Lorena regresa con una reflexión sobre el inconformismo, que ejemplifica con su vida y la de varios personajes de Con la vida a cuestas. “Nunca es tarde para dejar de conformarnos”, concluye.
Estoy de acuerdo.
Me gustan las personas que no se conforman. Que pese a las circunstancias, por muy chungas que sean, se defienden con uñas y dientes, y no se detienen por muchos dientes y uñas (se) les rompan.
No es fácil. No lo es.
El inconformismo está muy penalizado, sobre todo cuando la inconformista es una persona de las de abajo, de las anónimas que no pasan de ser un número más en las estadísticas. Porque el camino lo va a tener que recorrer en solitario, sin recibir la complicidad ni las palmaditas en la espalda de nadie.
Pero aún más difícil que ponerte en marcha es darte cuenta de que no te conformas y tomar la decisión de que vas a luchar para cambiar las cosas.
A mí fue lo que más me costó. Y hasta que no me di cuenta de que el suelo se había abierto bajo mis pies…
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