LA PINTURA está representada por sendas muestras personales de los leoneses Ángela Merayo y Esteban Tranche, creadores ambos con dilatadas e importantes carreras internacionales.
Angela Merayo exhibe la serie Schubertiada, una colección inspirada en las músicas del compositor austriaco, que la pintora interpreta plásticamente en obras que constituyen espacios mágicos con los que seducir al contemplador, mostrándole un camino sensitivo entre la pintura y la música, desde su propia experiencia artística, formal y emocional.
Para ello cuenta con su rico mundo plástico, cromático, textural y sígnico, y conceptual Tranche en la capilla es el título de la espléndida muestra de la obra de Esteban Tranche realizada entre los años 2002– 2013. Quince obras de gran formato que evidencian sutiles variaciones dentro del personal lenguaje del pintor, sustentado habitualmente en el equilibrio entre el poder emocional del color y el potencial expresivo de la línea, que se altera en las obras dedicadas a la Noche con una deriva hacia el lirismo y el misterio del paisaje nocturno, bañado por la luz de la luna.
EN FOTOGRAFÍA se distribuyen las obras de la serie Caperucita, del colectivo Diafragma León. Este interesante grupo de fotógrafos leoneses abordan en esta ocasión el mito de la niña de rojo desde sus personales interpretaciones, tanto en la realización técnica y formal como en las múltiples aristas interpretativas que ofrece el complejo personaje. Así, en sus imágenes está presente lo trivial, lo cotidiano, lo mágico, lo oculto o… la denuncia.
ENTRE PINTURA y ESCULTURA entre lo bidimensional y lo escultórico se sitúa la obra en vidrio de María Antonia de Lora. Artista habitual de las salas catalanas y francesas, aporta una magnífica e interesante colección de escultura en vidrio, tanto en bulto redondo como planas. Su particular “Jardín del Edén”, pleno de placentera vegetación y de singular fauna aporta una nota extra de color, belleza y sensibilidad. La autora posee una técnica muy personal desarrollada por ella y en la que intervienen también el cobre y estaño.
A la cita no faltan obras del espectacular animalario de Cosme Paredes, realizadas con chapas de hierro ensambladas a modo de collage, con sus movimientos contenidos y la fiereza de su realismo desbordante en su configuración sintética. Cabeza de toro y Águila son algunos de sus ejemplos.
Escalando escorias y Saliendo de un pozo de escoria, de Mariano Gutiérrez, conllevan un profundo simbolismo que reside en el residuo de trabajos que atrapan y alienan al ser humano y en el difícil equilibrio con el que están realizadas.
Antolín Álvarez Chamorro, es un escultor polifacético en el uso de materiales, pues tanto trabaja la madera como el hierro, la cerámica o el bronce, Cabeza, que aquí presenta, está realizada en hierro y hormigón; en ella, la combinación de materiales y de lleno/vacío le confiere una cualidad expresionista.
La despedida y Sin techo, esculturas realizadas por Javier Robles en hierro, en muy recientes fechas, consolidan el lenguaje de este escultor cuyas piezas se caracterizan por marcadas y limpias aristas que enmarcan volúmenes muy netos, de gran expresividad. El hierro, material rudo en el que están realizadas, no consigue contrarrestar la ternura que desprenden siempre las esculturas de Robles.
La obra escultórica de Carlos Cuenllas se manifiesta en un amplio abanico de expresiones escultóricas contemporáneas. Su obra Mies mecida por el viento, es un conjunto de barras metálicas que se curvan suavemente superando la tensión entre material y representación. De su obra Punto, también presentada, cabe decir que se aloja en el mundo de lo conceptual.
Polifacético es también Jesús Pombo de los Arcos, tanto en el uso de materiales como en las opciones de representación, pues en su completa obra ha abordado escultopinturas, ensamblajes, figuración expresionista o abstracción. Acude con la obra Tras la barrera, de aroma figurativo, realizada en bronce.
LA INSTALACIÓN está representada por trabajos como El bosque afable creado por Ana Campos, en el que sedas y algodones se deslizan por paredes, penden del techo o cubren el suelo, creando un espacio envolvente, un “bosque“ irreal. La autora transfiere las formas y colores de hojas, flores y ramas a las telas, convirtiendo los textiles en auténticos grabados, su disposición, metáfora del bosque, es un acertado equilibrio entre la complejidad de ejecución y el compromiso estético de la artista con las formas plásticas.
Sandra González crea en colaboración con la artista Alice Wyan una instalación de dos piezas: Constricción realizada con bridas de plástico y El velo de la novia, con lino y alambre e inspirada en Bodas de sangre, remiten por tanto y metafóricamente a las ataduras de la mujer. Es de destacar su belleza plástica que se ve acentuada por una acertada iluminación y la ambientación musical creada por Alice Wyan.