La impunidad ante la corrupción no sería la misma de no haber un silencio no pactado entre los agentes. Una sociedad no es más corrupta o menos por el número de denuncias en los juzgados, ni por el monto total de lo que se roba. Una sociedad mide su corrupción por la cantidad de personas que viven a expensas de los lazos de confianza generados al margen de la actividad pública.
La permanencia en el tiempo y la profundidad de estas redes de dependencia dependen directamente del pacto tácito entre los implicados. Tú no hablas porque yo puedo hablar, y viceversa. La corrupción puede existir mientras haya sistemas de seguridad redundantes en la gestión de la información.
¿En Cataluña se da esto de forma especial? No tengo la sensación de que la clase política catalana sea especialmente corrupta. Eso sí, allá tienen un comodín que les facilita las cosas: la construcción nacional. Cuando existe un objetivo común, transversal entre distintas familias de poder, la interdependencia que se establece es más fuerte y los sistemas de seguridad de la información son más robustos.
Esto no es solo teoría. Afortunadamente disponemos de un ejemplo delicioso en las malvadas hemerotecas:
PASQUAL MARAGALL. - La malicia de sus palabras me demuestra que ustedes tienen un problema y que se han sentido atacados por una acusación que de alguna forma ustedes mismos deben notar como verídica porque de otra manera no se explicaría que usted haya salido con el tono de falta de respeto que ha usado (...). Han roto hoy una regla que en este Parlament se había respetado siempre, que era el respeto entre los diputados. Y en esto la historia les pasará la factura.Círculo de confianza, interesa más el país, nos jugamos el futuro... La construcción nacional como comodín para no hablar de corrupción.
ARTUR MAS. - Me tendría que explicar en qué le hemos faltado al respeto. Lo que pasa es que puede ser que usted tenga la piel tan fina y el orgullo tan lleno y el amor propio tan inflado que al final resulta que cualquier crítica, aunque sea expresada en terminos absolutamente correctos, le molesta (...). Estoy absolutamente alucinado que usted se levante en este Parlament en una sesión como la de hoy y hable de todo menos del Carmel.
P.M. - Si, muy brevemente porque pienso que efectivamente hemos tocado un punto clave. Ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento.
A.M. - Usted ha perdido completamente los papeles. Si era para esto, se podía haber ahorrado esta intervención. Yo le pediría una cosa, y se lo digo con toda la modestia, entre ustedes y nosotros, hemos de hacer cosas muy importantes en los próximos meses al servicio de este país. No lo olvide. Para hacer estas cosas importantes es muy necesario que un cierto círculo de confianza entre ustedes y nosotros siga existiendo, (...) y no se rompa, y con su última intervención esto se rompe. Usted envía la legislatura a hacer puñetas. Supongo que es consciente de ello, y le pido formalmente que retire esta última expresión.
P.M. - Accedo a su demanda por una sola razón, porque usted acaba de decir una cosa muy importante, que interesa más el país que todo lo que nos ha dicho antes (...). Espero que ustedes esten en condiciones de cumplir su parte de obligación en los meses que vendrán en los cuales se jugará el Estatut, la Constitución y, en buena medida, nuestro futuro.
A.M. - Yo le agradezco señor Maragall esta rectificación que es buena, no le humilla en absoluto, pero les vuelvo a decir que si en algún momento ustedes tienen alguna sospecha, al margen de lo que se ha dicho hoy, sobre lo que sea, hagan el favor de ir a los tribunales.
Con esto queda mucho dicho, pero no todo. Algún día tocará hablar del sentido de la oportunidad para denunciar la corrupción. Quienes denuncian la corrupción en un tiempo político muy concreto, lo hacen para crear una esfera de experiencias común y una perspectiva que canalice a la opinión pública. A su manera, quienes denuncian la corrupción instrumentalmente, son colaboradores de esa corrupción.
Y luego hay otro tipo de corrupción que se encuentra en el tuétano y que ni siquiera se identifica con la palabra «corrupción», algo que va mucho más allá.