Revista Arte

Incierta paranoia de ojos grises

Por Peterpank @castguer

Incierta paranoia de ojos grises

Érase una vez…

Soy doctor en Medicina Interna, y desde que confío en Hipócrates, lo revelo inspirándome en su fiel Conocimiento, recibo a diario todo tipo de energúmenas en la consulta que abrí al cabo de la calle treinta y dos.

La otra tarde, una de esas tardes nubladas que el aire olía a rabia reprimida y a trozo espachurrado de envidia, vino a consultarme no sé qué dificultad una rubia divorciada que decía sufrir la misma paranoia crítica que la reina madre de todas las batallas: doña Roncha de Lis García.

Las preocupaciones morales le salían como espinos por los ojos.

Dijo ver padres y madres por todas partes; hijos, hijas, vendas salpicadas de pus de doncella entristecida, esposos fieles despojando a sus amantes de vestidos manchados de flema mal batida, filigranas de oro que del cielo caían buscando en la tierra un destino donde reposar y vencer el empuje maléfico de la perseverante inquietud.

La rubia estaba de cintura para todos lados de rechupete y moja pan en vino…

“Que veo halos colándose por grietas, en espiral bifurcadas, como si pretendiesen escapando volver a algún lugar del que nunca pensaron regresar en vida.”

Quise ser médico y no pude. Me enamoré enseguida de esta mujer de ojos someros donde nadar y ser libre te serenan de igual modo.

Sólo deseaba sorberla, amarla descalzo, verterla en pomos púrpuras, metérmela en el eslabón imprevisible del pensamiento, domeñarla con fuerza, acobardarla arrinconándola contra el recodo recompuesto de la conciencia parda que los ilusos tenemos extraviado en algún pespunte de la fantasía…
Te quiero. Te quiero con pelele o enfaldada. Te quiero.

Jcp


Volver a la Portada de Logo Paperblog