Revista En Femenino
La lavadora se rompe justo un viernes cuando no has tenido tiempo de poner una en toda la semana y la ropa sucia te sale por los orejones. Los niños se ponen malos cuando estás de viaje. Te llaman del trabajo fuera de horario con un tema urgentísimo casualmente el único fin de semana del mes que estás en una casa rural arriba de la montaña sin posibilidad de conectarte a Internet y resolverlo en un periquete.
La vida está llena de infortunios y la ley de Murphy existe por algo, está claro. Pero por mucho que lo asumas y que sepas que esto es así, cuando te pasa es inevitable pensar en la “mala suerte”. En mi casa el Sr Murphy se ceba especialmente cuando falta uno de los dos adultos de la familia. Mientras yo estaba de viaje ha acontecido de todo. Los electrodomésticos están esperando a que yo no esté para llegar a su punto de obsolescencia programada. Debe ser que los tengo atemorizados. Mis hijas, que no son especialmente enfermizas, han caído malas justo cuando yo estaba al otro lado del Atlántico. Dos veces hemos tenido incidencias con vecinos por escapes de agua, las dos yo no estaba.
Podría parecer que me ausento mucho por trabajo, pero no, lo que pasa es que el infortunio está esperando a que solo haya uno de guardia para poner a prueba nuestra capacidad de organización doméstica.
Hace poco coincidió que un día mi contrario y yo estábamos fuera de casa por trabajo. Yo estaba en Barcelona en un viaje de ida y vuelta en el mismo día con lo que no parecía que el tema se nos pudiera ir mucho de las manos. Qué ilusos. Pasó de todo. Una de las niñas se torció un tobillo y este hecho desencadenó una serie de sucesos que hicieron que mi móvil no dejara de enviarme mensajes de llamadas perdidas durante todo el trayecto de vuelta –la cobertura en el Ave Barcelona-Madrid es prácticamente inexistente en casi todo el trayecto*-. Llamadas del colegio, de la señora que nos ayuda en casa, de la extraescolar porque la niña no había ido y nadie había avisado, de mi contrario que desde otra franja horaria no daba crédito, de mi madre que casualmente había llamado a casa para hablar con sus nietas y nadie le cogía… acabé con los nervios totalmente hechos polvo, porque si hay algo peor que un contratiempo, es no poder gestionarlo, mirarlo desde la distancia y saber que no puedes hacer nada. No sé a vosotros pero a mí eso me hierve la sangre, me produce una ulcera estomacal comparable a pocas cosas.
Hablando más en serio,tengo que decir que yo no creo en la ley de Murpy, pero os aseguro que a vece es difícil seguir sin creer en ella.Si os interesan los temas de suerte, os recomiendo las siguientes lecturas im-perfectas:Baraka (por Arantxa)¡Suerte! (por Isa) (*) Con Vodafone, quizás los que usan otros operadores tiene más suerte.