SI NO HAY NADA QUE PERDER, NO HAY NADA QUE GANAR
Si en algo estamos todos de acuerdo es que el CAMBIO es una característica constante y segura de nuestro entorno. El cambio forma parte del reducido repertorio de certezas que manejamos. La mayoría de los acontecimientos de nuestra vida suceden en el “hogar de la incertidumbre”: no sabemos cuál será el resultado de las acciones que emprendemos, ni cómo reaccionará el entorno ante nuestras intervenciones.
Sin embargo, el ser humano parece no llegar a adaptarse a esta situación de cambio continuo y lo vivimos con incertidumbre. Tantos millones de años de evolución humana y seguimos sintiendo la misma inquietud ante el futuro. Y es que el ser humano tiene la necesidad de conocer y predecir.
Pero, ¿a qué propósito sirve esta necesidad? Probablemente y en primera instancia, es una necesidad evolutiva, programada en nuestros genes para seguir conociendo y descubriendo el mundo en el que vivimos, generación tras generación; pero sobre todo, es una necesidad psicológica creada por nuestra educación que propone y fomenta modelos de búsqueda de seguridad, y donde la incertidumbre se convierte en un elemento a controlar y predecir. Una falacia y un círculo vicioso que nos confunde, porque en la medida en que hemos conseguido un objetivo, y por ende, cierta sensación de seguridad, vuelve la incertidumbre al abordar nuestro siguiente reto.
Hace años, charlando con un periodista muy reconocido de este país, me hizo una curiosa pregunta disfrazada de refrán popular: “Ana, si pudieras elegir, ¿escogerías pájaro en mano o cientos volando?”. Mi respuesta fue inmediata, espontánea y sin duda, sincera: “Cientos volando”. Cuando tomé conciencia de mi respuesta, me descubrí a mí misma eligiendo incertidumbre, en vez de seguridad.
Todos conocemos la respuesta social a este refrán: “escoge pájaro en mano”. Nuestra cultura popular recoge el pensar de la mayoría de la sociedad, y en este caso, el mensaje está claro: pájaro en mano alude al modelo de seguridad en el que nos educan, y está basado en la creencia de que si tenemos “todo controlado”, nos sentiremos seguros y capacitados para andar con paso firme.
Pero elegir “cientos volando” abre un universo de posibilidades y oportunidades. Es vivir libremente, sin esposas que te aten a tu pasado, y sin construir cadenas que te conviertan en esclavo de un futuro que, ni siquiera, sabemos si sucederá.
LA INCOMODIDAD DE LA NO-CERTEZA
Vivir con incertidumbre significa NO SABER:
- Lo que va a ser de ti
- Si mejorarán las cosas
- Si lograrás aquello que deseas y que es tan importante para ti
- Cuándo se solucionarán tus problemas
- Qué hacer en una determinada circunstancia
Pero, ¿por qué nos sentimos tan incómodos si no conocemos las respuestas de futuro?
De forma absurda, tratamos de controlar el futuro, y probablemente, ésa sea la acción más certera y afinada para instaurar la incertidumbre y la inseguridad en nuestras vidas. La incertidumbre no es más que el hecho de no saber si nuestras expectativas de vida, se harán o no realidad; o qué nos deparará el mañana, y sentir angustia por lo que aún está por venir. Este miedo nos obliga a planear cada paso de nuestra existencia y cada decisión que tomamos en la vida.
Nuestra cultura sigue un patrón erróneo y no valora el poder del pensamiento. El modelo que subyace está basado en un error fundamental de concepto, y es que no podemos tenerlo todo controlado. Y cuando ocurre algún imprevisto, nos estresamos, nos irritamos y es un inconveniente. Lo imprevisto no estaba contemplado en nuestros planes y nos produce desazón e incertidumbre.
¿Y si nos enseñaran a vivir en la incertidumbre?, ¿Y si aprendiéramos a aceptar la incertidumbre como “lo natural”?, ¿No sería más eficaz por nuestra parte aceptar que el mundo no está compuesto de certezas, sino de posibilidades inciertas?
LA BÚSQUEDA DE LA CERTEZA EN UN UNIVERSO PROBABILÍSTICO
Cuanto más conocemos y sabemos, mayor certeza tenemos sobre que el universo NO es predecible. Las variables que intervienen forman un conjunto de probabilidades en el que no podemos asegurar su resultado.
Nuestro empeño en la certeza nos lleva a NO aceptar que no disponemos de todas las respuestas. Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, en su ensayo sobre “La Incertidumbre del Conocimiento” nos decía:
«Es mucho más interesante vivir sin saber que teniendo respuestas que podrían estar equivocadas (…) Pero no tengo que tener una respuesta. No me da miedo no saber cosas.»
Lo más interesante de este eminente físico cuántico es, que si no supieras a qué dedicó su vida, te parecería estar oyendo a un filósofo, a un metafísico o a un psicólogo.
¿Qué tan cerca se encuentran estas ciencias?
Si hay una disciplina que considero está aportando un gran conocimiento sobre cómo funciona el TODO al que llamamos individuo (y Universo), ésa es la Física Cuántica… ¿Acabas de sentir palpitaciones, sudoración fría, temblores inespecíficos y sensación de ahogo? Bienvenido! entonces, al increíble mundo cuántico, el universo de las posibilidades, de la aceptación de la dualidad, y donde todos los procesos químicos y eléctricos de nuestro organismo se dejan notar hasta en las partículas más infinitesimales de nuestro cuerpo. Resulta fascinante el abanico de preguntas y respuestas que nos ofrece el estudio del universo cuántico. No es de extrañar que ya escuchemos hablar del líder cuántico, los cambios cuánticos, la sociedad cuántica,… Hemos comenzado la era del estudio de lo minúsculo para entender cómo afecta al todo.
Dejando a un lado los complicados cálculos matemáticos de la física cuántica, nos encontramos con un modelo filosófico y casi “psicológico” de entender la realidad, es decir, el mundo de la potencialidad o de lo que puede llegar a ser.
Al hablar de incertidumbre, no he podido dejar pasar algunas referencias que ha aportado la ciencia cuántica; un campo de estudio que se atreve a romper con todas las certezas sobre la existencia humana.
¿Qué es la física cuántica y qué tiene que ver con la incertidumbre?
Es la rama de la física que estudia el comportamiento de la materia cuando las dimensiones de ésta son tan pequeñas, que ya no podemos determinar con certeza si lo que observamos es materia (un cuerpo físico), energía (una onda que se contrae y se expande en el espacio), o… AMBAS COSAS A LA VEZ. Hablamos de un nivel de estudio subatómico.
Ambas cosas a la vez… ¿Cómo es posible que algo sea materia y energía, al mismo tiempo? Nos enseñaron en el colegio que la materia podemos verla, tocarla,… percibirla a través de nuestros sentidos; la energía, sin embargo, es invisible, y lo máximo que podemos hacer es intuirla y observar los efectos que ésta tiene en la realidad.
¿Juega el Universo a la travesura de “ahora me ves”, “ahora no me ves”?
Los seres humanos somos materia (cuerpo) y energía (mente) al mismo tiempo. Sin embargo, estamos condicionados para creer que el mundo exterior es más real que el interior. Este modelo de ciencia afirma justo lo contrario: lo que nos pasa dentro, crea lo que pasa fuera.
La peculiaridad de esta ciencia va más allá, enunciando y demostrando el “Principio de Incertidumbre” (Heisenberg). Nuestras partículas más elementales se rigen por este principio. Al igual que no podemos cocinar un bizcocho de chocolate si disponemos de almendras, en vez de chocolate, del mismo modo, no podemos vivir en la certeza si nuestra materia prima esencial se rige por la incertidumbre.
Más cosas de esta singular ciencia… El principio también describe que “el mismo acto de observar cambia el objeto observado“. Es decir, lo que estudias, lo cambias.
Nos aferrarnos a nuestras creencias y aprender a verlo desde otra perspectiva se convierte en una ardua tarea. Si observamos la imagen podremos entender de una forma muy gráfica, las distintas caras que tiene la percepción de la realidad. El cilindro se proyecta hacia la derecha como un círculo, de hecho, si alguien lo mirara desde ese lado, no tendría más remedio que afirmar que se trata de una forma circular.
Sin embargo, el mismo cilindro hacia la izquierda se proyecta como un rectángulo, y todos los que estuvieran a ese lado afirmarían contundentemente, que la forma que ven es rectangular.
Esto nos hace pensar, ¿qué es entonces, la realidad? De repente, hay un elemento influyente nunca antes contemplado, ¿qué es el observador? Y sobre todo, ¿qué papel juega el observador en aquello que está tratando de estudiar?
La respuesta de la física cuántica es rotunda: “La conciencia está involucrada, el observador no puede ser ignorado”. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”), de condenarnos a una realidad limitada y negativa, o por el contrario, encaminarnos hacia la consecución de aquellas cosas que soñamos.
No sólo influimos en la realidad, sino que en la medida en que decidimos qué y cómo observar, “creamos” esa realidad.
El principio de incertidumbre no sólo es ciencia cuántica. Sirve para explicar situaciones y conceptos de la vida. Bajo este prisma, la mayoría de las cosas que suceden no están escritas ni predeterminadas. A una causa ya no le sigue necesariamente un efecto.
Nada es seguro hasta el momento en que ha pasado. Incluso habiendo pasado, con la mirada retrospectiva, tampoco se puede explicar con exactitud, hay un margen de incertidumbre en el conocimiento humano.
ACEPTANDO LA INCERTIDUMBRE CONTINUA
Cada circunstancia, cada hecho que la vida nos presenta está lleno de incertidumbre. Entender que la incertidumbre forma parte de nuestra realidad es el primer paso. Pero, ¿cómo lidiar con la incertidumbre?, ¿cómo podemos transformarla en un universo de potencialidad?
La incertidumbre, como hemos visto, forma parte de nosotros desde esas minúsculas partículas elementales que componen nuestro ser (físico y energético). Si vivimos la incertidumbre desde la confianza, nos permitimos asumir riesgos, tenemos iniciativa y no tememos equivocarnos. La incertidumbre es la fuerza que nos empuja a luchar, a seguir hacia adelante y nos recuerda que estamos construyendo nuestro futuro.
Pero vivir la incertidumbre desde el miedo nos conduce a la preocupación y al malestar interior. Este miedo se traduce en 2 emociones básicas: “tenemos algo que no queremos perder, o no tenemos algo que deseamos ganar” ¿Te resulta útil malgastar tanta energía en dilucidar un futuro que contiene en sí mismo todas las posibilidades?
Acepta el reto de iniciar el camino hacia la soberanía personal y el liderazgo de la mente, las emociones y de nuestro mundo interior. Si queremos dormir y nuestras preocupaciones no nos dejan, si queremos hacer deporte pero no lo hacemos, si pensamos atropelladamente, no estamos ejerciendo nuestro poder personal, y no podemos responder con sabiduría ante los imprevistos. Vivir la incertidumbre desde un espacio de confianza es una oportunidad para reinventarnos, para salir de nuestra zona de confort, y como dice el Dr. Mario Alonso Puig, para “entrar en la zona de valor”.
CELEBRA TU INCERTIDUMBRE. HOY COMIENZA TU CAMBIO.
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