Hay días en que se llega a estar tan desencantada de tantas cosas que una querría tomar medidas drásticas. Los disparates del país se van sucediendo con tanta naturalidad que ya no esperamos ningún acierto. Lo que esperamos es un milagro, mientras el hartazgo va calando y lo vamos asumiendo como parte de lo que somos, de lo que siempre hemos sido. Por eso, me gusta conversar de vez en cuando con un informático, porque me da una idea de lo impreciso que suele ser todo y de que siempre se pueden aplicar soluciones radicales sin lugar para debilidades nostálgicas. Yo no sé de las experiencias del lector en el mundo de la computación, sé de las mías, pero a lo largo de unos cuantos años he recogido la impresión de que ningún problema sencillo se solventa de forma fácil. Esta mañana, tan a tiempo, mi ordenador ha dejado de entenderse con la impresora. He tratado de arreglarlo por mí misma, pero esto es algo que casi nunca resuelve nada. Finalmente, he llamado a mi amigo Jose, de acentuación llana, informático de profesión, muy majo.
-Buenas, Jose, ¿cómo vas?-Muy liado.-¿Te llamo en otro momento?-No, mujer, no, dime.-Que no puedo imprimir. El ordenador me dice que no reconoce ninguna impresora.-¿Tienes la impresora encendida?-Sí, Jose, hijo, tengo la impresora encendida y el ordenador también.-Vale, muy bien, pues ponme el control remoto y suelta el ratón.
El cursor empieza a moverse solo por la pantalla. Reinicia la cola de impresión. Trata de eliminar la impresora. El ordenador le dice que, de eso, nada. "Y ¿por qué no me deja?". Supongo que se lo pregunta a sí mismo o a la inmensidad cibernética, qué sabemos de la mente de un informático. Regresa a la cola de impresión. La reinicia de nuevo. Trata de eliminar la impresora. "Jose, eso ya lo he intentado yo y no funciona". Ni caso. Vuelve a la cola de impresión. Reinicia. Trata de eliminar la impresora. Vuelve a la cola de impresión, reinicia... "Jose, ¿cuánto rato vamos a estar así?" "A veces, pruebas quince veces y no funciona y, a la decimosexta, se arregla".
Veo que la cosa va para largo y entablo una conversación porque me siento un poco inútil.
-¡Qué paciencia tenéis los infomáticos! Yo es que, como soy filóloga...-Bueno, yo, en realidad, soy físico.(¡Qué pais!)-Y ¿cómo te dio por los ordenadores?-Ya ves.La verdad es que no lo veo, pero no insisto por no molestar. Vuelvo a sentirme fuera de lugar durante unos quince minutos. Él continúa preguntándose por el porqué de las cosas informáticas. Y, finalmente, elabora un diagnóstico.
Un diagnóstico informático es una suerte de conclusión basada en una opinión absolutamente personal que puede ser cierta o no, pero que nadie se siente capaz de rebatir.
- Yo creo que lo que le pasa es que tienes un sistema operativo incompatible con los drivers de esta impresora, porque no me deja hacer nada. La única solución sería formatear el ordenador entero y volver a cargar lo que necesites.Formatearlo entero, dice, sin piedad, sin que le duelan prendas. A pequeños problemas, grandes soluciones.
Extrapolando conclusiones y según la teoría de Jose, el problema de este Gobierno, que tampoco nos deja hacer nada, sería sólo una cuestión de incompatibilidad con los drivers de la impresora. Una cuestión de incompatibilidad, y un puntito de incompetencia también, lo han llevado a elevar la política nacional del error tonto a la aberración monumental, mientras cuarenta y siete millones de usuarios nos hemos quedado contemplando la pantalla y esperando un milagro por control remoto. Haber votado al PP ha sido otro error del sistema y, sin embargo, algunos volverían a votarlo de la misma manera que mi amigo Jose vuelve a reiniciar dieciséis veces la cola de impresión, a ver si hay suerte y echamos la mañana. Decía Einstein que no podemos esperar que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo. Pues este pais no imprime y no lo hará por mucho que reiniciemos o contemplemos el cursor. Al final, tendremos que formatearlo entero. Y tendremos que hacerlo nosotros.
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