NO APRENDEMOS GRACIAS A LA ESCUELA, SINO GRACIA A LA VIDA. Séneca
El Sol saldrá a las 5,57 h. y se pondrá a las 18.03 h.
Vayamos poniendo las cosas en su sitio en estos momentos en los que parece que, por fín, se le va a hincar el diente a la reforma del mercado de trabajo. Comencemos recordando que los causantes de este desaguisado fueron los bancos, las constructoras y las agencias de calificación crediticia. Esos que precisamente siempre estuvieron por la libertad del mercado y luego pidieron ayuda a los gobiernos. Hasta el punto de que se llegó a hablar de “refundar el capitalismo” ante el desastre de las políticas liberales en el mercado de capitales.
Dicen que “toca ajustes” y los invocan los gobiernos, la patronal y la banca. Precisamente quienes tienen contratos blindados, pensiones multimillonarias y a quienes, me temo, las políticas sociales y de reparto de la riqueza les importan un bledo. Uno se pregunta si quienes han acumulado capital sin precedentes con el que luego han especulado, tienen algún tipo de legitimidad para sentarse en una mesa de negociación y decir que hay que repartir sacrificios. Y es que parece que la doctrina verdadera es la suya, a pesar de que todos tengamos que pagar a escote esas políticas neoliberales que han defendido los poderes políticos y económicos en el pasado.
Los ajustes se quieren realizar aumentado las retenciones a los salarios medios y el IVA a toda la población, que es la mayoritariamente trabajadora. Es paradógico que apenas se toque la política fiscal, la lucha contra el fraude a hacienda y que se haya eliminado el impuesto sobre el patrimonio. Las reformas, hasta el momento, se han realizado para el beneficio del capital y de las rentas altas.
Cuando había superávit en las cuentas se decía que, con ello, el Estado se hallaba en mejor situación en caso de precisar endeudarse. Ha faltado tiempo para que los estudiosos de la economía nos recuerden que la convergencia con Europa nos obliga a recortar prestaciones sociales y bajar los impuestos a las empresas y a las rentas altas como medio de incentivar la economía. Hasta el punto de que el objetivo en las negociaciones entre patronal, trabajadores y gobierno es el de generar ajustes en los derechos laborales y sociales de los trabajadores. La creación de empleo queda supeditado a que quienes no han provocado el desaguisado lo arreglen con sus impuestos y el aumento de la competencia por la vía de la precariedad laboral.
Se pretende abaratar el despido haciéndolo más fácil y flexible para el empresario. Cuando lo cierto es que es el mismo quien administra una temporalidad que es el doble de la europea, lo que le ha permitido, de una forma rápida, deshacerse de más de 2 millones de trabajadores en año y medio que además soportan unos horarios nada lógicos con sueldos mileuristas. Lo han hecho, fundamentalmente, por la vía del contrato temporal que no da derecho a ningún tipo de idemnizaciones. Mientras tanto, el gobierno pretende dar confianza a una patronal que ha ganado dinero a raudales en los años de bonanza con muy poca inversión en la economía real y una escandalosa especulación en la llamada economía del ladrillo.
Mientras esto ocurre, nadie se plantea que el dinero puesto por el Estado que termina como ayuda a la banca o al sector financiero, retorne mediante activos públicos con presencia en las empresas beneficiadas. De la misma forma, tampoco entra en la imaginación de los gobernantes establecer impuestos especiales para las máquinas que destruyan empleo, ni recuerdan a los empresarios que, de la misma forma que amortizan las máquinas, deben amortizar los despidos de los trabajadores guardando el capital para cuando haga falta.