“Inch’Allah”: Miradas de sangre

[7/10]   El conflicto palestino-israelí nos ha dejado un buen puñado de películas que tratan, desde la ficción, de acercarse a la realidad de dos pueblos enfrentados sin remisión. Aún tenemos en la memoria el documental “Promises” en que se buscaba un poco de esperanza entre niños judíos y palestinos, o el intenso drama emocional de “Incendies” en que la guerra inundaba el ámbito familiar, o las israelíes “Zona libre” o “Los limoneros”. Ahora, “Inch’Allah” supone una nueva aproximación al problema político-social desde una óptica personal, pues Anaïs Barbeau-Lavalette privilegia la mirada femenina de tres mujeres pertenecientes a ámbitos dispares, para concluir que se trata de una guerra visceral e irracional, sin solución ni explicación convincente.

Chloë es una ginecóloga canadiense que vive en territorio israelí pero trabaja en un campo de refugiados palestinos, bajo la protección de la ONU. En cada lado del muro tiene una amiga entrañable y un mundo de relaciones tan opuestas como destructivas: su vecina Ava es una joven militar israelí con tareas en el checkpoint a las puertas de Jerusalén, y Rand es una palestina embarazada y paciente de Chloë cuyo marido ha sido arrestado. Con la primera se divierte algunas noches, y con la segunda trata de comprender una realidad insoluble. Quizá por esa voluntad de convivir con todos -y por algo más-, Chloë es vista por algunos como una puta que picotea aquí y allá sin llegar a comprometerse con nadie. Es una actitud difícil que puede terminar por explotarle en las manos, como en uno de esos atentados con que empieza la película. 

 

La directora canadiense se sirve de una estética realista que solo rompe al final con un toque poético y de cierta ambigüedad. La cámara nerviosa es la opción elegida para retratar un ambiente convulso en donde la vida trae la muerte -como puede verse en la historia de Rand-, y donde la estructura narrativa circular sirve para mostrar la espiral de violencia en que ha instalado el conflicto. La ambientación del drama es convincente y entra por los ojos ese vertedero en que los niños juegan sin diversión, o ese dispensario médico donde las armas amenazan la vida de las criaturas no nacidas, o esas calles infestadas de soldados y con un clima de temor y desconfianza. Especialmente fresca y natural es la interpretación de Evelyne Brochu y de Sabrina Ouazani, para un tratamiento del problema en que el mundo palestino queda más personalizado que el israelí, razón por la que se nos haga más próximo y quede más justificada que la otra postura.

La perspectiva humanista de “Inch’Allah” -significa “Vete con Dios”- no oculta un pesimismo en que la venganza es la moneda de cambio y la sangre se transmite de generación en generación. Sin ser una película original, la cinta tiene su interés humano-social y su fuerza desgarradora, donde destaca el triple juego de miradas que nos intenta explicar lo inexplicable, que la reconciliación es un imposible y que un extranjero jamás podrá comprender ni cambiar lo que allí sucede, porque se trata de un polvorín donde la sangre todo lo tiñe desde el nacimiento hasta la muerte. Ganó el Premio de la Crítica en la Berlinale

Calificación: 7/10

En las imágenes: Fotogramas de “Inch’Allah”, película distribuida en España por Golem © 2012 Micro_Scope, ID Unlimited y July August Productions. Todos los derechos reservados.

• “War horse (Caballo de batalla)”: Un viaje épico y emocional a la amistad
• “Incendies”: Viaje trágico a los orígenes
• “Los limoneros”: La tierra de la discordia
• “El niño con el pijama de rayas”: una mirada de inocencia al horror
• “Cometas en el cielo”: amistad en estado puro

Publicado el 13 junio, 2013 | Categoría: 7/10, Año 2013, Canadá, Críticas, Drama, Francia

Etiquetas: amistad, Anaïs Barbeau-Lavalette, Evelyne Brochu, guerra, Incendies, Inch'Allah, Los limoneros, Promises, Sabrina Ouazani, Zona libre