrid, 1908", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ ISSN 2444-1325
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© 2017 Eduardo Valero García - HUM 017-003 MAYO 1908 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325